GUSTAVO YAMADA
Profesor principal de Economía de la Universidad del Pacífico
El 2015 trajo pocas mejoras en el mercado laboral peruano. Según datos del INEI hasta noviembre para Lima, la tasa de desempleo abierto se ha mantenido alrededor del 6%. Sin embargo, el número total de empleos adecuados, por horas o por ingresos, ha dejado de crecer. En consecuencia, la tasa de subempleo aumentó de 32% a 34% de la fuerza laboral. La misma fuente reporta un alza nominal en los ingresos laborales de 4,2% que, por lo menos, permitió mantener la capacidad adquisitiva de las remuneraciones.
Por su parte, las estadísticas hasta setiembre del 2015 del Ministerio de Trabajo muestran un aumento acumulado de 12 meses de solo 0,7% en el empleo formal de empresas privadas de 10 a más trabajadores en las principales ciudades. La causa más próxima a estos indicadores laborales estancados es la significativa desaceleración de la economía. La elasticidad empleo-producto mide el aumento porcentual en el empleo por cada punto porcentual de crecimiento en el PBI real. Si el 2015 ha terminado con un crecimiento alrededor del 3%, tendremos en la coyuntura actual una elasticidad empleo-producto de solo 0,25, una de las más bajas de los últimos tiempos.
Estos números indican la imperiosa necesidad de recuperar una senda de crecimiento mayor para la economía peruana. Una mirada comparativa de los resultados laborales en el período de auge, gracias a las encuestas Enaho 2004- 2014, nos convencerá del poder del crecimiento económico para mejorar la situación laboral de los peruanos.
En esta década prodigiosa, los ingresos laborales se duplicaron en términos reales. La proporción de fuerza laboral con empleos adecuados aumentó de 41% a 63%, y el subempleo bajó de 53% a 33%. En números absolutos, el empleo adecuado en todo el Perú creció a un ritmo de 6,4% anual, ¡tanto como el propio crecimiento récord de la economía! Es decir, una elasticidad empleo-producto asombrosa de 1.
Más aun, el empleo formal total (medido operativamente como aquel que cuenta con seguro de salud) también aumentó a una tasa anual promedio de 6,3%. Estos empleos formales pasaron de totalizar 2,5 millones a 4,6 millones. ¡Un récord histórico! Lo que relativiza esta cifra es que la fuerza laboral ocupada en el país supera los 16 millones. Por ello, la tasa de formalidad laboral pasó de una base muy baja de 19,4% a un significativo 28,8%.
Estas comparaciones en épocas de auge y desaceleración ofrecen una conjetura interesante. Si bien estimaciones econométricas previas arrojaron una elasticidad empleo- producto de largo plazo alrededor de 0,5, su evolución puntual sería bastante procíclica: se aceleraría en auges llegando a situarse cerca de la unidad, mientras que se contraería drásticamente en desaceleraciones hasta valores de un cuarto o menos.
La lección parece contundente: si queremos volver a lograr mejoras en el mercado laboral, tenemos que recuperar tasas de crecimiento económico superiores al 4%-5% anual, para lo cual se requieren reformas estructurales que destraben la economía en todos sus ámbitos, aumenten la productividad de sus factores e impulsen mayores niveles de inversión privada y pública eficiente en todo el país.
P.D.: Se nos fue inesperadamente Jorge Fernández-Baca, dejándonos una ejemplar producción de textos de microeconomía, teoría monetaria y organización industrial. Nuestro más sentido pésame a sus familiares.