Cinco años después de anunciar la instauración de un califato en los territorios conquistados por el Estado Islámico en Irak y Siria, el despiadado Abu Bakr al Baghdadi, líder de ese grupo yihadista, fue finalmente encontrado y abatido por fuerzas especiales de Estados Unidos.
El 27 de octubre, el presidente Donald Trump anunció la muerte del ‘Califa’, el hombre más buscado del mundo, en una operación militar en el noroeste de Siria.
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Tras conocerse la noticia, la primera pregunta que quedó flotando en el aire fue ¿cómo Estados Unidos dio con su paradero?
Según las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), lideradas por los kurdos y aliadas de Estados Unidos en su lucha contra el Estado Islámico, sus agentes tuvieron un papel clave en la ubicación e identificación de Al Baghdadi.
Pero Trump respondió que los kurdos habían proporcionado información “útil”, pero que no habían desempeñado “un papel militar”.
¿Cómo pasó sus últimos días Al Baghdadi?
De acuerdo con una investigación de la agencia AP, antes de ser encontrado el ‘Califa’ pasaba sus días agitado, con miedo a ser traicionado, disfrazado a veces de pastor, escondido de a ratos bajo tierra y dependiendo de un círculo de hombres de confianza cada vez más pequeño.
Agrega que estaba obsesionado con su seguridad y su bienestar, tratando de encontrar sitios seguros en ciudades y el desierto del este de Siria, cerca de la frontera con Irak.
Durante meses tuvo a su lado a una adolescente yazidí como esclava. La muchacha dijo a la AP que la llevó consigo mientras iba de un lado a otro con un grupo de siete estrechos colaboradores.
La mujer fue liberada por fuerzas estadounidenses en mayo. Ella contó que a fines del 2017, cuando el califato se derrumbaba por las pérdidas constantes de territorio, Al Baghdadi trató de ir a Idlib, pero abandonó dicho plan por temor a ser atacados.
Luego permanecieron durante una semana en Hajin, en el sureste de Siria, cerca de la frontera con Irak, y luego partieron hacia Dashisha, otra ciudad fronteriza más al norte, en territorios controlados por Estado Islámico.
La joven yazidí, que entonces tenía 17 años, pasó cuatro meses en la casa del suegro de Al Baghdadi. Narró que este la visitaba a menudo, la violaba y a veces le pegaba.
El ‘Califa’ “se movilizaba solo de noche, con zapatillas para no hacer ruido y con el rostro cubierto, acompañado siempre por cinco guardaespaldas que le decían “hajji”, o “jeque”, según dijo ella” a la AP.
En la primavera del 2018, la joven fue entregada a otro individuo, que la sacó de Dashisha. Esa fue la última vez que vio a Al Baghdadi.
La agencia AP refiere que luego el líder del Estado Islámico se fue a varios lugares del este de Siria.
En esa época, Al Baghdadi lucía “muy nervioso”, caminaba de un lado a otro y se quejaba de que lo estaban traicionando y de que había infiltrados entre sus “walis”, como se denominaba a los gobernadores de las provincias del califato, según dijo su cuñado Mohamad Ali Sajit en una entrevista con Al-Arabiya TV.
Sajit había sido detenido por las autoridades iraquíes en junio del 2019. Dijo que vio a Al Baghdadi varias veces a lo largo de 18 meses, a partir de fines del 2017 en Hajin.
Funcionarios iraquíes y kurdos sirios dijeron que cultivaron contactos que los condujeron hasta Al Baghdadi. Se cree que Sajit fue uno de ellos.
Sajit afirmó que los desplazamientos de Al Baghdadi estaban muy restringidos, sobre todo a medida que Estado Islámico perdía territorios. Llevaba siempre consigo un cinturón con bombas e incluso dormía con uno cerca suyo. También hacía que sus allegados llevasen cinturones con bombas. Nunca usaba teléfonos celulares. Solo su ayudante Abu Hassan al-Muhajer lo hacía. Un Galaxy 7, de acuerdo con Sajit.
El estrés agravó la diabetes de Al Baghdadi, quien tenía que controlar constantemente sus niveles de azúcar y tomar insulina. No ayunó durante el Ramadán e impidió que sus asistentes lo hiciesen, dijo Sajit, de acuerdo con AP.
Por momentos, Al Baghdadi se disfrazaba de pastor, agregó.
Al Baghdadi se mantenía en contacto con el número dos de Estado Islámico, Hajji Abdullah, de acuerdo con Sajit, quien cree que Hajji Abdullah es la persona que fue designada sucesor de Al Baghdadi antes de su muerte, identificada con el nombre de guerra Abu Ibrahim al-Hashemi Al-Qurayshi.
Las autoridades estadounidenses dicen que no saben cuándo Al Baghdadi llegó a Idlib, pero creen que eligió esa provincia porque era el último territorio que todavía no controlaba el gobierno sirio.
Las FDS aseguran que habían estado trabajando con la CIA para rastrear a Al Baghdadi desde el 15 de mayo y que habían descubierto que se escondía en Idlib.
Sostienen también que una fuente kurda consiguió ropa interior de Al Baghdadi, que luego se sometió a pruebas de ADN y se usó para demostrar la identidad del líder del Estado Islámico antes de que muriera.
Esa misma fuente kurda, según las FDS, descubrió que Al Baghdadi estaba a punto de mudarse a Jarabulus, en el norte de Siria.
“Toda la inteligencia y el acceso a Al Baghdadi, así como la identificación de su ubicación, fueron el resultado de nuestro propio trabajo. Nuestra fuente de inteligencia estuvo involucrada en enviar coordenadas, dirigir el descenso en paracaídas, participar y hacer que la operación fuera un éxito hasta el último minuto”, señaló en Twitter Polat Can, asesor principal de las FDS,.
El día de la operación, las tropas de Estados Unidos aterrizaron en medio de disparos en Barisha, la localidad donde se encontraba Al Baghdadi.
Tras verse perseguido por perros de las fuerzas armadas estadounidenses, Al Bagdadi se escondió en un túnel sin salida, según Trump.
Los militares le pidieron que saliera y se rindiera. También hicieron agujeros en las paredes para entrar y evitar posibles trampas explosivas en las puertas.
Al verse sin escapatoria, Al Baghdadi detonó su chaleco suicida, matándose a sí mismo y a tres de sus hijos en el túnel.
Trump dijo que los resultados de las pruebas realizadas en los restos hallados en el túnel “dieron una identificación segura, inmediata y totalmente positiva” de que era Al Baghdadi.
Finalmente, Estados Unidos aseguró que los restos de Al Baghdadi fueron arrojados al mar, tal como lo hizo año antes con su otro mayor enemigo, Osama Bin Laden, el líder de Al Qaeda.