De un lado de la mesa, los rusos vestidos con saco y corbata. Al frente, los ucranianos con uniformes militares y ropas menos formales. En esas condiciones se reunieron este lunes 28 en la región fronteriza de Gómel (Bielorrusia) las misiones diplomáticas de Rusia y Ucrania. Su objetivo: tratar de pactar la paz. Mientras tanto, la guerra continúa y el presidente Volodimir Zelenski se esfuerza para adherir Ucrania a la Unión Europea de forma exprés. ¿Será que ya se empieza a gestar el fin del asedio orquestado por el presidente Vladimir Putin? Sobre ello conversamos con Mayte Dongo Sueiro, doctora por la Freie Universität Berlin especializada en relaciones internacionales y profesora de la PUCP.
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—Parece que lo único que Ucrania tiene para ofrecer es su rendición y futura neutralidad. ¿Es así? ¿Hay algo más que le pueda interesar a Rusia?
Antes de iniciar el diálogo, a los rusos les preguntaron cuál era su posición y ellos respondieron que era secreta, lo que daría cuenta que tienen más objetivos que los que han dado a conocer. Ahora bien, Ucrania no puede ofrecer mucho más, considerados sus intereses nacionales. Idealmente para los rusos, conseguirían una mayor influencia en Ucrania con un gobierno más amigo, o se asegurarían el control en las regiones que recientemente aceptaron como independientes. Pero no creo que Ucrania esté dispuesta a ceder.
—Hace poco, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, dijo que Occidente los había abandonado. Esto podría darle una opción para terminar la matanza: cambiarse de lado y apoyar a Putin. ¿Tendría sentido?
No. Zelenski responde a la demanda interna ucraniana que, en este siglo, ha estado mayoritariamente a favor de Occidente y a la Unión Europea, específicamente, tanto así que salieron a protestar cuando no se firmó el tratado de asociación con la UE. Estar cerca de la OTAN no es un capricho, así que no puede cambiar de camiseta porque es lo que conviene en este momento.
—¿Aun cuando el tema de la OTAN jamás tuvo pies ni cabeza?
Cuando uno escucha a los europeos hablar del tema, queda claro que era muy difícil la adhesión de Ucrania. Primero porque es un proceso que toma años, y segundo porque es muy difícil que lo logren. En el 2008, Francia y Alemania estuvieron en desacuerdo.
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—¿Diría, entonces, que queda claro que Rusia tomó este asunto como excusa para invadir?
No sé si fue una excusa, pero lo parece por momentos. Esto hace que uno se pregunte qué cambió para que Rusia tomara la decisión de atacar de un momento para otro y no en años anteriores. También invita a pensar qué hay detrás de todo esto, qué es eso que no sabemos ni se deja ver con claridad.
—Todas las negociaciones anteriores fracasaron. ¿Sería lógico pensar que las que se desarrollan en Bielorrusia tampoco tendrán éxito?
Me parece que son diferentes. Recordemos que el último diálogo lo impulsó Emmanuel Macron y que, aunque al principio Putin se mostró interesado, luego declinó. En esta ocasión es el mismo Putin quien, luego de iniciarse el conflicto, sostuvo que estaba dispuesto a hablar. Incluso se dirigió a las Fuerzas Armadas de Ucrania para que depusieran las armas. Solo con eso podríamos pensar que la estrategia de Putin era iniciar el conflicto, pero que no se extienda demasiado. Él sabe que las sanciones económicas no son trascendentales ni van a doblegarlo, que las puede aguantar, pero que en el largo plazo no le conviene. Recuerda que, en el caso de Crimea, no funcionaron y se quitaron al poco tiempo.
En esta oportunidad, por lo menos, existe la posibilidad de que se sincere. Antes las negociaciones eran impulsadas por Occidente y en un territorio también occidental. Ahora discuten en Bielorrusia, país aliado de Putin, por lo que podríamos pensar que se siente más cómodo. El conflicto no se va a resolver de un día para otro, necesariamente, pero este espacio tiene más posibilidades de diálogo porque fue impulsado por Rusia, que antes no quería hablar.
—Rusia podría atacar con más fuerza. ¿Por qué negociar?
Rusia tiene varios objetivos que todavía no son claros, y ya sabemos que está dispuesta a conseguirlos de manera bélica. Pero también podría llegar a ellos a través del diálogo. Putin sabe que los ucranianos no van a dar su brazo a torcer tan fácilmente, pero ahora es más fácil presionarlos o pedirles que acepten más de lo que pudieran haberles demandado hace unas semanas. Actualmente, Rusia tiene una posición de mayor ventaja: antes, eran Ucrania y sus aliados, quienes siguen enviando armas, aunque no participando directamente, porque meterse a pelear significaría la Tercera Guerra Mundial.
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