La violencia de género es un problema que continúa afectando a millones de personas. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), se trata de “una de las más devastadoras violaciones de los derechos humanos”. La mayoría de víctimas son mujeres y adolescentes. Desafortunadamente, esto le ocurrió a Silvana Marconi, quien sufrió incontables agresiones. Sin embargo, un día ella tomó coraje y su vida cambió.
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Silvana tenía 21 años y compartía con su agresor un vínculo sentimental de casi una década. Tras una rutina de poca comunicación, apareció la violencia psicológica y, de inmediato, llegó la prohibición de trabajar. A pesar de los maltratos, nadie mencionaba lo que ocurría dentro de la casa.
La luz al final del túnel
Durante la última etapa de la relación, ella no aguantó más e hizo la denuncia, pero en aquel entonces los mecanismo de protección a la víctima eran aún escasos. “Había ido a un policlínico para que me haga un certificado para ir a denunciar -yo pensaba que se hacía así- y al examinarme, la médica dijo que mis golpes no eran ‘frescos’, que no podía hacer ningún certificado”, confesó Marconi en diálogo con El País de Uruguay.
A pesar de no contar con una red de apoyo, la mujer no se rindió y juntó fuerzas para irse de la vivienda. En 2004, Silvana empezó a cursar su segundo embarazo y temía por su hija. Afortunadamente, consiguió separarse y trató de empezar de cero.
Sobreviviente de violencia de género
Si bien prefirió no hablar del tema por bastante tiempo, en 2017 conoció algunos casos de feminicidio y sintió que debía contar su historia para ayudar a otras mujeres. Accedió a relatos narrados por familiares y, con el acompañamiento de una psicóloga, escribió su propio libro llamado Sobreviví: Mi historia de violencia doméstica (enero de 2018).
Una vez que publicó ese período de su vida, la ahora profesora de inglés recibió otros maltratos: “Cuando salió mi libro, empecé a hacerme un poco visible, me echaron de mi trabajo, mi mejor amiga se alejó por no creerme, porque desde la adolescencia nos contábamos todo, y no le entraba en la cabeza que yo no le hubiera contado eso, o sea que si yo no lo había contado, entonces no había pasado. Pero una no le cuenta a nadie las miserias de puertas para adentro, porque piensa que no se repetirán, que la persona ya cambiará, y me daba vergüenza hablarlo”.
Hoy en día, Silvana está casada y se siente orgullosa porque su relató llegó a países como Italia y Estados Unidos. También dedica su tiempo para concientizar sobre la violencia de género. “Se necesita desmitificar la violencia, acostumbrarnos a hablarlo y caer en la cuenta que esto pasa y más a menudo de lo que pensamos”, mencionó Marconi.
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