Es un hecho que la paternidad activa fortalece la equidad de género ya que permite que hombres y mujeres compartan la carga del trabajo del cuidado de los hijos. Existen estudios que demuestran que las personas que crecieron con padres afectivos y presentes en su cuidado han logrado mejores habilidades sociales, mejor salud mental y física, además de buen rendimiento académico.
Por su parte, los padres que estuvieron comprometidos con la crianza en forma activa y afectiva señalan que sienten un gran bienestar emocional, satisfacción con la vida y cuidan más su salud. Además, queda comprobado que los hombres que se comprometen con la crianza, la repartición de labores domésticas y el cuidado de los hijos son los que menos posibilidades de ejercer violencia hacia sus parejas e hijos tienen.
La paternidad no empieza con el nacimiento del bebé. Por ello, es importante promover la participación de hombres en los controles prenatales (chequeos ginecológicos, ecografías, psicoprofilaxis, charlas y talleres) y que no se sientan temerosos de preguntar a los profesionales sobre sus dudas, miedos y todo aquello que esté relacionado. Que sean activos en esta nueva etapa al lado de sus parejas. Que ambos aprendan y vivan los cambios físicos y emocionales, y estén presentes en el momento del parto.
El pasado 13 de junio se daba a conocer la noticia desde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) de que existía la propuesta para ampliar la licencia de paternidad de cuatro a 15 días. Este cambio, afirmo, no será suficiente, considerando que tres de esos días suelen pasarse en el centro de salud, donde profesionales suelen ayudar.
Así, quedarán 12 días para que el padre aprenda a cambiar los pañales del bebé, bañarlo, hacerlo botar el ‘chanchito’, arrullarlo, hacerlo dormir, preparar el biberón, alimentarlo cada ciertas horas, etc. Esto además de ser el apoyo emocional de la pareja, que debe extraerse leche o dar de lactar constantemente mientras se recupera de una cesárea y experimenta los nuevos cambios hormonales propios del alumbramiento.
Todo lo que menciono es en los casos óptimos. No hago referencia a nacimientos múltiples, a niños que nacieron con alguna dificultad o a madres que tuvieron complicaciones prenatales o posnatales.
En la actualidad, con cuatro días, somos de los países con licencia de paternidad más baja en la región. Por ejemplo, en Paraguay los hombres cuentan con dos semanas de licencia y el 100% del goce de su sueldo. Para Chile son cinco días y, además, las madres pueden transferir hasta seis semanas de licencia al padre.
Entonces, si bien ayudaría extender a 15 días la licencia paterna, se tendría un mayor impacto generando un programa nacional con enfoque de género e intercultural que promueva en los hombres la práctica de una paternidad comprometida, activa y afectiva. Un programa en el que se los oriente en cómo cumplir un rol paterno de forma adecuada con sus hijos en cada una de las etapas de su desarrollo (parte del cual podría ser impartido los días de licencia posnacimiento).
Se requiere un trabajo articulado desde el MIMP junto a los ministerios de Trabajo y de Salud; porque no solo se necesitará capacitar a las empresas, instituciones, empleados y profesionales de la salud, sino que se deberá incluir también a todos aquellos hombres que serán padres y no cuentan con un trabajo estable.