La semana pasada el Perú entero se topó con la noticia de que el conductor del programa de televisión “Last Week Tonight”, el comediante John Oliver, había bromeado con la posibilidad de que sea nuestro país el que asuma el grueso de la lucha internacional en contra del grupo terrorista islámico ISIS. La noticia fue tomada por la mayoría de nosotros con humor. Después de todo, ¿de qué otra forma se puede tomar la idea de que el Perú asuma una posición de liderazgo en un tema de crucial importancia para el mundo? Lo cierto, sin embargo, es que la idea del Perú como un país obligado a permanecer en la periferia del escenario internacional no es tan cierta como los peruanos pareciésemos querer pensar.
Tomemos, por ejemplo, el cambio climático. Del 1 al 12 de diciembre próximo, nuestro país será sede de la Vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también conocida como la COP 20. Anteriormente, en la COP 18, los estados parte de la convención marco acordaron la extensión del Protocolo de Kioto hasta el 2020 y fijaron el 2015 como fecha clave para la adopción de un tratado sustituto. La COP 20 es, por ende, la última antes de que pueda adoptarse el nuevo tratado el próximo año. Se trata de una conferencia con un gran potencial y buena parte de su éxito dependerá de cómo el Perú ejerza su presidencia. El Perú, en este respecto, tiene un rol primordial y la mayoría de peruanos parece no saberlo.
El cambio climático no es, sin embargo, el único ámbito del escenario internacional donde el Perú podría asumir una posición de liderazgo. El reciente proceso en contra de Chile ante la Corte Internacional de Justicia, además de asegurar los derechos de nuestro país sobre el mar de Grau, sirvió para recordarnos el importante rol que cumplió el Perú en la negociación y aprobación de la Convención del Mar. Por motivos políticos, sin embargo, nuestro país ha voluntariamente renunciado a su rol histórico como pionero y líder del derecho del mar; rol que aún está a tiempo de recuperar con un poco de voluntad política.
Finalmente, en temas de democracia, no debemos olvidar que la Carta Democrática Interamericana fue firmada en Lima, luego de un activo rol de nuestro gobierno en promoverla. Sin embargo, así como con la Convención del Mar, el Perú pareciera no haber querido estar a la altura de sus logros y se ha mantenido al margen de los más recientes debates sobre el estado de la democracia en nuestra región; particularmente en el caso de Venezuela.
Quizá sea pues momento de que el Perú despierte, y asuma esos roles de liderazgo que tanto merece y que tan bien podría ejecutar si se lo dispusiese. La cancillería peruana es, después de todo, una de las más respetadas y profesionales de la región; y asumir una posición de liderazgo implica mucho más que solo una frase bonita. Temas de vital interés nacional como la regulación de la pesca de peces migratorios y transzonales o la protección de nuestra biodiversidad frente al cambio climático podrían ser mucho mejor atendidos si nuestros líderes tuvieran la voluntad política y la visión estratégica de colocar al Perú en el lugar de liderazgo internacional que se merece.