En los últimos 25 años se han sucedido acontecimientos muy importantes entre el Perú y Chile asumidos con sentido de Estado, lo que ha permitido dotar a los dos países de una notable dinámica de relaciones e integración en múltiples escenarios.
Y lo menciono al haber servido buena parte de mi carrera diplomática en Chile, iniciando esta experiencia en 1978 cuando la relación estaba limitada por dos “hipotecas”, como las denominó el embajador Carlos García Bedoya: el incumplimiento por parte de Chile de las cláusulas pendientes del Tratado de 1929 y, por otro lado, Chile era uno de los “garantes” del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, que aún incumplía Ecuador y que definía la frontera norperuana.
Una vez resuelta la cuestión de la delimitación fronteriza con Ecuador en octubre de 1998 con la suscripción del Acta de Brasilia y librados de la ya mencionada primera “hipoteca”, el entonces presidente Alberto Fujimori encomendó al canciller Fernando de Trazegnies el reinicio de negociaciones con Chile en procura de lograr el cumplimiento de las cláusulas pendientes del Tratado de Límites de 1929.
Las negociaciones iniciadas en 1999 estuvieron presididas por diplomáticos de ambas cancillerías. La delegación peruana que presidí estuvo integrada por versados juristas y especialistas en las diversas disciplinas involucradas en las negociaciones. Se acordó con la delegación chilena redactar un acta al finalizar cada reunión en las que se iría anotando los puntos de coincidencia. De Trazegnies puso todo su empeño, experiencia jurídica y voluntad para el delicado encargo, que llevaba 70 años de frustradas negociaciones. Debíamos abordar el alcance, extensión, limitación de los derechos y servidumbres consagrados a favor del Perú en Arica, respetando el Tratado de 1929.
El 13 de noviembre de ese año los cancilleres del Perú y de Chile, Fernando de Trazegnies y Juan Gabriel Valdés, suscribieron el Acta de Ejecución y, en esa fecha, se firmó también el reglamento del Acta de Ejecución y el Acuerdo Interinstitucional sobre Solución de Controversias.
En marzo del 2000, se realizó la entrega al Perú por parte de Chile de los establecimientos y zonas en el puerto de Arica, que incluye el malecón de atraque, el patio de maniobras del ferrocarril Tacna-Arica, así como la ampliación de la nueva estación del ferrocarril y el edificio de Aduanas. Si bien estos establecimientos y zonas están bajo la soberanía de Chile, forman parte de los derechos y servidumbres a favor del Perú en Arica consagrados en el Tratado de 1929. Las negociaciones finiquitadas en 1999 consistieron precisamente en dar la forma jurídica y constituirlos bajo la administración de Enapu, Enafer y Aduanas del Perú.
Finalmente, en marzo del 2000, los cancilleres De Trazegnies y Valdés procedieron a la inauguración del Cristo de la Concordia sobre el Morro de Arica, erigido como símbolo de paz, concordia y amistad. Cabe destacar que El Comercio informó con asiduidad y pulcritud acerca de estos procesos, bajo la dirección de Alejandro Miró Quesada Cisneros.
Es evidente que el Acta de Ejecución y, posteriormente, la sentencia emitida en el 2014 por la Corte Internacional de Justicia sobre el diferendo marítimo han dado paso a una era de paz, entendimiento e integración amplia entre el Perú y Chile, que resulta ejemplar en Latinoamérica.