Durante las últimas semanas el nombre del expresidente boliviano Evo Morales, y de su círculo político más cercano, ha aparecido en diferentes informes -tanto periodísticos como gubernamentales- por una serie de actividades ligadas al Perú.
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Para comenzar, un reportaje realizado por el programa dominical “Panorama” en octubre, reveló que al menos desde septiembre de este año funciona en el Cusco una sede del Movimiento al Socialismo (MAS), partido con el que Morales llegó a la presidencia en el 2006 y del cual se mantiene como líder principal, denominado MAS-IPSP.
El mismo programa reveló que a través de dicha oficina política se propuso nombrar a Cecilio Máximo Ilasaca como cónsul boliviano en el Cusco, y que existe la intención de abrir otras sedes en nuestro país. Su objetivo es impulsar la conformación de una Asamblea Constituyente, la legalización de los cultivos de coca, la expulsión de la agencia antinarcóticos estadounidense DEA y la nacionalización de los hidrocarburos.
Según un artículo del diario “El Deber” de Bolivia, Ilasaca es un exfuncionario del gobierno de Morales, cercano al exviceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, y realiza seminarios sobre descolonización en el Cusco.
Adicionalmente, se conoció que Morales ingresó por lo menos en tres ocasiones al Perú desde que Pedro Castillo asumió la presidencia. Durante sus visitas se reunió con sindicatos de transportistas, cocaleros, maestros, además del cuestionado presidente de Perú Libre, Vladimir Cerrón, y Castillo.
A inicios de noviembre, además, Evo Morales convocó a una cumbre de Runasur, un movimiento nacido en abril de este año y que busca “articular una América plurinacional”, para el 20 y 21 de diciembre en la ciudad del Cusco.
Hoy, en #Argentina, impulsando el proyecto que lanzamos en Bolivia, llevamos a cabo la Segunda Reunión presencial de la Comisión Técnica de Runasur con el fin de organizar y convocar a un encuentro en Cuzco, #Perú, en diciembre de este año. pic.twitter.com/sr8PpekVuE
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) November 3, 2021
Este último evento motivó que la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República declare persona no grata a Morales en nuestro país tras considerar que realiza un “negativo activismo político”.
Finalmente, un informe presentado por la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) y difundido por Panorama revela que diferentes operadores políticos del otrora gobierno de Morales ingresaron al país sin ser registrados por Migraciones.
Si la derecha racista y fascista nos declara persona no grata quiere decir que estamos en buen camino. Me comenzaría a preocupar si la derecha no reacciona cuando identificamos a los enemigos políticos internos y externos de los pueblos. pic.twitter.com/DwVXQ4lqMw
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) August 15, 2021
Otro gran ausente en esta polémica ha sido el Ministerio de Relaciones Exteriores, quienes no se han pronunciado sobre el caso. El Comercio solicitó conversar con un vocero de Cancillería al respecto, pero no recibió respuesta.
“Según la Constitución, es el presidente de la República quien dirige la política exterior del país. Lo hace con un órgano de ejecución que es el Ministerio de Relaciones Exteriores. Puesto esto en contexto, es imposible que la Cancillería tome medidas que contravengan el pensamiento del presidente. Pero lo que sí es obligación del canciller es advertir al presidente sobre barbaridades como la que se están gestando. Lo menos que debe hacer el canciller es prevenir al presidente de que una reunión como esta no se realice”, comenta a este Diario el exviceministro de Relaciones Exteriores, Eduardo Ponce Vivanco.
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¿Qué busca?
Todos los eventos citados líneas arriba llevan a una gran pregunta: ¿Cuál es el interés de Evo Morales en el Perú?
Según el mismo Morales, él mantiene una agenda bilateral junto al Gobierno de Pedro Castillo. Cabe resaltar que desde su salida del poder luego de las masivas protestas en el 2019, Morales no ocupa ningún cargo en el actual gobierno de Bolivia, liderado ahora por su exministro de Economía, Luis Arce.
Sin embargo, la diputada boliviana Luciana Campero Chávez anunció que se encuentra investigando si Morales ingresó al país en calidad de diplomático.
Evo ha señalado que le presentó al presidente Castillo su “proyecto de América plurinacional de los pueblos para los pueblos” el 15 de agosto. Para Ponce, esto ameritaría una revisión constitucional sobre el accionar del mandatario peruano.
“Yo diría que linda con la traición a la patria. Lo que busca Morales, claramente, es llevarnos a una situación como la de Bolivia, una de división y que tendría lugar en regiones como Puno y Cusco. Lo más grave para mí es que contaría con el respaldo del presidente Castillo para llevar adelante esto, pues no ha mostrado ninguna acción contraria a ello”, señala el diplomático.
La gravedad del asunto, según Ponce, es que Morales pretende crear una gran nación aimara, conformada por pueblos indígenas del Perú, Bolivia, Argentina y Chile, pretendiendo que diferentes regiones de los citados países se integren en un nuevo estado.
Aunque es poco probable que esto suceda, no se podría descartar que motivaría una crisis social y divisionista en la denominada macrorregión sur del país, según Ponce y el mismo informe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.
“Es algo que va mucho más allá de la regionalización. En el Perú hay regiones, pero no naciones dentro de la nación. Los componentes de Runasur no son los partidos políticos sino los sindicatos, las etnias y demás movimientos sociales. Todos ellos están por debajo de la institucionalidad que nuestros países buscan preservar”, apunta Ponce.
Líder regional
La crisis del 2019 en Bolivia, motivada por las denuncias de fraude en las elecciones presidenciales que le habrían dado un nuevo período a Morales, luego de que este postulara ignorando un referéndum donde la mayoría de bolivianos rechazaba que lo hiciera, no solo se limitó al campo político.
Durante una visita a La Paz en diciembre del 2019, El Comercio pudo corroborar que la división social estaba cada vez más asentada. Con el paso de los años, la detención de la expresidente interina Jeanine Áñez y el regreso del MAS al poder, esta brecha fue aún más evidente. Principalmente con los choques entre los líderes regionales de Santa Cruz, férreos opositores a Morales, y el gobierno central.
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Este divorcio social, además, trajo consigo un serio impacto en la popularidad de Evo Morales en la opinión pública e incluso dentro de su propio partido.
Una fuente del mundo político boliviano que prefirió mantener el anonimato le dijo a El Comercio que la iniciativa regional de Morales respondería justamente a esta baja popularidad.
“(A Evo) le gustaría tomar el lugar de Lula (da Silva) en la región. Su sueño es volver a gobernar Bolivia. Para eso necesita el apoyo de países vecinos y necesita seguir liderando ciertos movimientos regionales”, señaló.
Y para llevarlo a cabo, Morales se estaría apoyando en la misma estrategia con la que consiguió su primera victoria presidencial, en el 2006.
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En ese sentido, el analista político boliviano y especialista en indigenismo Pedro Portugal explica a El Comercio que “Evo ha estado acostumbrado a ser el centro de atención en Bolivia y eso no lo puede olvidar. Para él es muy importante este tipo de eventos (Runasur), porque ofrece un traspatio donde se nutre para fortificar sus expectativas a nivel nacional. Entre el 2000 y el 2005 había un mito sobre lo indígena, propiciado por organizaciones no gubernamentales e instancias internacionales. Todos estos años de experimento político en Bolivia han demostrado la inanidad y los límites de esa ideologías, pero esos aspectos superfluos de lo que es el indígena aún no se ha experimentado en otros países y pueden generar el mismo entusiasmo que causó en Bolivia. Todo esto le sirve a Evo como una especie de reserva de energía para un contienda local que espera desarrollar próximamente en Bolivia”.
El mito al que se refiere Portugal gira en torno a la identidad indígena, asegurando que está separada de una identidad nacional o regional.
“Como si los problemas económicos y políticos dependieran de un tema de identificación. Se ha demostrado al menos en Bolivia que eso no tiene un asidero. Esa identidad sería diametralmente diferente a otras identidades como la latinoamericana o la mundial. Y estaría marcada por principios en los cuales el indígena es un ser casi alejado de la realidad: respeta a la naturaleza, habla con los animales, puede predecir el futuro, es un ser casi místico y portador de ciertos conocimientos que le volverían la reserva moral de la humanidad. Esos aspectos míticos planteados por la academia occidental se han demostrado totalmente insuficientes y alejados de la realidad en el caso boliviano. Pero podría servir de aliciente en lugares donde no ha pasado. Esto traería un apoyo emotivo, pero también uno de fuerza militante y, por qué no, de recursos materiales”, señala.
El experto también advierte que, si bien no sería su intención principal, la injerencia de Morales en la política peruana podría traer como consecuencia un fraccionamiento de la sociedad.
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“Evo no tiene una lectura ni interés concreto en la política interior peruana. Pero podría tener efectos desastrosos en las fuerzas internas que pueden luchar por dirigir la política peruana. Eso sucede siempre cuando una política interna está centrada en la expectativa ajena y no responde necesariamente al punto de vista de los actores locales. Esto es más grave porque ninguno de nuestros países en América del Sur ha logrado consolidar una identidad nacional; es decir, una nación con identidad más o menos homogénea y un Estado relativamente eficaz. El peligro de fraccionamiento es real en todos los países, especialmente en Bolivia y Perú. En Perú se da una región bastante homogénea en la parte del sur, tomando como centro la parte quechua y aymara. Si no se le trata de manera coherente podría traducirse en tendencias regionalistas que pueden amenazar la constitución de identidad nacional. Si eso se manifiesta, sería fruto de una desaprensión y no de un cálculo estratégico a nivel continental”, asegura.
La bandera de los hidrocarburos
Del abanico de temas que impulsaría la sede del MAS-IPSP en el sur del Perú destaca el de la nacionalización de hidrocarburos.
En noviembre del 2006, Morales firmó un decreto mediante el cuál anunciaba que nacionalizaría las empresas dedicadas a la explotación de hidrocarburos en Bolivia. En la práctica, lo que en realidad hizo su Gobierno fue obligar a dichas empresas a vender más de la mitad de sus acciones al Estado.
Dicha iniciativa, sumada al alza de precios de los hidrocarburos a nivel global, llevó al inicio del denominado “milagro boliviano”, una época de bonanza económica en el país altiplánico que catapultó la popularidad de Morales entre la población.
“La a nacionalización fue extremadamente buena en el corto plazo pero no es sostenible en el largo plazo para un país que tendrá que importar casi todos sus hidrocarburos”, señala a El Comercio Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos de Bolivia durante el Gobierno de Carlos Mesa.
“En el mediano o largo plazo vemos que el Estado empresario, sumado a elevados impuestos y una empresa estatal muy política está demostrando que esa bonanza se está llevando a un derrotero. Actualmente en Bolivia se importa cerca del 70% del diésel, 35% de la gasolina, en breve importaremos GLP y al ritmo que vamos, sin exploración, en el 2030 probablemente comencemos a importar gas natural. Eso no es un modelo sostenible”, agrega el experto.
Esta nueva realidad, a solo 15 años de haberse firmado dicho decreto ha llevado a que Morales saque el tema de los hidrocarburos de sus discursos en Bolivia. Sin embargo, ha decidido mantenerlos durante sus presentaciones en el extranjero.
Es por ello que cuando el Gobierno de Castillo deslizó la posibilidad de que se nacionalice Camisea, varias alarmas saltaron. Tal como menciona Ríos, el efecto inmediato podría llevar a pensar que la idea es beneficiosa para la población, pero al descuidar las exploraciones y con ello la explotación de nuevos lotes, duraría muy poco tiempo y traería consigo un incremento significativo en dichos productos al tener que importarlos.
“Una garrafa de 10 kilos cuesta 24 bolivianos (S/ 14,19) en mi país, vamos a tener que llevarla al nivel que tiene Perú (en Lima fluctúa entre los S/36,50 y S/46,50, según la plataforma Facilito de Osinergmin). Y más aún si tenemos que importar GLP, ahí tendríamos que ponerle precio internacional, sumado a que llevarlo a Bolivia es complicado”, concluye Ríos.
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