Como lo manifestaron las autoridades, el ingreso del zika a nuestro país era inminente. Lo mismo sucedió con el dengue y la chikunguña. Total, es el mismo zancudo el vector de las tres enfermedades y el trabajo sanitario no impidió que fueran cientos los afectados con las dos primeras.
Por el momento, con el zika, son casos importados, no nativos. La diferencia es que este virus, además de afectar al inoculado, puede atravesar la placenta y dañar el feto en mujeres gestantes con microcefalia. Esto porque el virus afecta la proliferación neuronal del cerebro fetal, que va de la semana 7 a la 26 de gestación, lo que lo llevaría a un retardo mental.
Aun se sugiere que el virus puede transmitirse por la sangre y secreciones como el semen, la saliva y la orina. Por ello, la alarma es mundial.
La vinculación con el síndrome Guillain-Barré, al parecer, no es tan segura. Sin embargo, quienes hemos leído la declaración de los ministros de Salud de las Américas la encontramos muy débil y no a la altura de las circunstancias.
En mi opinión, el Estado debe hacer todos los esfuerzos para controlar una potencial epidemia. Hay que movilizar a las Fuerzas Armadas –como lo ha hecho Brasil–, para un barrido de las poblaciones más vulnerables (con el fin de fumigar y recoger reservorios de agua que pudieran ser fuentes de criadero de larvas y reproducción del mosquito). También debemos brindar información y educación casa por casa sobre medidas preventivas.
Asimismo debemos entregar repelentes y mosquiteros, proveer de vitamina B6 a la población (pues cambia el humor –olor– de las personas y no es agradable para el mosquito) y tener una estrategia de detección de casos sospechosos, confirmación diagnóstica, tratamiento y aislamiento.
Aquí van también las recomendaciones que no han sido suficientemente consideradas por los ministros, aunque algunos países las estén implementando en forma individual.
Para el caso de mujeres en edad reproductiva y en riesgo de gestar, debería implementarse una campaña de consejería y oferta de métodos anticonceptivos, incluida la anticoncepción de emergencia, que permita evitar los embarazos (al menos los no deseados) y postergar en aquellas que tengan planes de gestar.
A través del alto comisionado para los Derechos Humanos, la ONU ha ido más allá y solicitado no solo que los países pongan a disposición de las mujeres métodos para prevenir los embarazos, sino que si estas salen embarazadas, tengan la posibilidad de interrumpir la gestación a través de un aborto legal.
Los estados deben, pues, respetar los derechos sexuales y reproductivos de estas mujeres, sobre todo las de menores recursos que justificadamente tienen un gran temor de tener un niño con grave deficiencia mental que les demandaría enormes costos para su cuidado. Ahora, a través de estudios ecográficos, es posible diagnosticar tempranamente un crecimiento anormal del polo cefálico a través de la biometría fetal.
Todas estas medidas de prevención de diseminación de la epidemia como de prevención de embarazos en riesgo requerirá de un financiamiento extraordinario, pero que será siempre menor a lo que podría representar el gasto para el sistema de salud y las familias, el tratamiento y cuidados por años, de una centena o más de recién nacidos con un grave deterioro mental.