La pandemia de COVID-19 ha develado las innumerables falencias del sistema de salud en el Perú. Uno de los problemas más graves que se han constatado es la falta de oxígeno medicinal para atender a los internados por la enfermedad. Mientras que los peruanos han tenido que hacer interminables colas en busca de recargar un balón de oxígeno para salvar a algún familiar, en Chile la mayoría de camas hospitalarias tiene asegurado un punto del vital gas gracias a que el país cuenta con plantas productoras del mismo. Esto no solo ha llevado a que, según los expertos, nuestro vecino del sur tenga suministro de oxígeno “de sobra”, sino que además esté en la capacidad de donarnos 40 toneladas de ese recurso a la semana, según anunció el Gobierno de Francisco Sagasti.
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Según el exsubsecretario del Ministerio de Salud de Chile (MINSAL) y coordinador de camas del sistema integrado público-privado del país, Luis Castillo, todos los hospitales públicos tienen plantas de oxígeno líquido y por lo menos 10 hospitales a nivel nacional tienen plantas productoras de oxígeno.
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Entre la decena de hospitales que poseen plantas productoras se encuentran los de Futaleufú, Puerto Natales, Padre de las Casas y Alto Hospicio, además de algunos otros en zonas alejadas. Una dificultad para lograr el aporte de oxígeno en algunos lugares de Chile es el clima. En ocasiones la nieve produce bloqueos, y por eso tienen su propia producción de oxígeno.
“El oxígeno en Chile es un insumo extraordinariamente básico, como el agua o la electricidad. Acá oxígeno existe de sobra, una oferta adecuada para la necesidad que hemos tenido en la pandemia. No se ve un mercado negro de oxígeno, no existe. Cada paciente, cada familia que requiera oxígeno, lo tiene”, dijo Castillo a El Comercio.
En la herramienta estadística de la organización mundial sin fines de lucro PATH (Estados Unidos), casi todo Sudamérica proyecta un requerimiento de oxígeno importante, excepto Chile y Guyana Francesa. De acuerdo con información proporcionada por la organización a este Diario, no se ha necesitado identificar el requerimiento de oxígeno en el territorio chileno debido a que “tal vez ellos estén haciendo un buen trabajo” con la gestión del recurso.
Como en la mayoría de países, en Chile una cama UCI incluye respiradores, guardia médica, personal autorizado (enfermeras) y otro personal técnico. Está prohibido construir hospitales sin posibilidad de aporte de oxígeno, por lo que también se podría considerar al cilindro como un insumo básico para la cama UCI. Según Castillo, los balones de oxígeno medicinal no se cobran ni se prorratean en el costo de la atención del paciente, porque es un gasto que compete al hospital.
Mientras que en el Perú el requerimiento es de 42.137 cilindros de oxígeno al día, en Chile no hay un conteo específico por el momento, según Castillo, pues esto varía de acuerdo con la cantidad que el enfermo requiera, que podría ser unos 3 litros por minuto, mes o año. Depende de factores como el peso, la edad, la condición médica, el tamaño del balón, entre otros. Un enfermo podría requerir 1 litro de oxígeno por minuto y un paciente crítico hasta 10 litros en el mismo tiempo.
“Las plantas productoras que rellenan los tanques o los cilindros gigantes de oxígeno líquido están al 100% de concentración (de pureza química del oxígeno). Esa concentración se distribuye por las redes de cañerías o se envasa en cilindros al 100%, pero el oxígeno que le llega a la gente depende de la regulación que el médico da a la persona, que puede ser al 40%, 50%... depende”, explica Castillo.
“El oxígeno es un insumo muy necesario, tal como la sangre, el suero, los medicamentos básicos y otros, para mantener la salud de los pacientes que lo requieren, por lo mismo es considerado un bien esencial y está garantizado para todo habitante del país, según el Código Sanitario, sus reglamentos y la Ley de garantías explícitas en Salud”, expresó, por su parte, la especialista en Salud Pública de la Universidad de los Andes de Chile, Patricia Matus Correa.
Por eso, en los 380 hospitales y 100 clínicas grandes, medianas o pequeñas que existen, en promedio, en Chile, el oxígeno medicinal es un punto fundamental. Siguiendo la norma de diseño y construcción hospitalaria, generalmente los hospitales cuentan con un punto de oxígeno por cama médica, que proviene de la planta del mismo hospital (la conexión con la que se logra abastecer al paciente). Asimismo, tienen al menos dos puntos de oxígeno en el área de cuidados intensivos. Esto no ocurre mucho en hospitales pequeños, comunitarios, de 30 camas, donde hay menos puntos.
ALTA DEMANDA
Con el devenir de la pandemia, en los hospitales de Chile se duplicó la cantidad de consumo de oxígeno medicinal y empezaron a rellenar los balones de oxígeno cada dos o tres días. En algunos casos se tuvo que incluir un tanque auxiliar para depositar el oxígeno líquido.
Según el Servicio de Salud Metropolitano Central de Chile, el consumo de los pacientes del Hospital El Carmen de Maipú en Santiago, en su temporada pico, alcanzaba los 1.400 m3 diarios, que estaban cubiertos con una planta capaz de producir 5.000 m3 al día. A partir de junio y en un momento crítico por el COVID-19, la cifra llegó a ser de un consumo de 4.500 m3 a diario. Asimismo, se aumentó la dotación de cilindros de 10 m3 en las zonas de urgencia que no contaban con conexión a la red de gases.
Pero incluso antes, en mayo, cuando la demanda venía en ascenso, una de las cuatro empresas más importante de gas medicinal en Chile, Indura, recogió cilindros industriales que estaban en desuso y los acondicionó para que fueran seguros para envasar el gas medicinal. En un comunicado del gerente de la empresa, Marcelo Torres, se menciona que la compañía “ajustó y reenfocó sus operaciones para estar en condiciones de responder a este eventual incremento en la demanda de oxígeno”.
Durante seis meses, desde marzo hasta agosto, aumentó el gasto en el uso de oxígeno medicinal en Chile hasta en cinco veces más de lo normal, por lo que la capacidad de producción de las empresas también aumentó, precisó Luis Castillo. Por eso, adelantaron una proyección inmediata de 5 a 10 veces de lo que tenían en un tiempo “normal”.
Lo cierto es que Chile tiene una normativa de redes centralizadas y equipos para distribución de gases no inflamables de uso médico (2014) que especifica cuestiones de limpieza, mantenimiento, ensayos, entre otros. Además, existe mayor cumplimiento del Reglamento de Gases Medicinales de Uso Humano (2013), donde están anotados aspectos sobre el rotulado de identificación con “cruz griega” en los cilindros, así como el control de calidad o la distribución.
“En Chile, el sistema de producción es muy diferente al de ‘llena tu tanque’, que tenemos en el Perú. Es un país pequeño con una población menor a la peruana, pero mayor orden en las gestiones, y tienen mayor concientización sobre las medidas sanitarias. Estuvieron dos pasos adelante con el abastecimiento del oxígeno medicinal, porque la empresa privada puso el hombro. Lo que deberíamos hacer en el Perú es que todos los stakeholders, tanto la empresa privada como el Estado, se unan”, dice la profesora de la carrera de Administración y Negocios Internacionales de la Universidad Peruana de Ciencia Aplicadas (UPC), Delia Cerna.
Para la experta, el costo del gas y la falta de infraestructura son algunos de los problemas de los países latinoamericanos para abastecer a la población infectada de COVID-19. Por ejemplo, en Brasil, un país con más de 209 millones de habitantes (según cifras del Banco Mundial) que no cuenta con carreteras para llegar a algunas zonas recónditas, el oxígeno no funcionó exactamente como un medicamento esencial, tal como lo considera la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En tanto el Perú, que tiene 33 millones de habitantes, 1,24 millones de casos de contagiados por COVID-19 y 43.703 muertos por la enfermedad según la Universidad de John Hopkins, recién este año tuvo que bajar el nivel de concentración del oxígeno medicinal al 93% en la reglamentación del Gobierno, porque los familiares de los infectados no conseguían balones con concentración cercana al 100%, cantidad que estaba regulada en la norma antes de ser modificada, explica el jefe de la compañía RCH Ingeniería, Ricardo Chiarella.
“Lo que se debería hacer, y en algunos casos ya se está haciendo, es desarrollar una ingeniería complementaria para convertir el oxígeno industrial en medicinal. La diferencia entre ambos es que uno tiene impurezas y el otro no. Pero la planta de uso industrial se podría convertir en planta de uso medicinal. Habría que hacer algo de ingeniería en relación con los filtros y a la humedad, de tal manera de que podamos obtener un nivel de oxígeno según lo reglamentado por el MINSA. No es un cohete que se va a la luna, pero a algunas empresas de este insumo industrial no les interesa el campo medicinal porque no es su rubro, entonces nadie quiere invertir en transformar esas plantas”, puntualizó Chiarella.
Por lo pronto, no queda más que enfrentar el drama del oxígeno en el Perú confiando en que se seguirá con la construcción y diseño de nuevas plantas en el país, tal como lo anunció el presidente Francisco Sagasti. Mientras tanto, las 40 toneladas de oxígeno medicinal a la semana que Chile nos ofreció para amortiguar nuestra falta de este recurso es una muy buena noticia.