Un auto envuelto en llamas se consume junto a la valla de una carretera que atraviesa el pueblo de Velyki Vyazomy, en la periferia de Moscú. A pocos metros, un hombre se toma la cabeza, horrorizado. Un cuerpo yace tendido junto al vehículo, es el de Darya Dugina, quien acaba de morir ante la atónita mirada de su padre, Alexander Dugin, conocido como el Rasputín del presidente ruso Vladimir Putin.
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Hasta el momento, las autoridades no tienen mayores detalles sobre la muerte de Dugina. Las primeras teorías apuntan a un posible atentado con explosivos que habrían tenido como objetivo a Dugin, pues debían viajar en el mismo vehículo. La muerte de la joven, además, ha encendido los discursos de diferentes comentaristas que ya exigen una venganza contra Ucrania, pese a que el gobierno de Kiev ha rechazado cualquier vínculo con el suceso.
“No somos un estado criminal”, dijo el consejero presidencial ucraniano, Mijaílo Podoliak.
TRAS LOS PASOS DEL PADRE
Alexander Dugin es conocido como el “ideólogo” o Rasputín de Vladimir Putin, debido a su cercanía con el presidente ruso pese a no ocupar ningún cargo oficial.
Este filósofo de 60 años se consolidó como figura pública en la década de los 90, al exponer su visión de Rusia como una “Roma eterna” en sus artículos publicados en el diario de extrema derecha Den.
Por esos mismos años, además, cofundó el Partido Nacional Bolchevique. Dugin ha demostrado sus ambiciones por crear un mundo multipolar, explotando el potencial de Eurasia y otorgándole un rol preponderante a Rusia en este nuevo orden.
Estaría detrás de las campañas militares de Putin sobre Ucrania, tanto en la anexión de Crimea en 2014 como en la actual ofensiva.
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Daria Dugina, por su parte, mostró poseer la misma línea ideológica que su padre y ya comenzaba a servir para los intereses del Kremlin.
De 30 años, filósofa y periodista, Dugina se dedicó durante los últimos meses a defender la agresiva política exterior de Putin, justificándola como la medida necesaria para combatir al “totalitarismo occidental”.
“Esto es totalitarismo liberal, esto es fascismo liberal, esto es totalitarismo occidental (...) Ha llegado a su fin”, así describía Dubina el enemigo al que enfrentaba Rusia, según una entrevista brindada horas antes de su muerte a una radio local y recogida por The New York Times.
Pocos días antes, el martes, Dugina participó de un programa televisivo donde aseguraba que “el hombre occidental vive en un sueño, un sueño que obtuvo de su hegemonía global”. Mientras que el viernes brindaba un discurso durante el evento Army 2022 sobre “los mapas mentales y su papel en la guerra centrada en la red”, en el que aseguraba que la masacre cometida por los rusos en Bucha fue un montaje elaborado por Occidente.
En junio había viajado a Mariupol luego de que esta cayera en manos rusas, para asegurar que la planta de acero de Azovstal, escenario de la resistencia ucraniana, estaba llena de “satanismo” y “energía negra”, reporta The New York Times.
SANCIONES EN SU CONTRA
Si bien no tenía mayor influencia en el Gobierno o se trataba de una figura de renombre nacional, Dugina tenía una importante llegada en los círculos ultranacionalistas rusos.
En marzo, Estados Unidos la incluyo en su lista de sanciones por considerar que dirigía un portal de desinformación creado por el oligarca Yevgeny Prigozhin.
En julio, Reino Unido también le aplicó sanciones por considerarla una “colaboradora frecuente y de alto perfil de desinformación en relación con Ucrania y la invasión rusa de Ucrania en varias plataformas en línea”.
La muerte de Dugina ha impactado profundamente en los círculos más radicales de Rusia. “No entiendo por qué todavía hay edificios en pie en la calle Bankova en Kiev (donde se ubica la oficina presidencial)”, se preguntaba Tigran Keosayan, un conductor televisivo alineado con el gobierno.
“El enemigo está en las puertas (...) Descansa en paz, Daria. ¡Serás vengada!”, escribía por su padre Akim Apachev, músico y nacionalista ruso, junto a una fotografía de la joven y su padre.
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