La educación policial en el Perú, por Wilfredo Pedraza
Ex ministro del Interior
Resulta interesante poner en debate el tiempo de formación que requiere un policía en nuestro país, pues nunca se tuvo criterios homogéneos. De 1990 al 2000, el promedio de instrucción fue de 11 meses; del 2001 al 2011, se incrementó a 16; y, a partir del 2012, varió entre 15 y 28 meses. En diciembre de 1999 se estableció por ley que el período de instrucción para suboficiales de la Policía Nacional del Perú (PNP) sería de seis semestres, criterio que se mantuvo en diciembre del 2012 con la Ley del Régimen Educativo Policial.
En rigor, tal plazo ha tenido por fin homologar el establecido por la normativa nacional para la certificación de los estudios técnicos, sin que suponga la obligación de instruir presencialmente en todo el período. Por ello, hoy se mantiene el criterio de combinar la educación en aula por tres semestres con la instrucción práctica en unidades policiales, además de los sábados en las escuelas, hasta completar los seis semestres. Aunque con intermitencias, así fue el panorama de la educación policial desde el 2006, que muchos ya olvidaron.
Una mirada a la experiencia comparada blinda nuestra opción, pues, en la región, el promedio de formación de suboficiales es de 12 meses. Es el caso de Argentina, Chile, Colombia, Panamá y Ecuador. Sucede un hecho similar en España y Francia, para citar solo dos países europeos que tienen incidencia en nuestra PNP.
Así las cosas, ¿son suficientes los tres semestres de formación presencial? Estimo que sí, pues es un tiempo razonable para impartir instrucción básica, que debe consolidarse con la práctica profesional en unidades especializadas, y con el servicio en la calle, con el acompañamiento de personal capacitado.
Además, en materia de educación policial, es pertinente tomar en cuenta otras acciones para ver el bosque completo. Para sentar las bases de un sistema educativo integral, se dotó a la PNP de una ley de educación policial, que la organiza en escuelas de formación, de educación continua y de perfeccionamiento a nivel de posgrado, y que recupera la capacitación especializada. Este sistema ha permitido, después de 1988, el egreso, en octubre de este año, de una promoción de suboficiales especializados en orden público, investigación criminal y en la conducción de vehículos policiales.
La captación de mejores docentes es también un objetivo. Por ello, a inicios del 2013 se incrementaron los honorarios por hora dictada en las escuelas policiales de S/.12 a S/.40. La ampliación y equipamiento de las escuelas de formación es, también, una línea de trabajo. Por ello, después de más de cinco décadas, se ha comenzado los trabajos en la escuela de suboficiales de Puente Piedra, y muy pronto se continuará con la escuela de mujeres de San Bartolo y la de oficiales de Lima.
Por todo lo mencionado, no es un apresuramiento la incorporación de 2.000 efectivos policiales al grupo Terna. Tienen ya tres semestres de formación y continuarán su capacitación en esa unidad policial, que tiene como misión combatir los hurtos y robos en las calles. Vestidos de civil y mimetizados como transeúntes, realizarán inteligencia previa, procesarán su información e intervendrán con el respaldado del Escuadrón Verde. Es esta, entonces, una respuesta estratégica para mejorar la seguridad en nuestras calles.
Amateur con pistola, por Ricardo Valdés
Ex viceministro del Interior
El procesado ministro Daniel Urresti nuevamente quiere pasar yeso por coca. Nos vende humo. Disfraza a unos jovencitos, a lo Pedro Navaja, con gorra, lentes oscuros y zapatillas, y con apenas tres semestres de formación. Y, luego, nos dice que son ¡policías de élite! ¿Nos engaña? Sí. ¿El sabe que nos engaña? Sí.
¿Por qué nos engaña? La Ley Orgánica de la Policía establece que las Escuelas de Educación Técnico Profesional de la Policía podrán otorgar el título de “técnico profesional en Ciencias Administrativas y Policiales” a quienes hayan concluido tres años de estudios obligatorios. Solo en ese momento saldrán a servir con el grado de suboficial de tercera.
La última propuesta de Urresti, pues, es sacar policías a la calle con menos de la mitad de tiempo de estudios que la mayoría de carreras: un año y medio.
Avalar el argumento de que el suboficial completará los otros tres semestres que le faltan en la calle es irregular e irresponsable. Irregular porque –además de la Ley Orgánica de la Policía– la Ley del Régimen Educativo de la Policía Nacional, dada por este gobierno en diciembre del 2012, establece la obligatoriedad de cumplir seis semestres académicos. Es irresponsable porque expone a los estudiantes de policía a enfrentar riesgos para los que no están preparados, comprometiendo aún más la seguridad de los ciudadanos.
Lo que hace eficaz a un policía es precisamente su formación técnica. Durante esos tres años, el candidato a policía deberá formarse física y anímicamente para enfrentar situaciones límite; deberá dominar conceptualmente las complejidades del Estado y de las leyes, así como las diversas técnicas de investigación policial; tendrá que aprender de orden público, de seguridad ciudadana, de criminalística, de inteligencia, de nuevas tecnologías aplicadas al crimen, de comunicación, de administración, entre otras materias establecidas por la Ley de Régimen Educativo.
¿Entonces, el ministro sabe que nos engaña? Pues sí, pues este 6 de setiembre él mismo aprobó el Reglamento de la Ley de Régimen Educativo, que reafirma la obligatoriedad de seis semestres académicos para la formación de los suboficiales. ¿Cómo el ministro puede asignar a un grupo especializado como el Terna estudiantes que se encuentran en la mitad de su carrera? ¿Acaso el ministro se dejaría operar por un estudiante de Medicina que apenas ha culminado la mitad de sus estudios? Estoy seguro de que no. ¿Entonces, por qué considera que un asunto tan serio como la seguridad ciudadana puede ser manejado por estudiantes que aún no saben cómo disparar? ¿Qué hacen las autoridades violando sus propias normas? ¿Ese es el ejemplo que dan a los jóvenes estudiantes?
Son estas contradicciones las que hacen que se desvalorice la función policial y que se pierda el respeto al uniforme. La solución ya la han dado otros expertos y también ministros del actual gobierno: debe reformarse la policía y su régimen laboral.
Ahora bien, ¿es posible reducir el proceso de formación? Sí, pero bajo condiciones que aquí no se dan. Es decir, elevando la calidad de los exámenes de ingreso y entregándole esa responsabilidad a una universidad de prestigio. Asimismo, reclutando alumnos con un mínimo de dos años de estudios universitarios y priorizando la calidad y exigencia académica.