Cuando me mudé a la ciudad amazónica de Paragominas, al norte de Brasil, en 1984, esperaba un pueblo lleno de bandidos y acaparadores de tierras. En cambio, lo que más encontré fueron familias de todo Brasil que habían venido a la accidentada ciudad de aserraderos, ranchos ganaderos y pequeños asentamientos para mejorar su suerte en la vida.
Pero la protesta mundial por los recientes incendios en la Amazonía y el aumento de la deforestación han demostrado una vez más el estigma que rodea a los agricultores de esta región como cómplices en esta destrucción.
De hecho, la indignación por los incendios, la retórica y las acciones del presidente Jair Bolsonaro oscurecen una pregunta central: ¿pueden los terratenientes y empresarios responsables y respetuosos de la ley en la Amazonía competir con personas que violan la ley, toman tierras y recursos del bosque?
La respuesta simple es no. Y hasta que eso cambie, será difícil detener la tala y la quema de estos bosques. Pero dos hechos recientes sugieren que las cosas pueden estar cambiando para mejor.
Un giro inesperado ocurrió en setiembre con la decisión de la Junta de Recursos del Aire de California de respaldar, después de 10 años de diseño y debate, un Estándar de Bosques Tropicales que podría proteger los bosques de la Amazonía y más allá. El estándar establece reglas para que los gobiernos estatales, provinciales y nacionales en la Amazonía limiten la deforestación.
Este estándar está diseñado para garantizar que las compensaciones de carbono que las empresas están comprando realmente se destinen a esfuerzos para reducir la deforestación. Además, y esto es crítico, incluye principios para garantizar que los grupos indígenas y otras comunidades locales tengan voz en las políticas y programas que se desarrollan.
El segundo hecho positivo fue el reciente anuncio de Jeff Bezos: Amazon, el gigante minorista en línea, alcanzaría la “neutralidad climática” para el 2040. Eso significa que la compañía, y muchos otros que han hecho o planeado anuncios similares, con toda probabilidad pronto buscarán comprar créditos de carbono para compensar sus emisiones.
El estándar de California podría ayudar a traducir estos compromisos corporativos voluntarios en cientos de millones de dólares o más en los próximos años para financiar los esfuerzos de conservación en la Amazonía, Borneo y otras regiones de bosques tropicales.
Para proteger los bosques tropicales, este tipo de incentivos financieros son imprescindibles. ¿Por qué? Las granjas que en su mayoría están cubiertas de bosques, como lo exige la ley, valen mucho menos que las granjas que en su mayoría están despejadas. Los agricultores, que conservan los bosques y están ayudando a frenar el cambio climático debido a la gran cantidad de carbono contenido en los árboles forestales, no reciben nada a cambio.
Esta realidad del mercado ha dado una ventaja injusta a los agricultores y acaparadores de tierras que logran evitar los esfuerzos de las fuerzas del orden para detener la deforestación. Simplemente cortan y queman grandes extensiones del bosque ilegalmente para cultivar o criar ganado, o para reclamar la propiedad mostrando el uso productivo de la tierra.
Los incentivos financieros podrían estimular a los agricultores a conservar más bosques en sus granjas y comenzar a reforestar a lo largo de ríos y arroyos antes de la fecha límite del 2040.
Se debe alentar a otros estados o naciones con programas de límite y comercio de carbono, incluidas las provincias canadienses y quizás incluso China, a adoptar el estándar de California.
Los gobiernos provinciales y locales de Brasil y otros países necesitan urgentemente inversores y asistencia técnica ahora para frenar la deforestación.
California ha sido líder en cambio climático. Ahora que su Junta de Recursos del Aire ha respaldado este estándar, los gobiernos de otros lugares y la comunidad empresarial deberían usar el estándar para recompensar a aquellos en la Amazonía que quieren proteger sus bosques tropicales.
–Glosado y editado–
© The New York Times