Esta semana el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sorprendió al anunciar que las relaciones entre su país y Estados Unidos “están en pausa”, luego de que el embajador de dicho país expresara sus preocupaciones sobre los “riesgos” que podría acarrear la reforma judicial que el oficialismo mexicano viene impulsando. Un malestar compartido por la representación canadiense y que ha llevado a que las relaciones con Ottawa entren en el mismo status.
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Esta no es la primera vez que AMLO anuncia una “pausa” con otro gobierno, pese a que dicha figura no encuentra asidero en la diplomacia internacional. “Debido a las diferencias culturales entre los países se establecieron códigos para expresar cualquier descontento entre unos y otros. Uno puede llamar a consulta a su embajador, declararlo persona non grata y hasta romper relaciones con otro país. Pero no existe el término pausa, es un invento de López Obrador”, comenta a El Comercio la internacionalista mexicana Brenda Estefan.
Pese a ello, en febrero del 2022 López Obrador se encargó de “pausar” las relaciones con España luego de que la carta en la que proponía que el reino se disculpara por los crímenes perpetrados durante la Conquista no encontrara respuesta.
Esa “pausa”, sin embargo, no trajo consigo mayores consecuencias en el funcionamiento de las embajadas o en las relaciones formales entre ambos gobiernos.
Pocos meses después, en diciembre, AMLO anunció que adoptaría la misma medida con el Perú, luego de que Pedro Castillo fuese detenido tras frustrarse su intento de autogolpe.
En dicha ocasión, el gobierno mexicano decidió no reconocer a Dina Boluarte como presidenta del Perú, pero mantuvo a su embajador en el país hasta que ambos fueron declarados personas non grata por el Congreso peruano. A la fecha, el gobierno mexicano solo mantiene un encargado de negocios en Lima.
La diferencia en las consecuencias y reacciones entre un caso y el otro representa, precisamente, los riesgos de utilizar términos que no están enmarcados en las reglas de juego internacionales, advierte Estefan.
“Podemos decir qué entiendo yo o qué entiendes tú, pero el problema es justamente ahora qué entenderá Estados Unidos o Canadá”, señala.
- Los socios principales -
En un intento por explicar sus “pausas diplomáticas”, AMLO aseguró que “significa que vamos a darnos nuestro tiempo”. Aunque luego su retórica alcanzó un nuevo nivel de confusión al señalar que esto solo aplicaba a los embajadores de ambos países y no a sus gobiernos.
La semana pasada, el representante diplomático de Estados Unidos en México, Ken Salazar, aseguró que suponía un riesgo para la democracia que saliera adelante la reforma oficialista que permitirá, entre otras cosas, que los jueces sean elegidos por voto popular. Su homólogo canadiense, Graeme Clark, se sumó a la preocupación asegurando que no buscaba entrometerse en el asunto interno pero dejando claro que generaba preocupación en los empresarios de su país.
La oposición, expertos de la ONU, organismos financieros internacionales e inversionistas han expresado sus temores por las consecuencias que podría conllevar la reforma que desde hace años viene impulsando insistentemente AMLO y para la cual ha conseguido allanar el terreno gracias a la mayoría legislativa conseguida para el próximo periodo.
“El tema es que las embajadas sirven para gestionar justamente los intereses o problemas compartidos con otro país. ¿Cómo le vamos a poner pausa a la vida de las 38,2 millones de personas de origen mexicano que viven en Estados Unidos? ¿O a los 1,5 millones de dólares por minuto que se comercian entre México y Estados Unidos?”, cuestiona la experta.
Y eso precisamente es lo que marca la gran línea de diferencia entre lo que podría implicar una “pausa” con España o el Perú frente lo que implicaría hacerlo con Estados Unidos y Canadá, sus dos principales socios comerciales.
“Por decisiones de décadas en nuestro país estamos integrados comercialmente a América del Norte. Es un mito que las decisiones internas sean nada más internas, como tampoco pasa con las que ellos toman”, comenta Estefan, quien resalta que uno de cada cuatro empleos en su país está relacionado al tratado económico que existe entre México, Estados Unidos y Canadá.
“El 44% de la inversión extranjera directa en México durante lo que va del año ha venido de Estados Unidos y el 7% de Canadá. Estamos hablando que más del 50% ha llegado de dos países a los que ahora pondremos en ‘pausa’”, advierte.
- Injerencia o no -
AMLO ha intentado justificar sus postura asegurando que rechaza cualquier tipo de “injerencia extranjera” en un tema que solo atañe a los mexicanos y este jueves 29 aseguró que la relación con Estados Unidos será “muy buena” dependiendo del “respeto a las soberanías” que muestren sus autoridades.
Un argumento que resulta hasta irónico al venir de un mandatario que en más de una ocasión se ha inmiscuido en los asuntos de otros países, entre ellos el Perú.
La Cancillería peruana denunció en su momento que tanto AMLO como su canciller, Marcelo Ebrard, estaban cometiendo una injerencia durante la crisis desatada por el intento de autogolpe de Castillo.
Hablamos de un jefe de Estado que por un lado criticó el “injerencismo” de la OEA luego de denunciar el fraude perpetrado por Nicolás Maduro en las últimas elecciones presidenciales, pero por otro lado aseguraba que Evo Morales había sido víctima de un golpe de Estado y llamaba a que los latinos en Estados Unidos no votaran por el senador John Kennedy, debido a que era muy prepotente y majadero.
“Podemos ver que para el presidente el principio de no intervención ha estado regido por su visión ideológica. Interviene o no de acuerdo a sus filiaciones”, sentencia Estefan.