Si alguna académica estadounidense conoce sobre el Perú y América Latina, esa es Cynthia McClintock. Honrada con la Orden del Sol del Perú en el 2008, autora de libros e infinidad de artículos sobre nuestro país, además de experta en Sendero Luminoso, McClintock le dedicó desde Washington DC -donde dirige el Programa de Estudios Hemisféricos y Latinoamericanos de la Universidad George Washington- un tiempo a El Comercio para conversar acerca de nuestra región, la inestabilidad, el populismo, las derechas y las izquierdas latinoamericanas y la postura de Estados Unidos. Y cómo no, también de Pedro Castillo.
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—La elección de Gustavo Petro es histórica en Colombia por tratarse del primer presidente de izquierda del país. ¿Qué significa esta elección para América Latina? ¿Se reafirma la tendencia en la región hacia la izquierda?
Efectivamente, Petro es uno de varios presidentes de izquierda que han sido elegidos en América Latina, pero decir que son de izquierda es algo muy general. Lo que vimos en la elección en Colombia, y también lo vimos en el Perú, es que hay mucha polarización, porque también hay una derecha populista. En Colombia, con Rodolfo Hernández [que fue el rival de Petro en la segunda vuelta], y en el Perú con Rafael Lopez Aliaga. Hay presidentes como Nayib Bukele en El Salvador, que tampoco fue a la reciente Cumbre de las Américas y que es un populista de derecha. Debido a los problemas que están teniendo los gobiernos de turno, entonces los candidatos populistas están ganando fuerza.
—¿América Latina es terreno fértil para este populismo de derecha?
Yo creo que es un momento difícil para todos los gobiernos que están en el poder. Bukele es quizá una excepción [tiene una popularidad del 90%]. Si Hernández hubiese ganado la elección en Colombia no sé si la habría tenido fácil. Es un panorama muy complicado para cualquier gobierno, pues se siguen viviendo las consecuencias del COVID-19, hay problemas económicos, de inflación, la guerra en Ucrania. Creo que ahora hay una derecha bastante fuerte en América Latina, pero las izquierdas también tienen diferencias, con puntos de vista bastantes distintos sobre el cambio de clima o los derechos de la mujer.
—¿Cómo se diferencian estas izquierdas en América Latina? ¿Petro estaría más cercano a Gabriel Boric en Chile?
Todavía es temprano para Gustavo Petro, pero al igual que Boric, ha puesto en la campaña bastante énfasis en el cambio climático y los derechos de la mujer, y esto se ve en el hecho de que Francia Márquez, la vicepresidenta electa, es una activista afrocolombiana. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no tiene mucho interés en esto y no se ha mostrado muy seguro sobre qué hacer con el clima; Pedro Castillo tampoco. Petro sí ha sido claro en decir que no se continuarán las inversiones en gas o petróleo. Entonces creo que Boric está más por ese lado. Además, ambos han atraído muchos votos de los jóvenes.
—¿Cómo queda el eje Cuba-Venezuela-Nicaragua?
La impresión que yo tengo sobre Boric y Petro es que sí van a reconocer que quieren tener una relación formal con estos países. Ambos criticaron a Biden por no haber invitado a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la Cumbre de las Américas. Boric ha dicho en varias ocasiones que los autoritarismos de izquierda y de derecha son iguales. Creo que Petro va a tener una relación más pragmática con Nicolás Maduro debido al impacto de los migrantes venezolanos en Colombia.
—¿Pero los gobiernos dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua no se sentirán empoderados con la deriva hacia la izquierda de la región? ¿Crees que puedan aprovechar que hay más gobiernos de izquierda para legitimarse ante la comunidad internacional?
Es difícil esto. Ellos pueden tener relaciones con China, Rusia, pero la legitimidad va mucho más allá. El hecho que haya tantos venezolanos migrantes en la región, así como nicaragüenses que van a Costa Rica o los cubanos que siguen saliendo a Estados Unidos, muestra la realidad de estos países y que son gobiernos que tienen muchos problemas. Los otros gobiernos de izquierda en América Latina pueden criticar con algo de razón las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, Venezuela o Nicaragua, pero yo creo que prefieren tener una relación pragmática. Pero legitimidad no, pues en la cárcel hay muchos líderes que son críticos de estos gobiernos.
—¿Qué lección ha dejado la Cumbre de las Américas? ¿Quedó claro nuevamente que América Latina no es la prioridad de Washington? ¿Se ha reforzado la distancia entre Estados Unidos y la región?
La cumbre no fue lo que quisimos por ningún lado. Ya no son los años 90 cuando Bill Clinton y todos los presidentes latinoamericanos estaban a favor de la democracia y el libre comercio. Creo que todos los países en América Latina saben que Estados Unidos tiene muchos problemas, que acá hay mucha polarización, y lo peor para Joe Biden es que es muy difícil para los países latinoamericanos creer en sus promesas. Biden puede prometer mucho pero no puede cumplir. López Obrador y los presidentes centroamericanos lo saben. Se dieron anuncios de inversión privada para mitigar la migración, pero es complicado porque los montos no son los que se hubiesen querido. Sin embargo, pudo haber sido mucho peor. En la última cumbre del 2018 en Lima, Donald Trump decidió no asistir en el último momento y mostró que no tenía ningún interés en el multilateralismo. También hay que recordar la cumbre que hubo en Argentina después de la invasión de Estados Unidos a Iraq, cuando George W. Bush tuvo que salir antes del fin de la reunión, porque hubo muchas protestas violentas contra él.
Yo creo que los presidentes de América Latina entienden que es difícil la situación en Estados Unidos, que Biden tiene buenas intenciones; pero también reconocen que Venezuela, Cuba y Nicaragua son parte del hemisferio y que hay que trabajar juntos.
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—Queda pendiente la elección de Brasil y las encuestas, por ahora, señalan un posible retorno de Lula al poder. Con esto, la región ya pasaría a la izquierda…
Cuando Lula fue presidente, los problemas de su gobierno tuvieron que ver con Lavajato y Odebrecht, pero no se trató de un gobierno radical de izquierda. Además, hubo crecimiento económico, porque también esos años fueron buenos para América Latina. Lula tuvo una buena relación con Bush y Obama. Ya han pasado varios años desde que dejó el cargo y bastante ha ocurrido en Brasil y la región, él tiene más edad y vamos a ver cómo se desarrollan las cosas, pero no creo que si Lula gane en Brasil signifique que todos los presidentes estarán detrás de Venezuela para saludar a Maduro.
Lula también trabajó mucho por el cambio climático y en las cumbres bregó por un entendimiento entre Estados Unidos, China, los países latinoamericanos y africanos. Yo creo que él tiene una capacidad para unir, en parte porque Brasil es muy grande. En el aspecto ambiental podría unirse con Boric y Petro.
—Ahora estamos viendo protestas indígenas en Ecuador. ¿Las manifestaciones podrían terminar con una salida anticipada de Guillermo Lasso del poder?
Ecuador tiene una historia inestable con respecto a salida de presidentes, así como en el Perú. Es posible que ocurra. Lasso fue elegido no tanto porque los ecuatorianos quisieron un gobierno conservador sino porque tuvieron miedo del regreso de Rafael Correa. Él gobernó durante buenos momentos económicos, pero era visto como un corrupto, demasiado cercano a China, demasiado autoritario, y por eso Lasso terminó siendo elegido. La protesta indígena es muy complicada para él.
“No estoy de acuerdo con que Castillo sea de izquierda”
—¿Cómo se percibe la inestabilidad del Perú en el exterior?
La inestabilidad del Perú es una preocupación. A todos les gusta saber las reglas del juego y las políticas probables del gobierno de turno. Para los inversionistas, los cambios de las reglas del juego son especialmente difíciles.
—¿Cómo se puede calificar a Pedro Castillo? ¿Es realmente de izquierda?
En algunos artículos, la única palabra que se usa para referirse a Castillo es que es de izquierda, pero no estoy de acuerdo. No puedo pensar en ninguna cosa que haya hecho que se pueda decir que es de izquierda, aparte de lo simbólico, el hecho de que fue profesor de una parte pobre del Perú y que dijo que iba a representar al pueblo. Sin embargo, el sentimiento de muchos peruanos ahora es que Castillo no los representa. Gobernar en el Perú es difícil y hay que recordar que él obtuvo menos del 20% de los votos en primera vuelta. Muchos en el Perú piensan que Castillo ganó porque se enfrentó a Keiko Fujimori. Pero no creo que se pueda calificar a Castillo como un gobernante de izquierda. Tal vez se hace la calificación de que es de izquierda porque no se sabe qué más podría decirse sobre él.
—Castillo llegó al poder de la mano de Perú Libre, un partido que sí es de izquierda...
Vladimir Cerrón sí es de izquierda. Con su educación en Cuba, tiene esa visión de la izquierda de los años 60, muy distinto de Boric o Petro. Es de una izquierda muy tradicional. Pero Castillo es diferente a Cerrón y, más bien, lo que él está pensando ahora es sobrevivir en el cargo, pues él no está preparado para esos retos.
—¿Si Castillo sale del cargo antes de tiempo, se avizora la llegada de un populismo de derecha en el Perú?
No necesariamente. A veces el presidente del Congreso que ha reemplazado el mandatario ha estado muy centrado y capaz, como Francisco Sagasti y Valentín Paniagua. La elección del 2021 fue muy difícil porque ocurrió durante la pandemia, fue complicado hacer campaña y encuestas.