Lo que se viene en el 2016: El nuevo rumbo de América Latina
Lo que se viene en el 2016: El nuevo rumbo de América Latina
Gisella López Lenci

Hace nueve años, en estas mismas páginas, hablábamos de cómo la izquierda se había reforzado en América Latina. Los gobiernos de entonces, con Hugo Chávez a la cabeza, mostraban la fortaleza del papel del Estado y se ponía en evidencia un nuevo concepto: el socialismo del siglo XXI. El cuadro lo completaban en Ecuador, en Bolivia, Néstor Kirchner en Argentina, Lula da Silva en Brasil y Michelle Bachelet en Chile, aunque en un margen bastante más moderado. Era el escenario que nuestra región le mostraba al mundo.

“La izquierda se ha vuelto fuerte en América Latina. En todos los países, los partidos de tendencia izquierdista lo hicieron mejor que en el pasado”, decía a este Diario el analista chileno Patricio Navia.

Pero hoy el tablero muestra una realidad bastante diferente. Solo Morales y Correa siguen al frente con gobiernos ininterrumpidos y Bachelet consiguió su segundo mandato después del gobierno de derecha del millonario Sebastián Piñera.

Latinoamérica es otra. No solo porque el venezolano Hugo Chávez, el emblema de este nuevo socialismo, falleció, sino porque diferentes factores han repercutido en el cambio de percepción y el viraje político de los gobiernos del continente.

En Venezuela, la oposición logró hace un mes una victoria histórica y pasará a controlar el Parlamento desde la semana entrante, pese a las leguleyadas a las que ha recurrido el chavismo para revertir el resultado. En Argentina, el empresario terminó con doce años de gobierno kirchnerista. En Brasil, la corrupción ha puesto en evidencia millonarios negociados y ha colocado a la presidenta al borde del juicio político. Y en Cuba, el castrismo decidió ser más pragmático y retomó las relaciones con Estados Unidos. Tres hitos del 2015 que marcarán la senda de lo que vendrá en el 2016.

Pero estos acontecimientos no son autónomos. Están ligados a la economía y a la fiesta que vivió Latinoamérica durante una década con los altos precios de las materias primas. Esos años terminaron y hoy ya vivimos sus consecuencias.

“En una especie de década dorada entre el 2003 y el 2012, el crecimiento supersónico de China, los elevadísimos precios de las materias primas y recursos financieros muy baratos inundaron las economías emergentes generando una falsa sensación de prosperidad en la región”, señala Ernesto Talvi, director del grupo Brookings-Ceres para América Latina.

La mayoría de gobiernos de izquierda aprovecharon la ola del crecimiento y la sensación de prosperidad les permitió ganar elecciones y mantenerse en el poder. Con la aprobación de la población, Lula le pasó la batuta a Dilma en Brasil, en Argentina Néstor Kirchner le entregó el mando a su esposa Cristina, y Morales y Correa no dejaron de reelegirse en Bolivia y Ecuador.

Sin embargo, el precio del petróleo empezó a caer de manera estrepitosa, junto a la soya y los minerales, cuyas exportaciones se hicieron imprescindibles para el desarrollo de la región. La economía china inició su desaceleración y los grandes compradores –como Estados Unidos y Europa– decidieron reforzar sus mercados internos para dejar atrás sus propias crisis de desempleo.

La mayoría de gobiernos de izquierda en América Latina, que dictaron una serie de medidas controlistas, como las restricciones en el uso de dólares, empezaron a tener problemas de abastecimiento, fuga de divisas y capitales, inflación y recesión. Esto sumado al autoritarismo de sus gobernantes, altos índices de corrupción y mucha inseguridad.

Estos factores mellaron el apoyo hacia los gobiernos populistas. La reducción de la pobreza trajo un colchón más amplio de clase media, que ya no está dispuesta a perder todo lo conseguido.

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Problemas de crecimiento

Los principales organismos internacionales ya han advertido sobre el decrecimiento de la economía latinoamericana. Según proyecciones del FMI, en el 2015, que recién terminó, la economía de la región se redujo en 0,3%, lo que contrasta con la expansión del 0,5% que se preveía en julio pasado. Y para este 2016 se calcula una contracción de 0,8%.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) también redujo su perspectiva para el 2015 y situó la contracción en 0,4%, mientras que para este año prevé un crecimiento de apenas 0,2%.

“Es necesario retomar el crecimiento y revertir el ciclo contractivo de la inversión en un contexto de lenta recuperación mundial y caída en el comercio”, declaró hace unas semanas Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.

Durante su reciente estadía en Lima, Maurice Obstfeld, economista jefe en el FMI, explicó: “Como promedio vemos un cuadro pesimista para América Latina. En general, ello obedece a conmociones comunes, pero también a las circunstancias especialmente difíciles de dos países grandes como Brasil y Venezuela”.

Como explica Rogelio Núñez, analista de Infolatam, el ‘boom’ de las materias primas escondió muchos problemas institucionales de la región, en los ámbitos político, económico y social. “América Latina creció a un ritmo muy alto, sobre todo entre el 2003 y el 2008. Sin embargo, tal crecimiento no se basó en una apuesta por la productividad y la competitividad”.

El Perú, Colombia y Chile, que continuaron políticas económicas más abiertas, están mejor preparados para capear este temporal, pero sus economías también se han visto afectadas por la caída de sus exportaciones, basadas en sus recursos naturales.

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¿A la derecha o a la izquierda?

Pero como señala Christopher Sabatini, profesor de la Universidad de Columbia, sería un error decir que la izquierda ha perdido por completo su fuerza en Latinoamérica. Si bien los resultados de las urnas en algunos países no han sido favorables, tampoco han recibido derrotas aplastantes. Mauricio Macri ganó la presidencia por muy poca diferencia y no tiene mayoría en el Parlamento. El chavismo está lejos de desterrarse, a pesar de Nicolás Maduro, y Evo Morales sigue siendo muy popular en Bolivia.

“La derecha ha aprendido las lecciones. Hay un surgimiento del pragmatismo”, afirma. El 2016 supone un reto para los latinoamericanos. En un año más sabremos si los nuevos actores supieron adaptarse a esta compleja realidad.

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