Diez años después, finalmente el Caso Cocteles ha entrado a juicio oral y, con ello, han vuelto a la escena la ‘hardworking’ lideresa de Fuerza Popular, su ‘influencer’ exesposo y el fiscal Robin con chaleco antibalas, por mencionar solo algunos personajes. Pero, más allá de lo pintoresco de sus protagonistas, usted se preguntará por qué esta etapa es tan importante. Pues porque el objetivo principal es lograr una sentencia a través de la actuación de pruebas. Y, claro, todos esperaríamos que la última década haya servido para encauzar ese camino. Sin embargo, los primeros días de audiencia nos dejan otra impresión: que, aparentemente, tenemos una floja acusación fiscal y personajes que pueden capitalizar ese error bastante bien.
¿Qué expectativas tenemos sobre el desenlace de este caso? Vamos a contestar, como siempre le digo, querido lector, con sentido de realidad.
Lo primero a considerar es el número de medios de prueba. Son 5.200 documentos, 2.000 declaraciones, 15 peritajes de oficio y parte y ocho debates periciales. El detalle es importante porque satura la dinámica judicial y esto proyecta un desenlace todavía lejano. Sí, una vez más, el factor tiempo extiende la obtención de una condena.
Pero la complejidad de este caso no radica solo en la cantidad de material probatorio. La fiscalía intenta probar el financiamiento ilícito de las campañas presidenciales de Keiko Fujimori en el 2011 y el 2016 a través de una serie de empresas entra las que se encuentra Odebrecht bajo la modalidad de crimen organizado, lavado de activos, obstrucción a la justicia y falsa declaración.
La discusión durante todos estos años ha sido precisamente la consumación de los delitos perseguidos. Y eso no se logra con una sustentación política, como ha pretendido el fiscal José Domingo Pérez, reforzando la teoría de la persecución que postulan Keiko Fujimori y su defensa desde hace años y que, convencidos de ello, se han adelantado a decir que “Lava Jato ya perdió el juicio”. Durante estos primeros días, Pérez ha formulado un gran correlato de hechos, pero no ha conseguido contundencia para determinar los ilícitos penales. Otra consecuencia de ello ha sido un Mark Vito furibundo y falsamente preocupado por el erario nacional, haciendo alusión a un malgasto de dinero del equipo especial de fiscales para el Caso Lava Jato que habría perdido el tiempo investigándolo (me reservo la frase célebre que dejó durante su discurso ante los medios).
Parece que lo único a prueba de balas en este juicio es el chaleco del fiscal José Domingo Pérez y no su acusación fiscal. Pero esto solo lo sabremos con el pasar de los días. Por ahora, julio vuelve a ser otra temporada de circo.