Rusia atacó el estratégico puerto de Odesa, informaron el martes funcionarios ucranianos, en un aparente intento por afectar las líneas de suministro y los envíos de armas occidentales que son fundamentales para la defensa de Kiev.
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La capacidad de Ucrania para frenar a un ejército ruso más grande y mejor armado ha sorprendido a muchos que habían previsto que el conflicto terminaría mucho más rápido.
Mientras la guerra atraviesa su décimo primera semana y Kiev frena el avance a las fuerzas rusas, e incluso organiza una contraofensiva, el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano pareció insinuar que el país podría ampliar sus objetivos más allá de simplemente hacer retroceder a Rusia hacia las zonas que ella o sus aliados tenían el día de la invasión del 24 de febrero.
Uno de los ejemplos más notables de la capacidad de Ucrania para evitarle a Rusia victorias fáciles es Mariúpol, donde combatientes ucranianos permanecen atrincherados en una planta siderúrgica, negándole a Moscú el control absoluto de la ciudad. El regimiento que defiende la planta dijo que los aviones de guerra rusos seguían bombardeándola.
En los últimos días, Naciones Unidas y la Cruz Roja organizaron un rescate de los que se presumía eran los últimos civiles atrapados en la planta. Pero dos funcionarios dijeron el martes que se creía que todavía había unos 100 en los túneles del complejo. Otros señalaron que era imposible confirmar la información.
En otro ejemplo del espeluznante balance de la guerra, las autoridades ucranianas dijeron que habían encontrado los cuerpos de 44 civiles entre los escombros de un edificio destruido hace semanas en la ciudad nororiental de Izium.
Mientras tanto, nuevas cifras de la ONU mostraron que 14 millones de ucranianos se han visto forzados a abandonar sus hogares hasta finales de abril, incluidos más de 5,9 millones que han salido del país.
En Washington, un alto funcionario de inteligencia testificó el martes que entre 8 y 10 generales rusos han fallecido en la guerra. El teniente general Scott Berrier, quien dirige la Agencia de Inteligencia de la Defensa, comentó a una comisión del Senado que debido a que Rusia carece de un cuerpo de suboficiales, sus generales tienen que ir a las zonas de combate y terminan en posiciones peligrosas.
Ucrania dijo que las fuerzas rusas lanzaron el lunes siete misiles hacia Odesa, impactando un centro comercial y un almacén en el puerto más grande de la país. Una persona murió y cinco más resultaron heridas, informó el ejército.
Imágenes mostraron un edificio en llamas y escombros, incluido un zapato deportivo, durante la ola de destrucción en la ciudad del Mar Negro. El alcalde Gennady Trukhanov visitó más tarde el almacén y dijo que “no tenía nada en común con infraestructura militar u objetos militares”.
Ucrania dijo que al menos parte de la munición era de la época soviética, lo que reduce la precisión de los ataques. En tanto, funcionarios ucranianos, británicos y estadounidenses advirtieron que Rusia agota rápidamente sus reservas de armas de precisión, lo que aumenta el riesgo de que emplee cohetes no guiados a medida que se alarga el conflicto.
Después que las fuerzas del presidente ruso Vladimir Putin fracasaron en su intento por tomar Kiev en los primeros días de la guerra, Moscú tomó la decisión de enfocarse en el Donbás, el corazón industrial de Ucrania en el este del país. Sin embargo, un general ha dicho que entre los objetivos de Rusia también está cortar el acceso de Ucrania a los mares Negro y de Azov.
Eso también le daría una extensión de territorio que conectaría a Rusia con la Península de Crimea, la cual se anexaron de Ucrania en 2014, y Transnistria, una región independentista prorrusa en Moldavia.
Incluso si no logra su objetivo de cortar el acceso de Ucrania al mar —y no parece tener la capacidad para lograrlo_, los ataques de misiles que sigue sufriendo Odesa reflejan la importancia estratégica de la ciudad.
El ejército ruso ha atacado varias veces el aeropuerto de la ciudad y afirma haber destruido varios cargamentos de las armas occidentales que han sido cruciales para la resistencia ucraniana.
Odesa también es un importante punto de salida de los cargamentos de grano y el bloqueo ruso sobre la ciudad ya amenaza el suministro global de alimentos. La ciudad es una joya cultural apreciada por rusos y ucranianos por igual y tiene un gran significado simbólico.
En Mariúpol, los rusos también mantuvieron su ofensiva contra la planta siderúrgica de Azovstal, informó el regimiento Azov, lanzando 34 ataques hacia el complejo en las últimas 24 horas. También continuaron los intentos de asalto a la planta, dijo.
Petro Andryushchenko, asesor del alcalde de la ciudad, estimó en redes sociales que al menos 100 civiles seguían atrapados en la acerera de Azovstal. El gobernador regional de Donestk, Pavlo Kyrylenko, dijo el martes que esos civiles eran personas “que los rusos no han seleccionado” para su evacuación.
Ninguno de los dos funcionarios especificó cómo es que sabían que todavía había civiles en la planta, un laberinto de túneles y búnkeres repartidos en 11 kilómetros cuadrados (4 millas cuadradas). Sviatoslav Palamar, subcomandante del regimiento de Azov, dijo a The Associated Press que no podía confirmar que hubiera civiles. El alcalde Vadym Boichenko también señaló que no había forma de saberlo.
Ante los problemas de las fuerzas rusas para ganar terreno en el Donbás, analistas militares sugirieron que atacar Odesa podría servir para generar preocupación sobre el suroeste de Ucrania, lo que podría obligar a Kiev a destinar más tropas a ese lugar. Eso alejaría sus fuerzas del frente oriental, donde el ejército contraataca cerca de la ciudad de Járkiv, en el noreste del país, y trata de empujar al contingente ruso al otro lado de la frontera.
Járkiv y sus alrededores sufren ataques rusos constantes desde que comenzó la guerra a finales de febrero. En las últimas semanas, imágenes aterradoras mostraron los horrores de esas batallas, y se podían ver cuerpos carbonizados y destrozados esparcidos en una calle.
Docenas de cuerpos se encontraron en un edificio de cinco plantas que se derrumbó en marzo en Izium, a unos 120 kilómetros (75 millas) de Járkiv, dijo Oleh Synehubov, gobernador de la región.
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