"Es claro que Lima necesita soluciones netamente técnicas al problema del tránsito. Por lo tanto, la entidad encargada de idear e implementar estas soluciones debe ser también una entidad técnica y no política". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Es claro que Lima necesita soluciones netamente técnicas al problema del tránsito. Por lo tanto, la entidad encargada de idear e implementar estas soluciones debe ser también una entidad técnica y no política". (Ilustración: Giovanni Tazza)
David Fairlie

Ciertamente, tiene innumerables problemas, cada uno tan complejo como el otro, pero como ingeniero de el más notorio para mí es el caos vehicular y las consecuencias que este trae, que no son pocas. Desde las más evidentes, como los siniestros viales y la pérdida de tiempo y productividad, hasta las menos obvias, como las enfermedades respiratorias a causa de las emisiones excesivas y el efecto psicológico que provoca agresividad y animosidad entre los usuarios.

Sin embargo, ser ingeniero no tiene como objetivo buscar problemas, sino proponer soluciones viables, y las soluciones a este complejo problema son ampliamente conocidas y las hemos estado proponiendo durante varios años. El reto está en cómo implementarlas dentro de un sistema que parece una olla con 20 cucharas, o 43 para ser exactos, pues son 43 los alcaldes distritales que tienen distintas visiones e ideas de lo que debe ser el tránsito y el dentro de sus jurisdicciones, y esas ideas no son siempre compatibles entre sí y requieren de cierta coordinación que va más allá de los cuatro años que dura una gestión municipal.

Es claro que Lima necesita soluciones netamente técnicas al problema del tránsito. Por lo tanto, la entidad encargada de idear e implementar estas soluciones debe ser también una entidad técnica y no política. La Agencia Nacional de Tránsito y Seguridad Vial (ANTSV), propuesta por la Asociación Cruzada Vial y la fundación Transitemos, sería una entidad autónoma que podría asumir ese papel y, a diferencia de la ATU que ve temas de transporte público, la ANTSV se encargaría de mantener un plan de desarrollo vial urbano a largo plazo –digamos, al año 2045– y de coordinar cualquier obra vial que proponga la Municipalidad de Lima o la de cualquier distrito capitalino, desde pasos a desnivel hasta ciclovías. Asimismo, esta entidad demandaría que se realicen estudios para estas obras en los que se demuestre su eficacia, su impacto en el medio ambiente y se garantice el cumplimiento de las normas de diseño vigentes y los estándares de sostenibilidad e inclusividad. Por más increíble que parezca, actualmente Lima, con sus aproximadamente 11 millones de habitantes, no cuenta con una autoridad que haga cumplir estos estándares mínimos de manera uniforme.

Muchos piensan, de manera errónea, que el principal problema de Lima son los limeños (como si ellos no lo fueran también) y, como prueba de ello, señalan cosas como la forma de conducir, el poco respeto a las normas por parte de los motociclistas, ciclistas y peatones, y la aparente nula consideración que existe entre sus ciudadanos.

No obstante, debido a mi experiencia en este campo, es evidente que todo lo referido es consecuencia del pésimo diseño urbano y vial que se ha permitido en esta ciudad. Cuando la ciudad funciona, los ciudadanos vivimos mejor y nos comportamos mejor. En otra oportunidad, ahondaré más sobre esto último.

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