La caída del PBI y la pérdida masiva de empleos en abril ha dejado a más de uno sorprendido con la velocidad con la que se ha deteriorado la economía. El Gobierno ha respondido acelerando la reapertura del aparato productivo, lanzando el programa de inversión pública Arranca Perú y el MEF ha mencionado que va a hacer todo lo posible para evitar que la caída del PBI en el 2020 sea de dos dígitos como auguran el FMI y el Banco Mundial.
Lamentablemente, las recesiones tienen una dinámica perversa y es necesario tomar medidas más audaces para evitar que se conviertan en depresiones económicas, como sucedió en 1930. Lo más perverso son las dislocaciones en el aparato productivo que resultan de la quiebra de las empresas y el alto desempleo. Mientras más tiempo dura la parálisis económica, más empresas quiebran y más tiempo le demora al aparato productivo reabsorber los empleos perdidos. Puesto de otra forma, mientras más dure la recesión, mayor será el deterioro en nuestro crecimiento potencial.
La segunda dinámica perversa son los “espíritus animales”, como decía el economista John Maynard Keynes, que precisamente dedicó su vida al estudio de la depresión de 1930. Afectados por la incertidumbre, los inversionistas y consumidores se retraen y contraen su gasto. La caída en la actividad es tan profunda que los inversionistas consideran innecesarias las ampliaciones en la capacidad productiva y los consumidores, preocupados por la duración del desempleo, deciden ahorrar en exceso. De hecho, según nuestros estimados para este año, la inversión privada caerá 40% y el consumo privado en 15,5%.
¿Cómo hacemos para romper esta inercia? Hay que reconocer que cuando cerramos la economía se paró la producción en seco. La reapertura permite que las empresas empiecen a producir, pero no les garantiza demanda y las podría destinar a la quiebra. Para romper esta inercia es necesario evitar las quiebras masivas, el desempleo de largo plazo o estructural y propiciar un shock a las expectativas de los inversionistas y los consumidores.
El programa Reactiva Perú lanzado por el BCR y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), sirvió para impedir la ruptura de la cadena de pagos y que la falta de liquidez de las empresas las destine a la quiebra. El MEF acaba de hacer algunas modificaciones al reglamento para la segunda fase del programa, algunas innecesarias, y esperemos que no afecten el apetito de los bancos por hacer llegar estos créditos a las empresas.
Sin embargo, este programa hace poco por modificar los “espíritus animales”. Es necesario un shock de confianza que podría darse con un compromiso de aumentar la inversión pública en los siguientes tres años. Proponemos un programa de diez puntos porcentuales usando los recursos públicos presupuestados a este propósito, que suman cinco puntos por año, pero comprometiéndose en los siguientes tres años a usar el modelo de PMO que se ha hecho con el Reino Unido en la reconstrucción del norte. De esta manera se aseguraría una eficiente ejecución presupuestal.
Sin embargo, esto podría no ser suficiente. Es necesario proteger a nuestra población vulnerable para que no caiga en la pobreza, que los desempleados regresen a laborar y estimular el consumo privado. El Gobierno ha lanzado distintos programas de bonos, pero son insuficientes. Por ejemplo, del total de los 17 puntos porcentuales comprometidos por el MEF, solo 0,7 puntos han sido destinados a estos bonos, y, al 19 de junio, se habían desembolsado 0,6 puntos. Nuestras proyecciones anticipan que la caída del consumo privado le restará diez puntos porcentuales al PBI del 2020 y el compromiso de bonos que propone el MEF solo compensa el 7% de esta caída.
Para evitar este deterioro y estimular que los consumidores vuelvan a los mercados se hace necesario focalizar y aumentar estos bonos, también un seguro de desempleo parcial a los trabajadores de bajos ingresos y sin ahorros. Pero lo más importante es asegurarse que el alto número de desempleados vuelva a encontrar trabajo y evitar un aumento aun mayor en la informalidad. Proponemos ofrecer un incentivo tributario, que podría ser una reducción del impuesto a la renta al 15% de 29,5%, a las empresas que en dos años recontraten a la fuerza laboral que tenían antes de la crisis. Aunque siempre es un tabú, también es necesario que el Ministerio de Trabajo flexibilice, por un período de tres años, las normas laborales para que los trabajadores puedan volver a laborar. Por ejemplo, podría permitir la negociación de una reducción de salarios.
Parece irónico, pero nosotros mismos entrañamos el riesgo de que no podamos superar esta crisis, y me refiero a la batería de proyectos de ley populistas que esperan ser votados en el Congreso. Quizás el más letal es el que perdona los intereses y ofrece una moratoria a los deudores. Ya hemos probado estas recetas en los años 80 y no funcionaron. Sin embargo, parece que hay una suerte de competencia en el Legislativo por ver quién tiene la mejor receta populista para hundir más al país. El presidente Martín Vizcarra debería alinear intereses y convocar al Legislativo a una cruzada a favor de la recuperación económica, con amplios beneficios a la población, y con un programa como el que planteamos.