“Por coincidencia extraordinaria, nuestra efeméride fundacional coincide con la fecha más gloriosa de la patria, el Combate Naval de Angamos en 1879”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Por coincidencia extraordinaria, nuestra efeméride fundacional coincide con la fecha más gloriosa de la patria, el Combate Naval de Angamos en 1879”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Juan Carlos Llosa Pazos

El 28 de julio de 1821, el Generalísimo don declaró la independencia de las otrora tierras del Tahuantinsuyo del dominio político del entonces desfalleciente imperio español. Había nacido una nueva patria, la patria de los peruanos libres. No obstante, puede sostenerse que es solo hasta el 8 de octubre de ese año –con la firma del Estatuto Provisional del Protector de la Libertad del Perú por el gran patriarca americano– que se ubica el primer hito del Estado Peruano independiente: se promulgó lo que sería su primera Magna charta libertatum. Con el referido documento interino, se disponía la organización y estructura de un nuevo Estado, que es la forma de organización política cuyo uso primigenio algunos autores se lo atribuyen al llamado padre de la ciencia política, Nicolás Maquiavelo.

Desde ese momento hasta 1826, con la expulsión de nuestro territorio del último contingente peninsular, el Estado Peruano se afianza. Previamente, en 1823, se ha promulgado la primera Constitución Política. En esta se estableció por vez primera el sistema republicano.

Puede afirmarse que la esencia del Estatuto Provisional de San Martín es propia al conservatismo político, entre otras razones, por su vocación ultramontana, al expresar en su primer artículo la primacía de la religión católica. También por el rol protagónico que da el documento a la fuerza pública del mar y la tierra, además del lugar importante que le otorga a la nobleza colonial al incluirla en el naciente Consejo de Estado. Y es significativo, por otra parte, el reconocimiento del derecho del ciudadano –los que podían ser considerados como tales en la época– a la propiedad privada. Este puede asociarse, a la a luz del carácter del Estatuto que hemos señalado, más que a un sentido liberal –que es materialista y de naturaleza economicista en ese aspecto– a uno conservador –más espiritual y perdurable–, ya que este la concibe como nacida de la heredad, del sagrado recinto de la familia, del blasón del ancestro.

De ahí que la considere su creación institucional el 8 de octubre de 1821. Si bien es cierto que entre el 21 de julio y 8 de octubre se dieron documentos o actos previos que algunos podrían asumir como inaugurales –como los documentos firmados por el entonces capitán de navío Martín Jorge Guise, fundador de nuestra Armada, quien a mediados de setiembre ya despachaba como comandante del Arsenal Naval del Callao y como comandante general de la Marina pocos días después–, creemos que es este Estatuto el documento matriz de la organización estatal independiente donde se establecen instituciones públicas.

Por coincidencia extraordinaria, nuestra efeméride fundacional coincide con la fecha más gloriosa de la patria, el Combate Naval de Angamos en 1879, con la inmolación del comandante del monitor Huáscar, el Gran Almirante del Perú don : líder indiscutible de la Armada de su tiempo y marino epónimo por los siglos sucesivos.

A partir del 8 de octubre de 1821 se sucederán las gestas de Guayaquil, Callao y Arica –tantas veces– Iquique, Antofagasta, Angamos, Miraflores, Huamachuco, La Pedrera, Puerto Bolívar, La Mar, Padre Abad y muchas otras más, donde se desarrollaron operaciones navales contra los enemigos externos e internos de la patria, encaradas con profesionalismo, valentía, y apego a la Constitución.

En esta fecha doblemente memorable, evocamos a los marinos de guerra del Perú que conformaron las generaciones pasadas, muchas ya desaparecidas o apartadas del servicio activo desde varias décadas atrás, cuyo legado cúspide lo simbolizan el capitán de navío, Miguel Grau, y el primer contramaestre, Nicolás Dueñas, en zafarrancho de combate sobre la cubierta del glorioso monitor. Gracias a todos ellos, los marinos de hoy nos sentimos orgullosos y privilegiados de conmemorar nuestros primeros doscientos años.

La grandeza de esta herencia, que a la patria pertenece, es principio y fin de nuestro prestigio bicentenario surgido del dominio del mar y de sus profundos arcanos.

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