Roger Zuzunaga Ruiz, @rogeran9
La irrupción en el escenario internacional del Estado Islámico (hasta hace poco Estado Islámico de Iraq y el Levante, o simplemente ISIS) proclamando un califato en los territorios que ha conquistado en Iraq y Siria pone a la conflictiva región del Medio Oriente al borde de una guerra étnica generalizada, donde incluso enconados enemigos podrían terminar aliándose contra esta amenaza terrorista por ahora regional. Y se da en momentos en que Israel y Hamas están en su más grave escalada bélica desde el 2012.
LA INVASIÓN A IRAQ
Los más cercanos antecedentes sobre lo que sucede en Iraq datan del 2003, cuando Estados Unidos invadió el país con el falso argumento de que el régimen del dictador Saddam Hussein albergaba armas de destrucción masiva.
La resistencia a la invasión estuvo encabezada por Abu Musab al Zarqawi, el peligroso y sanguinario jefe de la filial de la red terrorista Al Qaeda en Iraq hasta su muerte en el 2006. Un año antes, Al Zarqawi había evidenciado su estrategia al declarar la guerra a los chiitas iraquíes, a quienes acusaba de apoyar a Occidente.
Según los analistas de la inteligencia estadounidense de la época, el plan de Al Zarqawi era desencadenar un conflicto sectario entre chiitas y sunitas para terminar desgastando a las tropas estadounidenses y provocar su retirada.
En este 2014, las tropas foráneas ya no están en Iraq, pero el plan del finado Al Zarqawi sigue vigente, aunque con otros actores que son incluso más peligrosos que sus mentores.
Abu Musab al Zarqawi, foto: AP
EL CALIFA
La cara visible de la nueva arremetida islamista es el sunita Abu Bakr Baghdadi, el autoproclamado califa del Estado Islámico al que Estados Unidos incluyó en su lista de terroristas más buscados en el 2011. El poder que ha ido acumulando Baghdadi y sus huestes es tal que ha osado desafiar al propio cabecilla de Al Qaeda, el egipcio Aymán al Zawahiri.
El entredicho tuvo como telón de fondo la guerra civil en Siria, iniciada en marzo del 2011. Oficialmente, el Frente al Nusra es la filial de Al Qaeda en Siria. Esta agrupación se anotó importantes avances en su propósito de derrocar al régimen de Bashar al Asad. Incluso su participación fue clave en la caída de provincias como Alepo en manos rebeldes.
Sin embargo, Al Qaeda en Iraq (la facción que fundó Al Zarqawi) envió combatientes a Siria bajo la denominación de Estado Islámico en Iraq y el Levante. Pronto esta organización no solo entró en conflicto con las tropas del régimen, también se enfrentó a los rebeldes y al propio Frente al Nusra. Esta guerra interna rebelde, aunada al envío de tropas de la organización libanesa chiita de Hezbolá para apoyar a Al Asad, debilitó a la insurgencia, oxigenó al régimen sirio y le permitió recuperar algunas estratégicas ciudades.
La belicosidad del Estado Islámico en Iraq y el Levante llevó a Al Zawahiri a remarcar que el único representante de Al Qaeda en Siria era el Frente al Nusra y exigió a las fuerza de Baghdadi retirarse de Siria o quedar bajo el mando del frente.
Sin embargo, nada de lo ordenado sucedió. La respuesta de Baghdadi ha sido la creación del califato Estado Islámico en los territorios que ISIS ha conquistado en Siria e Iraq, en un claro desafío a los pergaminos de quien fuera el lugarteniente de Osama Bin Laden, fundador de Al Qaeda.
El califa, cabecilla del Estado Islámico, foto: AP
¿IRÁN Y ESTADOS UNIDOS JUNTOS?
“Los acontecimientos colocan también a Estados Unidos ante la paradoja de compartir intereses estratégicos con Irán y en contra de sus tradicionales aliados en la Península Arábiga. En realidad, si hay alguien que haya mejorado su situación en la permanente situación de conflicto en que vive el Medio Oriente ese es Irán”, señala un análisis del Grupo de Estudios sobre Seguridad Internacional (GESI), con sede en España.
Lejos de buscar la convivencia pacífica, el Gobierno Iraquí de Nuri al Maliki ha ido quitándoles a los sunitas los privilegios que tenían cuando el país era gobernado por Hussein. Pero el régimen tambalea con el raudo avance del Estado Islámico, que ha conquistado ciudades estratégicas como Tikrit y Mosul y apunta a Bagdad.
Irán es el único país con mayoría chiita e Iraq está gobernado por el debilitado Al Maliki, también de la etnia chiita. Así, la denostada, por parte de Occidente, república islámica podría convertirse en un jugador clave para frenar la amenaza terrorista.
Esta situación también ha puesto en una disyuntiva a Estados Unidos: mantenerse al margen y permitir el avance de los yihadistas, o volver a poner tropas en territorio iraquí (una medida impopular en el país). Por lo pronto, Washington enviado 300 asesores militares a Iraq y ha reforzado la seguridad de su embajada en Bagdad.
Así, si finalmente Estados Unidos coloca tropas en el terreno en auxilio del régimen de Al Maliki e Irán envía a su poderosa milicia de Hezbolá, dos enemigos irreconciliables se unirían en una coalición antiterrorista impensada hasta hace poco.
“No apoyar al Gobierno Iraquí y dejar que el Estado Islámico y sus aliados sunitas obtengan ventaja significaría reconocer que un grupo yihadista surgido de Al Qaeda se convierta en uno de los grandes beneficiarios de la situación creada por la intervención norteamericana. La perspectiva de un emirato yihadista entre Siria e Iraq resulta ciertamente estremecedora”, resalta GESI.
Sayyed Hassan Nasrallah, líder de la poderosa milicia libanesa de Hezbolá (Reuters).
LA FRANJA DE GAZA
La situación explosiva en la región se ha visto agravada con la escalada bélica entre la milicia palestina Hamas e Israel, que desembocó en la invasión terrestre sobre la franja de Gaza, la tercera desde el 2005, cuando las tropas hebreas se retiraron luego de una ocupación de 38 años.
Aunque Hamas no tiene ninguna posibilidad de causar serios estragos en el poderoso Ejército israelí, sí es más peligroso que en el pasado, pues ha incrementado su poder de fuego con cohetes que ha recibido de Siria. Estos pueden alcanzar una distancia de 160 kilómetros, más allá de Tel Aviv y Jerusalén. Además, en solo 5 días de guerra urbana ha triplicado la cantidad de soldados israelíes abatidos -32- en comparación con los 10 dados de baja en las tres semanas que duró la invasión del 2008.
El arsenal superior a los 10.000 cohetes que posee Hamas le ha permitido diseñar una nueva estrategia para burlar a la Cúpula de Hierro, el escudo antimisiles de Israel: disparar gran cantidad de proyectiles hacia un mismo blanco con el fin de alterar el funcionamiento de los sistemas de defensa.
“Lo que aparece progresivamente en el horizonte es una guerra regional de dimensiones considerables que puede acabar de manera definitiva con la configuración del Medio Oriente diseñada por las potencias europeas tras la Primera Guerra Mundial”, pronostica el análisis de GESI.
Foto: Reuters