Reza el dicho “de los errores, se aprende”, sin embargo, para el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, los errores son oportunidades para seguir vendiéndonos el cuento de la efectividad de su estadía en la cartera. Sobre todo, luego de un lunes sangriento más cuyo escenario fue nada menos que un colegio de Ate en donde se asesinó a un maestro generando pánico en el lugar. Ese mismo día, una turba casi lincha a un grupo de agentes terna en un operativo en Manzanilla, del que hasta ahora no se ha dado detalles ni asumido ninguna responsabilidad en los fallos de coordinación en pleno estado de emergencia.
Con todo esto, convenientemente tenía que ser oportunista, y creyó lograrlo con el anuncio de la captura de Iván Quispe Palomino, nada menos, que el “número dos de Sendero Luminoso” en medio de un gran despliegue policial para la foto en redes, de las que tanto abusa para defenderse a sí mismo.
Esto ha sido maquiavélicamente grave para toda la institución policial en medio de la mayor crisis de inseguridad que vivimos como país, con medidas efectistas y populistas al borde de tirar la toalla y cuando el mensaje debería reivindicar el principio de autoridad termina saboteándolo de esta manera tan burda.
¿Tan difícil es cruzar información? ¿Se olvidó la Dircote que el detenido colaboraba con ellos? O lo que sería más deleznable ¿Todo el sistema ha sido cómplice de esto? Claramente sobran preguntas y faltan respuestas. La única reacción que se tuvo desde el Mininter ha sido sostener la mentira con argumentos que se han caído en minutos porque hasta el abogado de Quispe Palomino, con documentos en mano, salió a desmentirlos.
La inescrupulosa frase del ministro Santiváñez “para subir todo vale” resuena más durante estos días, hoy desde otra posición: mantenerse y hasta aferrarse a como dé lugar a un cargo que por estas y otras razones debió haber dejado hace mucho. Avalado sin estupor por una presidenta al nivel de su red de mentiras sistemáticas.
Paradójicamente, hace unos días en conferencia de prensa, escenario que aprovecha para hacer gala de su patanería, el ministro hacía un llamado a “no dar información errada porque el daño es incuantificable” dándosela de estadista y equivocándose en el porcentaje de reducción de extorsiones y hoy nuevamente es preso de sus propias palabras. El ‘bluff’ de esta captura, además, de injustificable es imperdonable.
Señora Boluarte, ¿a cambio de qué seguirá salvando al ministro? ¿Bastará otro ramo de flores?