Rusia no es invulnerable. Los ataques con drones ucranianos contra Moscú, el corazón de la potencia mundial, otras ciudades fronterizas y la anexionada península de Crimea se están multiplicando en las últimas semanas, de manera paralela con la contraofensiva que lanzó Ucrania a principios de junio para recuperar los territorios ocupados por fuerzas rusas.
El domingo 30 de julio y el martes 2 de agosto, el distrito financiero de Moscú fue blanco de ataques con drones que impactaron en uno de los lujosos rascacielos que hay en la zona.
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Esos ataques no dejaron víctimas, pero sí destruyeron parte de la fachada del rascacielos y provocaron la caída de una lluvia de vidrios a la calle, causando miedo y gran impacto entre muchos moscovitas.
El Ministerio de Defensa de Rusia informó el martes que derribó dos drones en las afueras de Moscú y bloqueó electrónicamente a otro, que se estrelló contra el rascacielos IQ-Quarter, donde hay oficinas públicas de los ministerios de Desarrollo Económico, de Desarrollo Digital y Comunicaciones y de Industria y Comercio. Es el mismo inmueble que fue alcanzado el domingo.
La agencia AP remarcó que el distrito financiero de Moscú está a 10 minutos en Metro del Kremlin. Además, en el lugar se ubican los restaurantes más lujosos de la ciudad.
Ya en el pasado mes de mayo, un dron alcanzó el mismísimo Kremlin, aunque sin causar daños.
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Ucrania también está atacando con drones submarinos en el mar Negro, donde los blancos son los puertos rusos de la anexionada península de Crimea y de la misma Rusia continental, con el fin de obligar a los rusos a salir de sus aguas territoriales.
Kiev no ha reivindicado de manera directa los ataques con drones en territorio ruso, pero ha dicho que habrá más ataques de este tipo.
Así lo expresó el ministro de Transformación Digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, encargado de supervisar el plan de adquisiciones del “Ejército de Drones” del país.
Mientras que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, advirtió la semana pasada que la guerra está “regresando gradualmente” a Rusia.
Las defensas rusas son vulnerables
“Es aterrador, porque las explosiones te despiertan a la noche”, dijo en Moscú una mujer que se identificó como Ulfiya y que vive en un edificio cercano al que fue alcanzado con drones. Al igual que otros moscovitas entrevistados por la agencia The Associated Press, no quiso identificarse por temor a las represalias o por su seguridad personal.
Otra mujer, que se identificó como Ekaterina, dijo que la explosión del martes fue “sonó como un trueno”.
“Creo que, por primera vez, realmente me asusté”, dijo. “No entiendo cómo la gente en una zona de guerra puede vivir así todos los días y no volverse loca”.
Aunque los daños no sean importantes en Moscú, los ataques con drones tienen “un valor simbólico”, dijo a Radio Francia Internacional Jesús Manuel Pérez, analista español en seguridad y defensa.
“Hace unos meses vimos grúas instalando sistemas de defensa antiaéreos en las azoteas de varios edificios del centro de Moscú. El presidente Vladimir Putin daba la imagen de Rusia como la de una potencia militar mostrando el ‘músculo militar’ de su país. En realidad, los ataques ucranianos recientes con drones demuestran, al contrario, la vulnerabilidad de las defensas rusas. Un año y medio después del inicio de la guerra, estas se ven totalmente vulnerables”, manifestó Pérez.
Un análisis de CNN explica que es difícil establecer con exactitud qué sistemas de drones se están utilizando en los ataques y precisar qué edificios están siendo atacados, ya que tanto la parte rusa como la ucraniana se niegan a dar a conocer los detalles de los incidentes.
“Ya sea que lleguen o no a sus objetivos previstos, los objetivos parecen ser edificios que están vinculados con los procedimientos de la guerra en Ucrania”, dijo a CNN Keir Giles, experto en Rusia en Chatham House y autor de libros sobre política exterior de Rusia.
“En ese sentido, es un enfoque muy diferente al que hemos visto en Rusia, con ataques terroristas indiscriminados (sobre ciudades ucranianas)”, remarcó Giles.
Agregó que existe “una pregunta abierta sobre cómo Ucrania está realizando los ataques exactamente”. Pero los ataques “han puesto de manifiesto la incapacidad de las defensas de Rusia”.
Por su parte, Ulrike Franke, experta en drones y tecnología militar en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, dijo que los ataques en Moscú son “bastante vergonzosos para la defensa aérea rusa. Si un dron ha atravesado el espacio aéreo ruso durante horas, las defensas aéreas deberían haberlo interceptado antes y derribado”.
Por Andrés Gómez de la Torre, especialista en Defensa
Los drones representan un aspecto relativamente nuevo en el campo de batalla, que están revolucionando, definitivamente, las técnicas de los conflictos.
Los drones son empleados para evitar la exposición de personal humano en el campo de batalla, porque se lanzan a distancia y no están tripulados. En algunos casos se ha justificado su uso para evitar los daños colaterales, porque realizan ataques muy puntuales.
Paradójicamente, en estos momentos tanto la República Islámica de Irán como Turquía son grandes fabricantes y proveedores de drones, y tienen gran actividad en el actual conflicto a partir de la invasión rusa.
Se están masificando los drones, hay una industria floreciente y creciente. Además, parece que el campo de batalla ruso-ucraniano se está configurando como una suerte de guerra de drones.
En el caso específico de los drones de Ucrania lanzados sobre Rusia, estos tienen, sin duda, un impacto psicológico. Es decir, se busca llegar a los puntos neurálgicos del poder y demostrar a los rusos que finalmente los ucranianos tienen la capacidad de atacar el corazón de Rusia.
Así como durante la Guerra Fría la Unión Soviética desplegó sobre Moscú la famosa red Galosh de defensa antiaérea de largo alcance, ahora ha desplegado sobre la capital rusa los sistemas antiaéreos de corto alcance y de alta precisión Pantsir. Ello porque los drones son instrumentos muy pequeños, rápidos, de vuelo rasante, que requieren de una defensa no de zona, sino de punto, de muy corto alcance. Se está revolucionando la guerra moderna a partir del empleo de drones y de los medios defensivos. Y Turquía e Irán están contribuyendo de manera decisiva en este escenario.
Ucrania ha usado los drones turcos para derribar varios helicópteros rusos. Además, de manera sigilosa Kiev ha desarrollado una tecnología propia de elaboración de drones.
Finalmente, no hay que desdeñar el impacto regional que tiene que la República Bolivariana de Venezuela y el Estado Plurinacional de Bolivia estén accediendo a esta tecnología de drones iraníes. En primer lugar pueden tener un objetivo de inteligencia, de monitoreo, pero en segundo lugar, estos pueden tener un uso militar propiamente dicho.
Los drones de Ucrania y los de Rusia
Douglas Barrie, miembro senior de Military Aerospace en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), dijo a CNN que los drones lanzados sobre Moscú “portan una ojiva bastante pequeña y han sido utilizados en pequeñas cantidades, por lo que en términos de efecto militar directo, es limitado, por decirlo suavemente”.
“Los tipos de sistemas que está utilizando Ucrania son simples, comparativamente hablando, pero para su propósito son efectivos”, agregó Barrie.
¿De dónde son los drones que usa Ucrania para atacar a Moscú? Barrie sostuvo que no hay ninguna sugerencia crucial de que las armas hayan sido donadas por Occidente. “Estos son sistemas que Ucrania puede fabricar por sí mismos”, dijo.
Entre su arsenal de drones, Ucrania sí tiene aparatos no tripulados que pueden volar desde su territorio hasta Moscú. Se trata de los UJ-22. Estos drones son relativamente pequeños y versátiles, tienen capacidad para volar en condiciones meteorológicas adversas y pueden desplazarse hasta 800 kilómetros, de acuerdo con CNN.
La distancia entre la frontera de Ucrania y Moscú es de aproximadamente 450 kilómetros en línea recta.
Según su fabricante UKRJET, el UJ-22 “puede realizar tareas de inteligencia, búsqueda y rescate en interés del ejército, la policía y los servicios de rescate”. Aunque no lo presenta como un dron de combate, sí puede ser usado como arma ofensiva. Una carga útil de tipo explosivo es lo único que necesita para ser empleado como un dron kamikaze y estrellarlo contra un objetivo o soltarla sobre el mismo.
Ucrania también tiene el dron de fabricación turca Bayraktar TB2. El uso de este aparato tuvo gran repercusión en el inicio de la guerra, pues fue empleado de manera constante contra las fuerzas rusas que trataban de cercar y tomar Kiev en una operación relámpago. Finalmente, las fuerzas de Putin desistieron de ese objetivo.
La agencia AFP detalla que los Bayraktar TB2 desempeñaron un papel clave para frenar la llegada de tanques rusos desde Bielorrusia y en el hundimiento del Moskva, el buque insignia de la flota rusa en el mar Negro.
Tienen un radio de operación de 300 kilómetros y portan cuatro bombas inteligentes guiadas por láser.
Sin embargo, a más de dos años del inicio de la invasión, este modelo de drones se volvió vulnerable a las defensas rusas, por lo que ya no vuela tanto, de acuerdo con la agencia AFP.
Los ucranianos también han recibido los drones kamikazes Switchblade, que son de fabricación estadounidense. Tienen capacidad de “reconocimiento de objetos” para elegir los blancos. Es decir, pueden volar hacia las áreas objetivo y permanecer ahí hasta identificar un blanco, luego se precipitan y explotan. Son de un solo uso.
Según NBC, los Switchblade son esencialmente “bombas inteligentes robóticas”, equipadas con cámaras, sensores, GPS y explosivos. Pueden atacar a objetivos militares a kilómetros de distancia.
Por su parte, Rusia tiene los drones explosivos Shahed, de fabricación iraní. Moscú los está usando masivamente para atacar objetivos en Ucrania.
El dron Shahed 136 es desarrollado por la compañía iraní HESA. Entró en servicio en el 2021, aunque Newsweek asegura que se estrenaron en el 2020, durante la guerra civil de Yemen.
Tienen un radio de acción de hasta 2.500 km. Ello les permite alcanzar con facilidad objetivos dentro de Ucrania así sean lanzados desde Rusia.
Están diseñados para neutralizar objetivos terrestres a distancia con su carga explosiva de 36 kilos.
Este dron es difícil de detectar por las defensas antiaéreas, pues vuela bajo. Incluso desciende hasta 100 metros antes de alcanzar su objetivo.
Irán ha desarrollado un sistema de lanzamiento múltiple de drones. Así, Rusia puede atacar un objetivo con numerosos drones Shahed a la vez.
El Lancet-3 es el dron kamikaze de Rusia. Es fabricado por ZALA Aero Group, empresa perteneciente al Grupo Kalashnikov.
Su inusual diseño consta de dos pares de alas en forma de X en la parte delantera del fuselaje y en la trasera.
Puede usarse tanto en misiones de reconocimiento como de ataque. En Ucrania se usa como un dron suicida.
Según el diario La Razón, al ser un sistema relativamente caro, Rusia los emplea solo contra objetivos militares de alto valor.
El Lancet-3 usa un motor eléctrico. Tiene una autonomía de vuelo de 40 minutos y un alcance de 40 kilómetros. Merodea hasta fijar el objetivo y se lanza contra él para hacer explotar su carga de 3 kilos. Su velocidad es de 110 kilómetros por hora. Su altura máxima de vuelo es de 5.000 metros.
La imagen de Rusia está debilitada
Ucrania también ha lanzado ataques constantes con drones sobre varias ciudades rusas asentadas en la frontera. Estos ataques tienen como objetivo, comisarías, infraestructuras militares, depósitos de municiones, puestos fronterizos, vías ferroviaroas, entre otros.
Sobre estos objetivos, Jesús Manuel Pérez dijo a Radio Francia Internacional que con ellos “los ucranianos no tratan de demostrar que son capaces de golpear en la Crimea ocupada o en el interior de Rusia, sino que lo importante es destruir objetivos que tienen valor militar con el fin de minar las capacidades militares de los rusos. En este frente, son particularmente importantes los nodos de comunicaciones. La logística rusa depende mucho del ferrocarril, por ejemplo”.
En cuanto a la imagen de Rusia en este año y medio de guerra, Jesús Manuel Pérez indica que “ya no es la imagen de una potencia militar en la que Putin tenía absolutamente todo bajo control. Esto ya no es así. Lo que estamos viendo es la enorme debilidad de una Rusia que no es nada de lo que pensábamos antes de la invasión de Ucrania”.
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