Por casi tres semanas, el principal virólogo de Bélgica ha estado encerrado en una casa de seguridad junto a su esposa y su hijo de 12 años, rodeado por un dispositivo militar para garantizar su protección.
Muchos científicos alrededor del mundo han estado bajo amenaza por la pandemia del covid-19, pero el caso del profesor Marc Van Ranst es uno de los más serios.
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Él ha sido amenazado por un soldado ligado con la extrema derecha, Jürgen Conings, quien ha emprendido una especie de “venganza” en contra de los virólogos y los confinamientos impuestos como respuesta a la pandemia.
La gravedad de la amenaza radica en que Conings es un instructor militar de tiro, que se ha dado a la fuga con armas -un lanzador de cohetes y una ametralladora- y hasta ahora la policía belga no ha podido dar con su paradero.
“La amenaza fue real”, le dijo Van Ranst a la BBC, mientras recordaba la noche del 18 mayo, cuando se tuvo que mudar a la casa de seguridad donde se encuentra ahora.
“Este exsoldado, que estaba fuertemente armado, estuvo frente a mi casa durante tres horas, esperando que yo llegara desde el trabajo”, recordó.
La policía informó que esa noche Conings había dejado las instalaciones militares donde residía cargado con armamento de alto calibre y se había dirigido a la casa del virólogo.
Usualmente, Van Ranst regresa a su casa del trabajo a la hora en que el soldado estaba esperándolo. Pero ese día precisamente había llegado más temprano y estaba adentro con su familia.
“Desafortunadamente, está entrenado para ser un francotirador con varios tipos de armas. Así que es el tipo de persona que no quieres que esté en una cacería por tu cabeza”, señaló el científico.
“No estoy asustado, solo queremos ser cautelosos”
Cuando la BBC intentó entrevistar a Van Ranst vía Zoom, las autoridades belgas señalaron que el científico no podía mostrar su rostro ni el entorno de la casa. Y tampoco podía estar afuera o cerca de las ventanas. Así de seria es la situación.
Pero más allá de la amenaza sobre su vida y las difíciles circunstancias a las que se enfrenta, el virólogo, que se convirtió en el científico líder en la lucha contra la pandemia del covid-19 en su país, luce muy calmado.
Incluso bromea sobre la situación, aunque admite que ha sido difícil.
“No estamos asustados, solo estamos siendo cuidadosos. Y mi hijo Milo ha sido muy valiente”, relató.
“Es bastante surrealista, pero saber es mejor que no saber, porque al menos puedo tomar estas precauciones. Lo que me enoja es que mi hijo lleva casi tres semanas encerrado. Eso de verdad me da odio”.
¿Quién es el francotirador?
Las autoridades belgas han descrito a Conings como un hombre muy peligroso.
El hombre ya estuvo bajo vigilancia, en la lista antiterrorista de las autoridades belgas debido a sus creencias de extrema derecha. Cuando desapareció del batallón donde vivía, dejó una nota donde señalaba que el virólogo era su objetivo.
“La supuesta élite política y ahora también los virólogos deciden cómo deberíamos vivir tú y yo. Ellos siembran el odio y la frustración. No puedo vivir con las mentiras”, se lee en la nota.
En un tiempo en que fácilmente se puede culpar a los mensajeros de malas noticias, Van Ranst ve su situación como inevitable.
“Si estás en la televisión un par de veces al día durante meses, la gente se cansa de ti. Eso es inevitable”, anotó.
“Hay un grupo de personas que odian la ciencia y odian a los científicos. Muy a menudo están asustados e inseguros”, agregó.
En los días siguientes a la desaparición de Conings, un grupo de apoyo al exsoldado fue creado en Facebook. Antes de que Facebook lo cerrara, tenía más de 50.000 miembros.
Este grupo preocupa más a Van Ranst que el propio asaltante.
Una noche, incluso, el virólogo desafió a uno de los grupos de apoyo a Conings a través de Telegram, aunque acepta que no fue la decisión más inteligente. Pero eso evidencia lo furioso que está con esos grupos.
“Esas son personas de verdad, que piensan que él es un héroe y que yo merezco morir. Son personas, que viven en tu barrio, que apuestan cuándo y con cuántas balas me va a matar”, señaló.
Ahora, la policía belga se encuentra en medio de una cacería humana de proporciones.
Cientos de oficiales, helicópteros y camiones militares están siguiendo la pista de este exsoldado, pero hasta ahora no hay indicios de que pueda ser hallado pronto.
Incluso un parque nacional cerca de la frontera con Holanda fue cercado como parte de las maniobras de búsqueda.
“Nada para decir”
Las autoridades han admitido que desconocen el paradero de Conings y que no se ha conseguido un solo rastro de vida desde que desapareció.
Además, acepta el gobierno, incluso podría estar en otro país.
En una de las notas que se hallaron, se leía que Conings estaba preparado para “pelear contra la policía hasta la muerte”.
Las autoridades también señalan que se han cometido varios errores en la investigación y que, sobre todo, se necesita responder a la pregunta de cómo es posible que un hombre que estuvo bajo vigilancia por posibles “acciones terroristas” haya tenido acceso a armas de grueso calibre.
Esto preocupa a Van Ranst, quien permanece como “rehén” en una casa de seguridad.
“Si te quieres esconder para siempre, es posible que lo logres. Hay muchas maneras de desaparecer, especialmente si dejas tu país”, dijo.
Y cuando le preguntamos si tiene un mensaje para el hombre que lo está amenazando, su respuesta es tajante.
“No tengo nada para decirle, ¿por qué voy a querer tener una conversación con alguien que me odia y me quiere matar?”.
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