América Latina conoce de sobra la polarización, donde todo se divide entre “ellos” y “nosotros” y los grises son cada vez más difusos. Pero si hay un país donde eso está definido en una palabra, ese es Argentina. La emblemática “grieta” que separa a los kirchneristas de los antikirchneristas, lo malo y lo bueno, o viceversa, de acuerdo con el prisma con que se vea.
Lo ocurrido el jueves por la noche es la muestra máxima de esa división. El intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ha conmocionado a los argentinos, pero tampoco ha sorprendido por completo.
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La polarización se ha vuelto una constante en el discurso público del país y es probable que tampoco se diluya. Sin embargo, los mensajes de repudio contra el atentado fallido han sido unánimes, mientras la sociedad argentina no termina de digerir que su personaje político que desata más amores y odios en el país estuvo a punto de morir asesinada.
Por eso, miles de argentinos -partidarios kirchneristas pero también muchos independientes - llegaron ayer hasta Plaza de Mayo para manifestar su apoyo a Cristina Fernández y a la democracia argentina.
Ayer, el presidente Alberto Fernández, quien decretó feriado nacional y calificó la agresión como “el hecho más grave desde que recuperamos la democracia”, en 1983, convocó a la Casa Rosada a representantes de los sectores sindicales -que son básicamente peronistas-, empresariales, de derechos humanos y de diferentes religiones con el fin de “construir un amplio consenso contra los discursos del odio y la violencia”.
Durante la mañana, el mandatario también visitó a Cristina en su departamento en el barrio de Recoleta, donde estuvo unos 40 minutos. La calle donde vive la vicepresidenta ha sido acordonada por la policía y calificada como “escena del crimen”, pues fue allí donde el atacante, Fernando André Sabag Montiel, intentó dispararle sin éxito.
Desde el Poder Judicial, la Corte Suprema también expresó su “más enérgico repudio” y subrayó el compromiso de la Justicia “para esclarecer este lamentable hecho”.
El senador Oscar Parrilli, uno de los hombres más cercanos a la vicepresidenta, dijo a los periodistas que “está impactada y conmocionada” pero “tiene su espíritu y temple intactos, y en este sentido está bien”.
Más temprano, la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo se acercaron al departamento de Fernández de Kirchner para tomarle su declaración como testigo. Según explicó el diario “La Nación”, el expediente está caratulado como “tentativa de homicidio agravado”.
Un país dividido
Aunque las investigaciones están en curso, el atacante está detenido y se trata de esclarecer qué hubo detrás del intento de magnicidio, de lo que no hay mayor duda es que es un punto de quiebre en el país.
“Es un punto de inflexión porque escalar en más niveles de polarización ya no es posible”, señala a este Diario desde Buenos Aires el consultor político y analista argentino Facundo Cruz.
“Esto tiene que ser un momento en el país para reflexionar, dar marcha atrás y empezar en la construcción de una convivencia democrática en el país”, agrega.
¿Pero eso puede ser posible en una sociedad que está tan dividida y, sobre todo, con una figura tan polarizante como la de Cristina?
“Tengo un choque entre mi esperanza y lo que creo que va a pasar. Mi esperanza es que se termine con la polarización y el bajo nivel que ha adquirido la discusión pública argentina, pero mi intuición e impresión es que no va a bajar el nivel de polarización política. No sé si va a seguir escalando, ¿pero qué sigue después de un intento de magnicidio?”, reflexiona Cruz.
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Los analistas de la consultora Control Risks, Gabriel Brasil y Marina Pera, especialistas en el cono sur, manifestaron a El Comercio que el ataque a la vicepresidenta “refuerza los altos niveles de tensión social que vive actualmente Argentina en medio de su crisis económica y de las dificultades del gobierno para mantener su estabilidad”. No obstante, añaden que las respuestas iniciales del ‘establishment’ político han sido cohesionadas y positivas al rechazar cualquier escalada violenta en el entorno institucional del país.
Juan Negri, director de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires, considera que lo ocurrido sí aumentará la polarización: “El peronismo se siente agraviado y varios sectores están adoptando posiciones muy radicales. La población además absorbe esto de manera muy polarizada. Por un lado, los votantes de Cristina rememoran el pasado y hacen un paralelismo entre lo que ha pasado y todo lo que fue la lucha entre peronistas y antiperonistas del siglo XX. De otro lado, para los más antiperonistas esto es ficticio y una actuación”.
En la compleja política argentina, no es un secreto que quien lleva los hilos del poder es Cristina Fernández, y que sus encuentros y desencuentros con el presidente Alberto Fernández han ido marcando la agenda desde que el peronismo regresó al poder en el 2019.
¿Puede tambalearse aún más la figura del mandatario? “Alberto Fernández ya es un presidente débil”, expresa Negri. “Pero este hecho sí lo podría fortalecer si se genera una especie de unificación del frente oficialista, que ha sufrido muchísimos problemas de gobernabilidad producto de sus diferencias internas, pero esto podría servirles como una especie de bálsamo y un pretexto para mantenerse juntos”, agrega el politólogo.
Sin embargo, señala que todo depende de la actitud que tenga el gobierno: “Hay que ver si está a la altura y busca moderación, o si aprovecha esta situación lamentable para echarle la culpa a la oposición, con lo cual aumentaría la polarización”.
Brasil y Pera también consideran que el incidente puede afectar positivamente a la gobernabilidad, sin embargo, esto no durará mucho: “Por más que Alberto y Cristina ya habían enfriado la disputa interna de poder entre ellos en las últimas semanas debido al juicio que enfrenta la vicepresidenta, la cohesión del gobierno posiblemente va a permanecer débil hasta el fin del mandato de Fernández. Los desafíos económicos, centrales en los problemas de gobernabilidad de Alberto Fernández, también van a permanecer. El efecto positivo a la situación será, por eso, limitado”.
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¿Ganancia política?
El otro aspecto para considerar es el aprovechamiento político de la situación, tanto desde el oficialismo como de la oposición en términos electorales, sobre todo cuando en el 2023 serán los comicios generales.
“Es demasiado temprano para saber cómo se van a desarrollar los acontecimientos, pero sí creo que esto va a tener consecuencias políticas y va a ser un elemento que va a estar presente en la definición de candidaturas. Pero sí le da una centralidad a la vicepresidenta y la pone en una posición de víctima, que a ella le resulta cómoda, si bien lo que ha ocurrido es un hecho muy lamentable”, dice Negri.
Facundo Cruz prefiere esperar un poco más para hablar de opciones electorales: “Todavía falta que hable Cristina, y ella dará una lectura de lo sucedido y seguramente lo que diga va a marcar la agenda de ahí en adelante”.
Un detalle final, y no menor, es la deriva que tomará el proceso judicial que se le sigue a la vicepresidenta. Justamente, lo ocurrido el jueves se dio en un contexto de fuerte tensión luego que el pasado 22 de agosto el fiscal Diego Luciani pidiera para ella una condena de 12 años de prisión, en el marco del juicio que se le sigue por fraude y corrupción.
Brasil y Pera concluyen: “Desde el punto de vista político -lo que en Argentina tiene relevancia por la considerable politización de ciertos temas judiciales– lo ocurrido servirá como respaldo a las narrativas de los kirchneristas de que la justicia y los opositores persiguen a la vicepresidenta. Entonces, se espera que la politización del juicio aumente significativamente en las próximas semanas”.
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