Es neumólogo, es peruano, vive en Alcorcón, España, atiende a pacientes con coronavirus y él mismo estuvo hospitalizado. No solo eso. Estando en la primera línea de batalla fue testigo de cómo los casos se fueron multiplicando dramáticamente en pocos días. “Era horrible”, resume el doctor José Pérez su experiencia con el COVID-19.
El médico de 45 años llegó a España en el 2005 junto a su esposa, que también es doctora y trabaja junto a él en Urgencias de la Fundación Alcorcón, un hospital ubicado a 13 kilómetros del centro de Madrid.
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“Nuestra urgencia es estándar, pero en la etapa más crítica tuvimos que ocupar los pasillos que daban a la zona de rayos X, el gimnasio de rehabilitación y hasta la cafetería de los familiares para poner camas. El hospital tiene unas 350 camas, pero hemos logrado sacar debajo de la manga algo más de 500. Era un poco desesperante porque no teníamos donde ver a los pacientes ni donde ponerlos, y seguían viviendo”, cuenta desde su casa, donde estuvo aislado pues él mismo terminó contagiado.
“Somos 35 médicos en la urgencia, y un tercio de nosotros se ha infectado, en mayor o menor grado. A algunos les ha dado más leve, pero a mí me dio neumonía. Es que yo manejo los ventiladores. Afortunadamente me ha ido bien, he estado hospitalizado, y ya me he reincorporado al trabajo”.
“Hemos subestimado totalmente la enfermedad. Ha habido otras pequeñas epidemias de virus parecidos, y pensamos que sería lo mismo. Hace 10 años, cuando trabajaba en otro hospital, llegó el primer caso de SARS y se tomó con mucha más precaución al inicio, y al final no pasó a mayores”, relata.
El doctor Pérez cuenta que a él le toco atender el primer caso de coronavirus que llegó al hospital: “Fue a inicios de marzo. Era un señor de una iglesia evangélica de un distrito cercano y uno de los que había estado en ese culto había estado ingresado por coronavirus. Nosotros habíamos acondicionado un lugar especial que era como un sitio de aislamiento con todo especificado para evitar los contagios, pero teníamos una sola habitación así. Pero en una semana empezaron a venir todos los días personas con sospecha de Covid. Primero fueron 10, luego 20, después 50. En el plazo de siete a 10 días fue como un tsunami, no teníamos capacidad para responder con tanto volumen. Y es que la sintomatología es bastante inespecífica, venía gente con fiebre, con tos, que al inicio podía ser cualquier cosa. Son síntomas bastante comunes a cualquier proceso respiratorio, e incluso hubo gente a la que diagnosticamos de forma errónea porque en ese momento no se podían hacer las pruebas porque no las teníamos en el mismo hospital, todo estaba centralizado en los hospitales más grandes”.
“La urgencia reventó. Nosotros hacemos guardias de 24 horas, desde las 8 de la mañana a las 8 de la mañana del día siguiente, y no se podía descansar ni un momento, solo teníamos que seguir”.
Pérez señala que ahora la situación es más manejable, pero que aún no han llevado a los niveles normales, previos a la pandemia. Sin embargo, la preocupación entre los médicos es constante pues con el inicio del desconfiamiento esperan un rebrote de la enfermedad, aunque no en la misma dimensión. “Esperamos que no sea un rebrote fuerte, porque basta que uno se salte la línea y ya es potencial fuente de contagio, y ese es nuestro mayor temor”.
El neumólogo reconoce que en los momentos más críticos iba a trabajar con mucho miedo. “Yo tomaba el autobús con miedo. El trayecto de llegar era pura angustia. Una vez que te ponías el traje ya todo fluía, pero el previo, el momento anterior de empezar a trabajar era muy angustioso”. Para el doctor Pérez también estaba el temor constante de contagiar a su familia, pues en su casa viven sus dos hijos y la madre de su esposa.
Pérez resume en esta frase el momento más duro: “Decidir quién vive y quién no. Decidir quién es paciente para cuidados intensivos y quién no lo es. Eso ha sido durísimo”.
“Afortunadamente todos en el hospital han dado la mano, en Urgencias han estado los traumatólogos, los cirujanos, pediatras, oftalmólogos. Todos hemos hecho un solo equipo”.
“Me da pena lo que pasa en el Perú”
Pérez es médico de la Universidad San Martín de Porres e hizo su internado en el hospital Essalud de Angamos. Su servicio rural lo realizó en la localidad El Progreso, en Amazonas, donde solo había electricidad seis meses al año.
“La experiencia en el Perú me ha servido para demostrar que también uno es buen médico, que uno vale y tiene su lugar, pues todos los que venimos de otro lado tenemos que pagar un derecho de piso adicional. Lo bueno es que España es un país que te acoge y yo en Madrid me he sentido siempre muy a gusto”, comenta.
A la distancia, el neumólogo no es indiferente a lo que pasa en el Perú. “Me da muchísima pena que no haya los medios, que se haya abandonado tanto a los hospitales en el Perú. Yo tengo familia en Iquitos, y ahí la cosa está fatal. Yo conozco ese hospital y ya era un hospital desvencijado, viejo. Se siente impotencia que falte algo tan básico como el oxígeno, que la misma gente busque su propio balón de oxígeno. La sanidad en el Perú podría estar muchísimo mejor si hubiese ganas, pero a mucha gente tampoco le conviene porque a las clínicas privadas no les conviene un sistema de salud fuerte. ¿Como puede ser que los medicamentos en el Perú cuesten más caro que en España?".
Pero la rabia de ver cómo se están desbordando ahora nuestros hospitales la matiza con un mensaje de esperanza: “Tenemos que salir de esto juntos. No superaremos esto si no somos solidarios unos con otros”.
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¿Qué es el coronavirus?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).
El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.
El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.
Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.
Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.
¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?
Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.
Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).
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