Por 27 años Greg Germain ha sido la voz francesa de Will Smith, debido a los doblajes que ha hecho del actor estadounidense.
Ha actuado, dirigido, escrito y producido cientos de obras teatrales; fundó la asociación para artistas franceses de ultramar Ci-nédom+ y ha estado a cargo de uno de los festivales de teatro más importantes de Francia.
Esta semana, a propósito del Mes de Europa en el Perú, llegó a nuestro país para presentar el unipersonal “Viaje en una memoria” en la Alianza Francesa.
—Siempre es difícil voltear la mirada hacia uno mismo. ¿Le pasó eso con esta obra?
En realidad no tanto, no lo siento como una introspección, sino como un viaje por mis recuerdos. Mi memoria es francesa pero también de las Antillas, de Guadalupe. En Francia tenemos problemas con la población negra, con los árabes, con los hispanos. Los franceses no queremos a nadie más que a los franceses… y entre nosotros no nos queremos. Lo que explico con mi obra es que puedo venir de lejos pero lo que traigo es interesante para ti.
—¿Qué retos encuentra un actor nacido en una isla de ultramar, por ejemplo?
A ver, Francia es un país bastante antiguo y los franceses siempre se han visto como europeos y blancos, incluso a Alexandre Dumas, el autor de “Los tres mosqueteros”. Él era negro pero no lo sabían. Siempre se han identificado como gente blanca, nacida en Francia, pero ese ya no es el caso. Muchos franceses no son blancos, otros no han nacido ahí pero son igual de franceses. Mucha gente negra no tiene espacio en el teatro o en la TV, yo debo admitir que tuve muy buena suerte porque tuve muchas oportunidades. Y si bien no soy una estrella sí soy un actor conocido. Tenemos problemas en Francia actualmente, de lo contrario Marine Le Pen –con su discurso de “Francia para los franceses”– no habría sacado un 35% de los votos. El esfuerzo, como te dije, está en demostrar que no somos iguales pero que cada uno brinda algo diferente a nuestro país, que es el mismo. En una parte del espectáculo hablo de eso…
—¿Qué dice al respecto?
[Saca su guion y lee] “Obtuve el papel, por fin estaba ahí. Luego la espera… Recibo papeles de villanos insignificantes, de traficantes o de drogadictos y de preferencia con un acento. En resumen, no quieren ver negros o árabes en la TV luego de las 8:30 p.m. Rechazo todas estas propuestas lamentables, escribo, hago doblajes, soy la voz francesa de Will Smith”. Es algo cierto, no interpreté a nadie en la televisión o el cine por 20 años porque los papeles que me ofrecían se limitaban a los que te mencioné.
—Cuénteme más sobre ser la voz francesa de Will Smith…
Cuando rechazaba todas esas propuestas denigrantes tenía que ganar dinero. Un amigo me llamó un día y me ofreció doblar a Will en “El príncipe de Bel Air”, me pareció perfecto. Han pasado 27 años desde entonces y ahora ya no hago más doblajes, excepto los de Will Smith. Es algo bueno porque me asegura cuatro o cinco películas por año [risas].
—Mencionó a Marine Le Pen. ¿Qué puede hacer un actor para contrarrestar el discurso xenófobo de ella?
Bueno, tenemos un problema grande porque los europeos no se reconocen a ellos mismos. Están acostumbrados a hablar como un país, como Alemania, Francia o España, pero no como lo pide un mundo globalizado. El trabajo del actor es que ellos entiendan a través de la cultura, ayudar a que la gente sea mejor y, claro, algunos pueden decir que la cultura es costosa pero la estupidez es aun más costosa.
—Es la gran diferencia entre inversión y gasto…
Así es. Pero es complicado. Cuando dicen que construirán una nueva pista uno lo puede ver. En cambio, cuando dicen que invertirán en un actor o en inteligencia es difícil para algunos verlo.
—Ha dirigido el Festival Off de Aviñón, uno de los más tradicionales del continente europeo.
Sí, y lo hice siguiendo el mismo proceso en el que he basado mi vida: hacer las cosas mejor. No quiero confundirte, no soy un filántropo, solo quiero ver que puedo hacer las cosas mejor. Conseguimos que el festival tuviera 200 puntos de cultura, 125 teatros que estaban en cafés o en las calles, se realizaban 1.342 obras por día y conseguimos vender un millón doscientas mil entradas el año pasado. Es extraordinario, las obras van desde las 10 de la mañana hasta la medianoche. Lo hice durante 10 años, pero me retiré hace dos porque había dejado de actuar para organizar aquello.
—¡Son increíbles las cifras! ¿Cree que se podría repetir en otros países?
Francia es un país bastante especial, tienen teatros de mil años, hay estructuras para ello. En Asia lo han querido replicar, he viajado a China, a Corea del Sur, a Uzbekistán para asesorarlos y han podido hacer 50 obras al día por una semana. Pero lo de Aviñón es increíble.
—Los puntos de cultura fueron objetivos terroristas en los últimos atentados. ¿Cuánto melló eso en la vida cultural francesa?
Por tres o cuatro días la gente no asistió a los lugares culturales, luego todo volvió a la normalidad. Los franceses han demostrado tener mucho coraje, pero es algo que se debe llevar con cuidado para que no se convierta en irresponsabilidad.
—¿Qué expectativas tiene sobre el apoyo de Macron a las artes?
Para eso tengo una historia personal. Durante la presidencia de Nicolas Sarkozy comenzaron los problemas de migración, así que le escribí una iniciativa para crear una agencia dirigida a las culturas foráneas que llegaran a Francia. Accedió, creamos la agencia y cuando Hollande asumió la presidencia la disolvió solo porque uno era de derecha y el otro de izquierda. Lo que espero de Macron es que mantenga lo mejor, así sea de izquierda o derecha. Tengo esperanzas en Macron, por eso voté por él en la primera vuelta.
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Ficha del entrevistado
Greg Germain
Nací en la isla de Guadalupe, en las Antillas Francesas, hace 70 años. Desde pequeño viajaba mucho entre mi tierra natal y París. Hablo el creole , lengua guadalupeña, tan bien como el francés. En mis tiempos libres me gusta disfrutar de buen fútbol.
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