DAN BOGLER
Columnista de Financial Times
Los mercados mundiales han tenido un inicio nervioso en este 2016 y el aumento de las tensiones en el Medio Oriente está recibiendo una gran parte de la culpa, después de la decisión de Arabia Saudí de romper relaciones diplomáticas con Irán.
Los inversionistas no se equivocan al preocuparse por el riesgo geopolítico en esta región sumamente volátil. Pero se necesita poner las cosas en contexto.
En primer lugar, aquellos a quienes les preocupa que el conflicto entre Arabia Saudí e Irán pueda extenderse al resto de la península pueden estar tranquilos, dice Medley Global Advisors (MGA): eso sucedió hace mucho tiempo. La monarquía sunita de Riad y el régimen clerical chiíta de Teherán ya están luchando conflictos “por poderes” en Siria, Irak, Yemen, Bahrein y el Líbano — y lo han estado haciendo por años.
El catalizador de la más reciente escalada de tensiones fue la ejecución por parte de Arabia Saudita de un clérigo chiíta el 2 de enero. Esto provocó que el gobierno iraní advirtiera de una “venganza divina” y que manifestantes en Teherán incendiaran la embajada saudí, lo cual impulsó al gobierno saudí a evacuar su personal diplomático del país y romper las relaciones.
El verdadero temor de Riad no es una represalia directa por parte de Irán, sino el hecho de que EEUU parece estar abandonando cada vez más a su antiguo aliado en su celo por la distensión con Irán. Esto se puede ver, más recientemente, en el hecho de que la Casa Blanca está vacilando sobre si imponer incluso sanciones leves a Teherán a raíz de las recientes pruebas iraníes de misiles balísticos que claramente contravienen las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
Los saudíes están preocupados de que el deseo del gobierno de Obama de “apaciguar” a Irán solo lo alentará a ejercer más presión en la región y a socavar las restricciones que le fueron impuestas por el acuerdo nuclear del año pasado, el cual es independiente del programa de misiles de Irán, pero obviamente está relacionado.
Sin embargo, la Casa Blanca parece decidida a mantener el acuerdo nuclear por buen camino y a conseguir la ayuda de Irán para resolver la crisis siria. Por su parte, los iraníes se apresuran a implementar las restricciones que acordaron, tales como el envío de su reserva de uranio enriquecido a Rusia. Desde ahora, es posible que se levanten las sanciones sobre las exportaciones de petróleo iraní incluso en febrero.
Eso abriría una segunda esfera en el conflicto entre Arabia Saudí e Irán: el mercado del petróleo. Irán necesita ingresos y ha manifestado claramente su intención de exportar tanto petróleo como sea posible lo más rápido posible. Los analistas esperan alrededor de 500.000 barriles al día al principio, y luego ese número sobrepasará el millón de barriles al día para finales del año.
Irónicamente, Arabia Saudí está menos preocupada por este aspecto de su rivalidad, ya que está decidida a soportar los bajos precios del petróleo durante el tiempo que sea necesario para reequilibrar fundamentalmente el mercado. Sin embargo, el levantamiento antes de lo esperado de las sanciones contra Irán contribuirá a un exceso continuo de oferta en el mercado del petróleo en la primera mitad de 2016. Eso mantendría la presión a la baja sobre los precios del petróleo; el crudo Brent ha caído desde casi US$55 por barril hasta US$37 desde octubre.
Sin embargo, MGA cree que la fuerte demanda de gasolina, la creciente evidencia de la disminución de la producción estadounidense de esquisto y las señales de que los productores ajenos a la OPEP están en declive en varias partes del mundo llevarán el mercado al equilibrio y posteriormente al déficit. Eso debería poner el Brent en un rango sostenible de US$50-70 por barril para finales del año. Y tanto Arabia Saudí como Irán tendrán algo que celebrar.