A pesar de que le avisaron 72 horas antes que tenía que volar a Polonia, la noticia no la agarró de sorpresa. A finales del año pasado, cuando la guerra entre Rusia y Ucrania ni se esbozaba, Estefanía Azaña postuló a los Equipos de Respuesta de Emergencia de la Agencia de la ONU para los Refugiados. La capacitaron y quedó a disposición.
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“No sabía a dónde me iban a mandar, pero como la guerra recién tenía un poco más de un mes, pensé que sería Ucrania o algún país cercano”, recuerda Azaña.
Le acertó. En abril la destacaron en Polonia. Estuvo en Varsovia y con frecuencia fue parte de misiones a la frontera con Ucrania, en Rzeszów y Lublin, como coordinadora de Prevención y Explotación y Abuso Sexual. Azaña se sentía cómoda con la misión: si se había anotado al programa de Acnur era porque tenía lo que se requería. Estaba preparada.
“Cuando vas a la frontera y ves a la gente entrando al país, te das cuenta que la mayoría son mujeres, niños, personas mayores, algunos con discapacidad y miembros de la comunidad roma. La mayoría son ucranianos”.
Entonces, según Acnur, Polonia era “el principal país de llegada de las personas refugiadas de Ucrania, con más de 3,5 millones” que entraron “desde el inicio de la guerra el 24 de febrero”. A inicios de marzo, llegaron más de 100 mil personas al día, cifra que se redujo a 20 mil en mayo.
Los informes dan cuenta lo esperable: la mayoría de refugiados huían de zonas severamente golpeadas por el conflicto, por lo que muchos pasaron “semanas escondidos en refugios antibombas y sótanos”. Para mayo, más 1.1 millones se registraron para ordenar su estatus migratorio y lograr acceder a servicios básicos. De ellos, el 94% eran mujeres, niñas y niños.
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¿Derechos humanos?-
En el 2006 se estrenó “Diamantes de sangre”, cinta protagonizada por Leonardo Di Caprio. Estefanía Azaña (Lima, 1991) la vio y, a pesar de que no se dio cuenta en ese momento, algo dentro de ella cambió. La certeza de querer estudiar en Bellas Artes se desmoronó: había algo en ayudar a los otros que le interesaba. ¿Cómo podía hacerlo? Probó con estudiar Derecho.
“Muchos años después, cuando volví a ver ‘Diamantes de sangre’, entendí cómo me había impactado, me di cuenta que me interesó en los derechos humanos al ver los campos de refugiados. Así fue como llegué al Ministerio de Relaciones Exteriores, al punto que pensé en ser diplomática”.
Una de sus profesoras en la Universidad de Lima era la presidenta de la Comisión Especial para Refugiados, y así entró a la cancillería. Postuló a la carrera sin suerte, y no hubo problemas porque, al poco tiempo, supo que no era lo suyo.
“Comencé trabajando en esa comisión y luego pasé a ser la oficial que se encargaba de las entrevistas para determinar si se otorgaba la condición de refugiado”.
Desde el 2015 y por poco más de tres años, estuvo en la Secretaría Técnica de la Comisión Especial para Refugiados. Allí se curtió. Claro que todavía recuerda su primera entrevista: a una mujer colombiana que huyó de la violencia de las FARC.
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“Cuando eres oficial de elegibilidad tienes que conocer lo que sucede en el país de origen, sus conflictos, etc. Pero cuando al frente tienes a esa persona que no decidió salir de su país porque quiso sino porque la vida y las circunstancias la obligaron, te impacta la realidad”.
“Escuchar el relato de una persona que no tuvo opciones es impactante. Al tener contacto cara a cara te das cuenta que no son cifras, sino personas con familias que enfrentan una serie de vicisitudes durante todo su trayecto hasta llegar a su destino”.
A pesar de tantos casos similares, Azaña no se ha vuelto insensible a las tragedias. Ella entiende que es natural construir ciertas defensas y que es importante tener cuidados con la propia salud mental, pero también hay momentos en los que uno debe dejarse afectar. “Siempre tuve claro que, en el momento en el que me sintiera inhumana, ya no podría seguir en esto”.
Acnur y la guerra en Ucrania
Azaña empezó a trabajar en Acnur en el 2018. No estuvo más de 15 días en Lima y la enviaron a la frontera de Tacna, donde actualmente trabaja como jefa de Terreno, aunque también monitorea lo que sucede en Cusco y Madre de Dios. Desde allí, supervisa las acciones de protección (que van desde cuestiones legales hasta ayuda psicológica), lleva un control sobre lo que sucede en las fronteras, da asistencia humanitaria y divulga cuales son los riesgos en las rutas de los migrantes.
De sus experiencias en Tacna, el caso que más la marcó fue el de una menor no acompañada, quien estuvo bajo la tutela de la Unidad de Protección Especial. Chile acaba de implementar las visas para que los venezolanos pudieran entrar a su territorio y esta chica, de 17 años, quería cruzar para encontrarse con su papá, a quien no veía desde los 12. Pero no podía, así que la apoyaron en todo sentido. Al día siguiente de cumplir la mayoría de edad y luego de llenar los formularios, cruzó después de esperar cinco años.
“Dos años después de reencontrarse con su papá, ella nos escribió para contarnos que había empezado a estudiar medicina y que quería ser pediatra. Nos escribió porque se dio cuenta a lo que había estado expuesta y para decirnos cómo el apoyo la ayudó a cambiar su realidad”.
Por la guerra entre Rusia y Ucrania, Azaña confirmó que cualquier persona se puede convertir en refugiada. “Uno puede asumir que vive en un país en el que las cosas van bien, pero eso puede cambiar en un segundo”. La misma lógica podría aplicarse a los venezolanos que huyen del caos de su país.
También confirmó que siempre se va a topar con actos de solidaridad. “Vi cómo, desde la sociedad civil, habían voluntarios para cargar las maletas de los refugiados. Imagínate a una mamá con tres hijos: no tiene manos para mover las cosas que logró sacar de su casa”.
Y, ¿cómo explica la actitud nociva de cierta parte de la sociedad? “La discriminación y xenofobia son reales, pero creo que eso sucede por falta de sensibilización, por tener poca información y no haber conocido a alguien que vive estas situaciones. Hay muchos mitos alrededor de esto. Hay quienes dicen: ‘Van a venir y se les va a dar absolutamente todo’, y no es tan sencillo. Pero cuando se les explica, se dan cuenta y entienden”.