La guerra entre disidentes de FARC y ELN (y sus nexos con Maduro) muestran que la paz aún está lejos de Colombia

Aunque el proceso de paz en Colombia se dio por terminado, oficialmente, en el 2016, tras la firma del acuerdo que logró, con bombos y platillos, el expresidente Juan Manuel Santos con las FARC, la guerra en el campo está bastante lejos de llegar a su fin. Sobre todo, porque los actores han cambiado y sus motivaciones también.

En otra etapa de esta guerra renovada, 24 personas murieron entre el pasado domingo y lunes luego de sangrientos enfrentamientos en el departamento colombiano de Arauca, fronterizo con Venezuela, entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) -que sigue activa en el país- y grupos disidentes de las FARC, que nunca se adhirieron al tratado de paz.

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Entre los fallecidos hay cuatro venezolanos, lo que muestra la complejidad de este renovado conflicto que implica a dos países que comparten frontera y cuyos gobiernos son, por ahora, irreconciliables.

“Estos grupos han estado operando a sus anchas en territorio venezolano con la protección del régimen dictatorial”, dijo el lunes el presidente colombiano, Iván Duque. Sin embargo, el ministro de Defensa de Venezuela, el poderoso Vladimir Padrino López, rechazó esas acusaciones y señaló que Duque culpa a Venezuela de los males de Colombia.

Los grupos disidentes de las FARC suman unos 5.200 combatientes, según el centro de estudios independiente Indepaz, y la mayoría de sus nuevos reclutas -alrededor del 85%- se adhirieron en los últimos años, es decir, nunca pertenecieron a la extinta organización que firmó el acuerdo de paz con el Estado colombiano.

Tanto los frentes de las FARC que siguen operando como el ELN continúan luchando por el control de pistas aéreas ilegales para exportar cocaína y otras drogas desde la zona de frontera, de acuerdo con inteligencia militar colombiana.

Los nuevos actores de un viejo conflicto

Para entender un poco más el conflicto es necesario entender quiénes se están enfrentando ahora.

Por un lado, el ELN (el Ejército de Liberación Nacional) es una guerrilla de ultraizquierda que surgió en los años 60 y que continúa en actividad, pese a que el número de insurgentes ha quedado bastante reducido: alrededor de 2.500 hombres y mujeres. Sin embargo, se calcula que la mitad de ellos operan en territorio venezolano, sobre todo en el fronterizo estado Apure.

Los grupos disidentes de las FARC se han reagrupado en diferentes frentes que siguen operativos, sobre todo en zonas rurales. Uno de los más fuertes es el Frente 10.

Román D. Ortiz, analista en seguridad basado en Washington y que residió muchos años en Colombia, cuenta a El Comercio la historia de este enfrentamiento: “El Frente 10 arrancó a finales de los años 90 y empezó a enfrentarse al ELN por controlar el corredor de narcóticos que hay en Arauca. El enfrentamiento dejó muchísimos muertos entre ambos bandos. Pero años antes de la desmovilización llegaron a una especie de acuerdo, que luego saltó con el tratado de paz”.

Así, tras el acuerdo de paz, ambos grupos continuaron enfrentándose en la zona. A esto habría que agregar otra variable: la Segunda Marquetalia, grupo disidente formado, en su mayoría, por exlíderes guerrilleros de las FARC que se apartaron del tratado, como ‘Iván Márquez’, ‘Jesús Santrich’ y ‘El Paisa’. Este grupo está basado, sobre todo, en Venezuela.

Entonces, los disidentes de las FARC están divididos. Por un lado, los frentes que operan en el interior de Colombia y que han sido articulados por el jefe guerrillero ‘Gentil Duarte’; y la Segunda Marquetalia, que está atravesando por una crisis ante el asesinato de personajes de alto perfil como ‘Santrich’ y ‘El Paisa’.

“La Segunda Marquetalia y el ELN están directamente conectados con el régimen chavista. Entonces, la línea de batalla ahora se establece entre estos dos grupos, por un lado, y del otro el frente 10 asociado a ‘Gentil Duarte’”, explica Ortiz.

El analista puntualiza, no obstante, que el ELN y el Frente 10 vienen enfrentándose desde hace varios años y que lo ocurrido esta semana no provocará un cambio o una ruptura en la situación actual. “La diferencia es que el Estado Colombiano antes era fuerte en el departamento de Arauca, lo cual ayudaba a mantener el ‘statu quo’. Uno de los factores claves es que la capacidad militar de Colombia se está desgastando, entonces eso hace todo más volátil y que haya más enfrentamientos entre estas bandas criminales”.

Tras lo ocurrido el lunes, el presidente Duque ordenó el envío a Arauca de dos batallones de 600 soldados, además de un reforzamiento de la seguridad en este departamento y el aumento de las actividades de inteligencia.

Una raya más para Duque

A esto habría que sumar el contexto político, pues Colombia ya entró en campaña electoral para las elecciones presidenciales de mayo, mientras que la imagen del mandatario Iván Duque continúa en caída libre.

Aunque el panorama todavía es indefinido, el candidato que tiene más apoyo, por ahora, es el izquierdista Gustavo Petro quien, de ganar las elecciones, tendría una postura más amistosa con Venezuela.

“Si Petro gana, es altamente probable que haya una negociación con el ELN”, señala Ortiz. “Uno de los objetivos de Petro es tratar de cambiar la Constitución y para eso necesita mayoría en el Congreso. Es difícil que lo consiga, pero podría generar apoyo a través de un proceso de paz, y ahí el ELN tendría un factor clave”, agrega.

¿Las próximas elecciones podrían, entonces, ser el escenario ideal para que el enfrentamiento guerrillero escale? Ortiz matiza lo que podría pasar en el corto plazo en Colombia: “Es verosímil pensar que la batalla entre el ELN y los hombres de ‘Gentil Duarte’ se extienda a otras zonas de Colombia, pero sobre todo en las áreas rurales. Yo tengo dudas que haya atentados urbanos porque eso sí tendría un impacto electoral, y a ninguna de estas organizaciones les interesa romper el rumbo actual de la campaña que es, por ahora, favorable a Petro”.

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