(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)

Esta semana se dio a conocer que más de 1.000 limeños acudieron a para inocularse con dosis de la contra el de que estaban asignadas a la población local. En esta oportunidad, dos especialistas analizan el trasfondo del turismo nacional de vacunas y las implicancias de esta práctica en la lucha contra la pandemia y la inmunización de la población.

El “efecto halo” asociado al turismo en salud, por Virginia Baffigo

“Antes que prohibir, siempre será mejor educar en salud”.

“Vamo pa’ Chincha, familia” es un eslogan que ha cobrado actualidad en estos días, y no precisamente por una promoción de PromPerú, sino por una ‘megainfluencer’ peruana que solo necesitó de un ‘post’ en el que daba a conocer que estaba vacunándose con el producto de su preferencia en nuestra “Cuna del arte y la música negra” e invitando a sus seguidores para que cientos de ellos la imitaran.

Hasta aquí tenemos dos elementos importantes a destacar: el poder de las redes sociales en materia comunicacional y el posicionamiento de una marca entre los consumidores.

Esto, que es válido para mercadear cualquier producto o servicio, es absolutamente relevante en la lucha contra el COVID-19, cuyo objetivo es lograr por lo menos el 80% de personas inmunizadas.

Según el estudio “Aceptación pública de las vacunas COVID-19″, publicado por BMJ Open 2021, los principales impulsores de la aceptación de una vacuna COVID-19 son, primero, la confianza en las autoridades sanitarias y los científicos; y, segundo, la preocupación por la salud personal.

Lo que está en juego en este caso es la preferencia por determinadas vacunas, sobre todo por aquellas que proceden de un laboratorio internacionalmente reconocido, versus la aceptabilidad de vacunas de un laboratorio asociado al ‘Vacunagate’ producido durante el ensayo clínico llevado a cabo en nuestro país. Desde entonces, un halo de suspicacia ha rodeado al producto chino.

El famoso “Efecto halo negativo” de la vacuna de origen asiático parece permanecer aún en la apreciación del público, a pesar de ser una vacuna aprobada por la OMS y haber sido extensamente aplicada en su país de origen. China ya ha alcanzado una cobertura del 77,6% con esquema completo, incluidas 162,3 millones de dosis administradas a menores de entre los 12 y los 17 años.

Considero que los turistas que viajaron a Chincha en busca de una dosis de la vacuna de su preferencia y aquellos que, no habiéndolo hecho, estarían contemplando la posibilidad si tuvieran los medios, son la evidencia de un sesgo en materia de decisiones sobre la vacunación, que ha sido dejado de lado tanto por las autoridades gubernamentales, como por el propio laboratorio chino.

A la fecha, no tenemos conocimiento de algún estudio nacional que nos dé pistas sobre la aceptabilidad de las diferentes vacunas disponibles, a fin de diseñar un plan de mercadeo social que acelere la inmunización e introduzca un factor de racionalidad en la toma de decisiones respecto de la vacunación.

Este conduciría a aumentar la confianza en las autoridades sanitarias y a disipar las dudas respecto de la eficacia de la vacuna que se está aplicando mayoritariamente en el Perú. Antes que prohibir, siempre será mejor educar en salud, basándonos en una rigurosa investigación nacional en economía del comportamiento, disciplina aliada a las ciencias de la salud. ¡Estamos a tiempo, señores!

Vacunación: un llamado al orden y la solidaridad, por Alicia Abanto

“Rechazar algún tipo de vacuna en base a prejuicios le hace mucho daño al país”.

Lo ocurrido en Chincha con la vacunación de personas foráneas amerita una llamada de atención sobre la importancia de respetar las reglas y facilitar ciertas excepciones para que el proceso de inmunización sea ágil, masivo, accesible y ordenado.

La regla general a seguir es vacunarnos en la localidad donde vivimos (criterio territorial), de acuerdo con el rango de edad de cada convocatoria (criterio etario), y con el tipo de vacuna disponible, actualmente Oxford-AstraZeneca, Sinopharm y Pfizer-BioNTech (criterio de disponibilidad).

Sin embargo, esta regla tiene sus excepciones. Por ejemplo, la vacunación de personas con comorbilidades, y gracias a lo cual personas con cáncer, tuberculosis, enfermedades raras, entre otras, están siendo priorizadas frente al resto de la población (criterio de vulnerabilidad).

Además, deben existir excepciones cuando las personas están fuera de su domicilio habitual por motivos de salud, trabajo, estudios, migración, etc. En estos casos, deben tener derecho a acceder a una vacuna en el lugar en el que se encuentran temporalmente y ello debe ser facilitado por las autoridades de salud.

Otra de las excepciones debe ser aquella vinculada al caso de las personas que necesitan viajar prontamente a otros países por motivos de salud, trabajo, estudios o similares y, por lo tanto, requieran acceder a un determinado tipo de vacuna para ingresar al país de destino. En estos casos, las personas deben acceder a la vacuna que necesitan para desarrollar sus viajes con normalidad.

En esa línea, es necesario que el Gobierno publique pronto un listado de los países que aceptan los diversos tipos de vacunas que se vienen aplicando en el Perú para brindar claridad a las personas que necesitan viajar al exterior por salud, educación o trabajo. Asimismo, el Ministerio de Salud debe publicar y explicar el procedimiento que deben seguir las personas con este tipo de necesidades.

El cumplimiento de las reglas y las excepciones por parte de las autoridades y de la población es crucial para que el proceso de vacunación garantice el respeto de los derechos de las personas a acceder a una vacuna en condiciones de igualdad y equidad. En un país con tanta desigualdad este es un aspecto doblemente importante, pues necesitamos de la máxima solidaridad sanitaria ante el flagelo de las variantes cada vez más contagiosas del COVID-19.

Rechazar algún tipo de vacuna en base a sospechas o prejuicios le hace mucho daño al país y nos coloca en una situación adversa de cara a la tercera ola. Por eso, hacemos un llamado al orden y a la solidaridad para que la distribución de las vacunas no reproduzca las condiciones de injusticia. Autoridades y población debemos respetar los principios de este proceso: vulnerabilidad, territorialidad, edad, disponibilidad y solidaridad sanitaria.

La Defensoría del Pueblo seguirá cumpliendo con identificar situaciones que perjudican los derechos de las personas más vulnerables para abrir paso a decisiones gubernamentales más afinadas y a un comportamiento social más responsable.

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