Mientras la ciudad portuaria de Mariúpol, en el sureste de Ucrania, era arrasada por las bombas rusas, cientos de civiles, en su mayoría mujeres y niños, buscaron refugio en un teatro cerca del paseo marítimo de la ciudad, un gran edificio de la era soviética.
El 16 de marzo, una bomba cayó sobre el teatro y en cuestión de segundos el edificio se partió en dos y quedó en ruinas. Todavía se desconoce cuántas personas murieron.
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La BBC habló con sobrevivientes que describieron por primera vez lo que sucedió cuando detonó la bomba.
Durante toda la mañana, los aviones rusos habían estado sobrevolando los cielos de la ciudad.
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Mariia Rodionova, una maestra de 27 años, llevaba viviendo en el teatro 10 días luego de huir de su apartamento en un noveno piso con sus dos perros. Mariia acampó junto al escenario de un auditorio, cerca de la parte trasera del edificio.
Esa mañana había conseguido algunos restos de pescado de una cocina de campaña al aire libre para alimentar a sus perros, pero luego se dio cuenta de que no habían bebido agua.
Entonces, alrededor de las 10:00, ató a sus perros a su maleta y se dirigió hacia la entrada principal, donde se estaba formando una fila para obtener agua caliente.
En ese momento cayó la bomba.
Se escuchó un sonido atronador. Luego el ruido de cristales rotos. Un hombre vino por detrás de Mariia y la empujó contra una pared, protegiéndola con su propio cuerpo.
La explosión fue tan fuerte que sintió un dolor intenso en uno de sus oídos, tan intenso que pensó que su tímpano debía haberse partido. Solo percibió que no era el caso porque podía escuhar los gritos de la gente. Los gemidos y alaridos se oían por todas partes.
La fuerza de la explosión arrojó a otro hombre contra una ventana. Cayó al suelo, con el rostro cubierto de vidrios rotos. Una mujer, que también tenía una herida en la cabeza, trató de ayudarlo.
Mariia, que había sido voluntaria en la Cruz Roja Ucraniana en Mariúpol, se compuso lo suficiente como para gritarle y decirle que se detuviera.
Los gritos de un niño de 5 años
"Le dije 'espera un momento, no lo toques. Traeré mi botiquín de primeros auxilios y los ayudaré a ambos'", recordó.
Pero su botiquín estaba dentro del teatro y esa parte del edificio se había derrumbado. "Solo había escombros", dijo. Era imposible entrar.
"Durante dos horas no pude hacer nada", relató Mariia. "Simplemente me quedé allí. Estaba en estado de shock".
Vladyslav, un cerrajero de 27 años que no quiere usar su nombre completo, también había entrado al edificio esa mañana. Tenía algunos amigos allí y fue a buscarlos.
Estaba cerca de la entrada principal cuando ocurrió la explosión. Corrió con otros a un sótano y, 10 minutos después, oyó que el edificio se estaba incendiando y emergió a una escena de caos.
"Estaban pasando cosas terribles", recordó.
Vio a mucha gente sangrando. Algunos tenían fracturas expuestas. "Una madre estaba tratando de encontrar a sus hijos bajo los escombros. Un niño de 5 años gritaba: 'No quiero morir'. Fue desgarrador".
“Una bomba guiada por láser”
Es probable que haya sido solo una bomba la que cayó sobre el teatro esa mañana, trayendo consigo toda esa destrucción, concluyó el análisis de McKenzie Intelligence Services, un centro de estudios sobre temas de inteligencia, para la BBC.
"Debido a que el misil pareció golpear con precisión el centro del edificio, creemos que se trató de una bomba guiada por láser, probablemente la KAB-500L o una variante similar, lanzada desde un avión", afirmó el centro con sede en Londres.
"La naturaleza de la explosión indica que la bomba estaba armada con un fusible instantáneo, por lo que no pudo penetrar la planta baja".
Por la precisión del ataque, es muy probable que el teatro fuera el objetivo elegido.
Las imágenes satelitales publicadas por la compañía estadounidense Maxar de los días previos al ataque muestran que la palabra "niños" en ruso estaba claramente pintada en el césped frente al teatro, visible para cualquier bombardero que pasara.
Rusia niega haber bombardeado el teatro.
También ha negado haber atacado sitios civiles en Ucrania, aunque sus ataques contra innumerables edificios residenciales y otras instalaciones no militares han sido bien documentados en todo el país y en ningún otro lugar con mayor brutalidad que en Mariúpol.
Andrei Marusov, un periodista de investigación de Mariúpol, había visitado el teatro dos días antes del ataque.
"Todos sabían que era un punto focal para muchas mujeres y niños", dijo Marusov, expresidente del grupo Transparency International en Ucrania. "Solo había civiles allí".
Ese miércoles, el día del bombardeo, Andrei había subido a lo alto de su edificio a las 06:00 para inspeccionar la ciudad. Los aviones seguían zumbando en el aire.
Contó que los aviones rusos habían estado disparando y bombardeando el área donde se encontraba el teatro, esa zona costera del mar de Azov, toda la mañana.
"Vi que el centro de la ciudad estaba cubierto de fuego y explosiones constantes", relató.
Mariia también recuerda que los aviones militares "hacían círculos" cerca del teatro esa mañana y "lanzaban bombas en otro lugar".
Pero no era inusual para ella ver aviones militares volando en el área. Se había acostumbrado a su sonido.
Todavía hay muchos detalles que no están claros sobre el ataque. Se cree que hasta 1.000 personas se habían refugiado en el teatro.
Algunas parecían haberse instalado en el refugio subterráneo del edificio, según señalaron testigos que habían estado en el teatro y las autoridades de la ciudad. Mariia también vio a algunas personas viviendo en pasillos repletos de gente en los pisos superiores.
Una cosa que queda clara de los relatos recogidos por la BBC es que la gente deambulaba por todo el edificio, sus pasillos y terrenos, y otros iban y venían.
Sobrevivientes
El día después del ataque, el ayuntamiento dijo que 130 personas habían sido rescatadas. Luego se informó que posiblemente muchos otros habían sobrevivido. Pero no ha habido noticias desde entonces.
La ciudad se encuentra en un estado tan calamitoso y desesperado que es posible que jamás se sepa cuántas personas estaban allí y cuántas sobrevivieron.
Mariia se había ubicado en el teatro en un auditorio con un candelabro, y se acurrucaba justo al lado del escenario porque sus perros habían despertado quejas de otras personas.
La joven dijo que había unas 30 personas en ese auditorio y cree que todos deben haber muerto cuando estalló la bomba. Fue pura suerte que ella hubiera salido en ese momento.
Después de las explosiones no pudo encontrar a sus perros y sintó desesperación: "Para mí", dijo, "mis perros eran más importantes que cualquier cosa".
Vladyslav afirmó que vio a mucha gente saliendo del edificio luego de la explosión, algo que Mariia también percibió.
Escapando de la ciudad
"Algunas personas arrastraban sus maletas", dijo. "Nadie sabía qué hacer, y el área seguía siendo bombardeada".
Fuera del teatro, se detuvo un momento para observar el daño. Se dio cuenta de que no tenía sentido buscar otro refugio.
Había pasado aturdida unas cuantas horas y finalmente se fue del lugar.
Trató de detener cualquier automóvil que saliera de la ciudad. "La gente estaba en pánico", dijo, "nadie me llevó en su auto".
Mariia empezó a caminar por la costa. "Necesitaba salir de la ciudad".
Primero llegó al pueblo de Pishchanka. "Conocí a una mujer", dijo, "que me preguntó si estaba bien. Empecé a llorar".
Le ofrecieron un té y comida, y la invitaron a pasar la noche. A la mañana siguiente, siguió caminando hasta llegar a Melekyne. Debido al toque de queda tuvo que parar a las 20:00.
Un día después, caminó hasta Yalta. El día siguiente, a Berdyansk. "Camine todo ese tiempo", relató.
Mariúpol ha visto los peores horrores de la agresión de Rusia contra Ucrania.
Las tropas invasoras han rodeado la ciudad y la han atacado sin descanso durante casi un mes, por aire, tierra y, en los últimos días, también desde el mar.
Unas 100.000 personas siguen atrapadas, sometidas a un asedio medieval, sin electricidad, sin gas, sin agua corriente.
Cuando Mariia dejó su piso para ir al teatro, su abuela, que vivía con ella, se negó a ir. "Ella simplemente dijo: 'Es mi apartamento, mi hogar. Voy a morir aquí'".
Mariia todavía no sabe si su abuela está viva.
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