Ámsterdam le advirtió a los turistas británicos, que van en busca de sexo y drogas, que “se mantengan alejados”.
La alcaldía de la ciudad holandesa está impulsando una campaña digital, dirigida a hombres británicos de 18 a 35 años, para desalentar el turismo.La iniciativa forma parte de los esfuerzos para limpiar la reputación de Ámsterdam y que deje de ser la capital de la fiesta más liberal de Europa.
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Las imágenes publicitarias son contudentes. Los videos muestran a un grupo de hombres tambaleándose en la calle, esposados por la policía, tomándoles las huellas dactilares y sus fichas policiales.
Los anuncios promocionados por Ámsterdam buscan resaltar los riesgos asociados con al consumo excesivo de alcohol y drogas. Estos se activarán cuando las personas en Gran Bretaña busquen en línea términos como: "despedida de soltero", "hotel barato" o "recorrido por los bares de Ámsterdam".
Las advertencias son categóricas: "un fin de semana largo en Ámsterdam puede producir recuerdos equivocados", "el escapismo que deseas en la famosa capital de la fiesta podría dar lugar a convicciones ineludibles".
El turismo desde Reino Unido
Los británicos pueden encontrar vuelos de regreso a Ámsterdam por US$62.
Las agencias de viajes con sede en el Reino Unido también ofrecen fines de semana para despedidas de soltero en Ámsterdam, incluidos cruceros en barco por los canales con bebidas alcohólicas ilimitadas, noches de "bistec y striptease" y recorridos por los bares de la zona roja.
Durante años, los vecinos del lugar se han quejado de algunos visitantes británicos que borrachos orinan en público, vomitan en los canales, se desnudan y participan en peleas.
Una historia que lleva años
No es un fenómeno nuevo. Hace casi una década, el entonces alcalde de Ámsterdam invitó a su par londinense, Boris Johnson, que había descrito la ciudad como "sórdida", a que viera lo que hacían los británicos.
"No usan abrigo mientras recorren el barrio rojo, cantan 'nunca caminarás solo', están vestidos como conejos o sacerdotes y, a veces, no están vestidos. Me encantaría invitarlo para que lo presencie", dijo Eberhard van der Laan en ese momento.
Los críticos argumentan que las campañas publicitaria dirigidas a un público específico son discriminatorias y se basan en estereotipos injustos.
En los Países Bajos, las cafeterías pueden vender cannabis siempre que cumplan con ciertas condiciones estrictas, como no servir bebidas alcohólicas ni vender a menores.
"Los turistas vienen por los museos y también por las cafeterías", dijo Joachim Helms, dueño de la cafetería Greenhouse.
Una mujer de unos 60 años asintió con la cabeza y señaló que sus clientes provienen de todos los estratos sociales y económicos y que los intentos de excluir a determinadas personas, en función de su edad y género, violan los principios de libertad, tolerancia e igualdad de los que Ámsterdam se enorgullece.
Pero las calles empedradas, llenas de bicicletas, y los canales angostos están bajo amenaza.
Ámsterdam es una de las ciudades más visitadas del mundo. Alrededor de 20 millones de visitantes, incluidos un millón de británicos, visitan cada año esta ciudad de 883.000 habitantes.
El exceso de turismo está poniendo a prueba la tolerancia de los vecinos y ha obligado a la alcadía a actuar.
Los afiches publicitarios que se muestran en la zona roja muestran fotos de los residentes con palabras que recuerdan a los visitantes: "Vivimos aquí".
La alcaldía está en el proceso de trasladar las famosas vidrieras iluminadas con luces de neón, donde las trabajadoras sexuales desfilan para el comercio, fuera del corazón residencial de la capital a una nueva "zona erótica".
Por ahora, los rumores sobre prohibir el comercio sexual por completo se han desvanecido. Lo que están haciendo es incluir normas más estrictas: a partir de este fin de semana, los burdeles y bares cerrarán antes y en mayo entrará en vigor la prohibición de fumar cannabis en las calles la zona roja y sus alrededores.
Todavía está debate si debe prohibirse la entrada de turistas a los cafés de cannabis.
La cantidad de visitantes
La misión de Ámsterdam es hacer que la industria sea menos sórdida, más sostenible y convertir en la ciudad en un lugar más habitable.
Pero muchos ciudadanos, que viven en las casas antiguas, altas y estrechas que bordean los anillos del canal del siglo XVII, dicen que los hombres jóvenes no son el problema, sino la gran cantidad.
"Se siente como si estuviéramos viviendo en Disneylandia o en un zoológico", me dijo la familia Visser.
El vicealcalde Sofyan Mbarki afirmó que Ámsterdam está tomando más medidas en paralelo con otras ciudades de Europa.
"Los visitantes seguirán siendo bienvenidos, pero no si se portan mal y causan molestias", agregó.
La gente ha estado respondiendo a la campaña en las redes sociales. Un hombre dijo bromeando que "a mí me parece más un anuncio publictario" de la ciudad. Otro comentó que era un "misterio por qué personas de 18 a 35 años se sentirían atraídas por una ciudad con cafeterías donde está lagalizada la droga y los burdeles".
Otros parecen escépticos de la campaña, como una mujer que escribió: “Quieren ganar dinero con las familias y los museos, pero saben que es la marihuana y la luz roja lo que hace que la ciudad siga funcionando”.