Redacción EC

El príncipe Guillermo y su esposa Catalina enviaron este martes dulces al grupo de incondicionales que lleva días aguardando el nacimiento de su segundo hijo ante el hospital Saint Mary de Londres.

La mañana estuvo animada ante el hospital porque el rumor de que Catalina estaba a punto de ser ingresada para el parto llevó al lugar a un batallón de periodistas.

Al final, no llegaron ni Guillermo ni Catalina, pero la imagen de los perros de la policía rastreando los alrededores fue interpretada como un buen signo por los "monarcólogos".

"Significa que se acerca el desenlace", dijo a la AFP Kathy Martin, una de las caras más visibles de este grupo de incondicionales que lleva una semana acampando ante el hospital.

Para darles las gracias, el palacio de Kensington, residencia de Guillermo y Catalina, envió cruasanes y tartitas de manzana.

"El duque y la duquesa querían decirles que piensan en ellos", precisó una fuente de palacio.

"Habrán leído que acampábamos ahí, en el frío. Porque hace frío, ¡eso se lo puedo asegurar! Esto demuestra lo amables que son", dijo Martin, de 50 años.

"Algunos nos tratan de idiotas o de chalados y dicen que la monarquía no hace nada por nosotros. Esto es la prueba de que sí", añadió otra admiradora, Maria Scott, de 44 años.

Que la caja de dulces estuviera envuelta en un lazo rosa fue unánimente interpretado como un signo de que el bebé es una niña, porque los padres no lo han revelado.

Contenido sugerido

Contenido GEC