"Continúo anhelando un futuro en que la misericordia deje de ser una palabra más al final de nuestras plegarias para convertirse en el fundamento principal de toda propuesta legislativa". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Continúo anhelando un futuro en que la misericordia deje de ser una palabra más al final de nuestras plegarias para convertirse en el fundamento principal de toda propuesta legislativa". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Guillermo Flores Borda

A tan solo unas horas de la , solo puedo pensar en ese amor insólito de Cristo. ¿Quién, siendo dueño de todo, nacería en un pesebre prestado? ¿Siendo Todopoderoso, vendría como un bebe indefenso para servir a los marginados? ¿Qué rey no habita palacios y prefiere vivir como un errante sin hogar? ¿Quién es capaz de vivir así por voluntad propia?

Quizás nunca hayan escuchado de Rich Mullins, el mayor cantante de música cristiana de los ochenta y noventa. Nunca supo cuán rico era: delegó el manejo de sus ingresos a su iglesia, que le pagaba el salario mínimo y donaba el resto a entidades benéficas. Solía llegar descalzo a sus conciertos, porque había regalado sus botas a algún indigente en el camino. Decidió mudarse a una reserva de indios navajos para enseñar música a sus niños. En medio de una sociedad individualista, Rich lucía como un Jesús urbano peculiar.

Pero estos héroes anónimos también viven en el Perú y entre nosotros. Mario Navarro es un artista plástico piurano que, movido por su fe católica, hace milagros. Todo comenzó hace cuatro años, cuando conoció al ‘Loco Charlie’, un “amigo callejero” (como preferimos nombrar a las personas sin hogar) que habitaba las calles del Centro Histórico. Como no toleraba que sean tratados indignamente en vida y olvidados en muerte, Mario decidió pintar un cuadro de Charlie, desencadenando una serie de eventos inesperados. Sin buscarlo, terminó salvando la vida de ‘Garra Negra’ (Octavio Zapata, un amigo ya fallecido) en Nochebuena, vendiendo cuadros para curar la vista del ‘Superman Cholo’ (Avelino Chávez, entrañable jalador del Centro) y velando para que ‘El Greco’ (César Casariego, amado socorrista de ahogados y personas atrapadas durante las inundaciones piuranas) logre reconciliarse con la sociedad (y la sociedad con él). Gracias a sus pinturas, me reencontré con ‘Django’ (Luis Becerra), un amigo callejero de mi infancia.

Pero no es el único en el Centro que hace milagros. Con su casa hogar, Remar brinda cobijo a muchos marginados, madres y niños. Estos pequeños me han adoptado como uno de los suyos desde hace cinco años.

Por cierto, Charlie ya no está con nosotros: su nombre real era Jerome Torres, un presunto periodista neoyorquino que, luego de un accidente cerebrovascular, terminó durmiendo en nuestras calles por quince años. Gracias a Mario, sus “Noches de Cartón” (una muestra de pinturas que busca visibilizar las aventuras de estos amigos, con un documental homónimo) y sus gestiones ante la embajada norteamericana, Jerome ya se encuentra en su tierra.

En esta Nochebuena, muchos prójimos venezolanos pasarán una experiencia similar a la de estos amigos. Como creyentes, es nuestro deber mostrarles amor, recordando que Jesús también fue un migrante. En palabras del misiólogo Ray Bakke: “A medida que nuestras ciudades se repletan de inmigrantes, recuerdo que Jesús nació en un granero prestado en Asia y se convirtió en un refugiado africano en Egipto, así que la historia de la Navidad se trata de un migrante internacional”.

La Navidad debería ser la fecha en que mostremos más misericordia hacia los marginados sociales, pero nuestra cultura la ha convertido en un día para exaltar el consumo propio. Como creyentes, debemos cuestionarnos, en palabras del pastor Martin Luther King, “¿qué hará la Navidad por nosotros en términos de cambios de actitudes y mejores condiciones sociales? ¿Será la Navidad tan solo un elemento más en nuestro calendario social, o significará una nueva vida y nuevas actitudes de ese encuentro con Cristo?”.

Aunque también he sido víctima de sueños diferidos, continúo anhelando un futuro en que la misericordia deje de ser una palabra más al final de nuestras plegarias para convertirse en el fundamento principal de toda propuesta legislativa. En esta Navidad, recordemos a ese Jesús amigo de marginales en el rostro de cada prójimo en necesidad, recordando, en palabras de Rich, que “las aves tienen su nido y los zorros su madriguera, pero la esperanza del mundo reposó en los hombros de un hombre sin hogar”.

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