Reporte para El Comercio desde Kiev, Ucrania
Pripyat se ubica a diez minutos de la planta nuclear de Chernobyl, al norte de Ucrania, y fue una de las localidades más afectadas por el accidente radioactivo ocurrido en 1986. Casi 40 años después, esta ciudad fantasmal sigue siendo inhabitable por registrar aún niveles de radiación, aunque todavía están en pie sus edificios y juegos infantiles que han inspirado portadas de libros y videojuegos.
Para llegar a Pripyat son necesarias dos horas de viaje desde Kiev, la capital de Ucrania. La visita se realiza con varias advertencias previas: estar dispuesto a botar la ropa que lleves por la exposición a la radiación, no ingresar a las instalaciones abandonadas, evitar pisar las zonas de musgos por ser contenedores de radiación y usar bastante bloqueador debido a la incontable presencia de mosquitos en la zona. Con todas estas premisas, El Comercio llegó a Pripyat el viernes 31 de mayo, tras una visita a la central nuclear de Chernobyl y después de haber visto el sarcófago -una infraestructura en forma de arca que contiene la contaminación de uranio y plutonio- del reactor número 4 que causó la catástrofe nuclear.
La zona de "carros chocones" de Pripyat es una de las más contaminadas por la radiación, según las personas que vivieron en la ciudad. Esto se debe al toldo que tenía este juego, el cual acumuló el agua de las lluvias. (Foto: Martin Hidalgo/El Comercio)
La rueda mecánica de Pripyat ha sido inspiración de portadas de libros. Casi 40 años después solo se mueven con los fuertes vientos del invierno ucraniano. (Foto: Martin Hidalgo/El Comercio)
Los edificios abandonados de Pripyat cuentan con señales de advertencia para no ingresar a los edificios contaminados, pero no existe mayor cerca que impida el acceso a los interiores. (Foto: Martin Hidalgo/El Comercio)
El reactor 4, que produjo la catástrofe nuclear de 1986, hoy luce enterrado en un sarcófago para evitar la contaminación de radiación. (Foto: Martin Hidalgo/El Comercio)
—La noche de la catástrofe—
Un informe de la ONU concluye que los humanos no podrán vivir en toda la zona de Pripyat y alrededores hasta dentro de un lapso de 24.000 años. Esta ciudad llegó a contar con 60.000 habitantes y principalmente estaba destinada para acoger a los trabajadores de la planta nuclear y sus familias
Pripyat fue alguna vez la ciudad más joven de toda la Unión Soviética, puesto que la edad media era de 26 años. Durante aquel régimen, ningún ciudadano tenía propiedad y se vivía en residencias. Fue así que Pripyat fue construida para dar servicios a la planta nuclear, así que resultaba una atracción para gente joven que buscaba un piso propio.
Olga Tarmovska tenía nueve años cuando ocurrió la catástrofe a fines de abril de 1986. Su familia llegó a Pripyat en 1981 debido a que su padre, un ingeniero ucraniano, ingresó a trabajar en la instalación nuclear. “El accidente ocurrió un sábado, entre medianoche y la una de la mañana. Nos despertamos al día siguiente, y mi mamá fue al mercadillo a comprar cosas y se encontró ambulancias, bomberos, militares. Se asustó y volvió a casa. La Unión Soviética no nos informaba nada”, recuerda.
Cuando su madre le cuenta a la familia lo visto en el camino, todos deciden subir al techo. El panorama les mostraba humo y helicópteros sobrevolando la planta nuclear. “No nos decían nada, y los niños seguíamos jugando en las calles. Fui al colegio normal, hasta que mi papá me fue a recoger, intentamos huir, pero no teníamos automóvil”, añade. La única forma para salir de Pripyat era a través de bus o en lanchas, pero todo estaba copado de familias que, al igual que la de Olga, buscaban alejarse de Chernobyl.
“Recién al día siguiente nos indicaron que se daría una evacuación por tres días. Mucha gente realmente pensó que solo saldríamos por tres días. Llevamos solo un poco de ropa, y dejamos todo en las casas, hasta las mascotas. Fue una tragedia porque nunca regresamos”, cuenta Olga, quien hoy tiene 47 años y trabaja como traductora.
Su padre, quien tenía acceso a la zona por ser trabajador de la planta, regresó un mes después a casa para recuperar algunas cosas de valor, pero se topó con la sorpresa de que muchas viviendas habían sido saqueadas. “Trajo alguna ropa, pero al final no la usamos nunca. La tiramos. Lo preocupante es que, por ejemplo, se llevaron nuestros muebles y luego los vendieron. Imagínate a gente usando cosas que habían estado expuestas a la radiación”, advierte Tarmovska.
Toda la familia de Olga sufre de tiroides. Su madre se realiza chequeos anualmente. Ella y sus hermanas, cada año que pasa, solo quieren olvidar lo sucedido. La última vez que pisaron Pripyat fue en el 2006. “Perdí mi infancia allí. Cuando nos mudamos a otro sitio, sufríamos de bullying, nos decían que éramos contagiosos, fue bastante difícil. Mi hermana ahora cuenta que nació en una ciudad que ya no existe”, recuerda.
—Una calamidad escondida—
Volodymyr Verbitsky llegó a Pripyat cuando tenía 11 años, y la catástrofe nuclear ocurrió cuando tenía 25. Su primer puesto de trabajo fue en la misma planta nuclear de Chernobyl, en el área de metales. Con Volodymyr conversamos en la misma zona de juegos infantiles que hoy luce fantasmal y que, según nos cuenta, asusta más en invierno porque con los vientos, las grandes estructuras suelen moverse y producir ruidos propios de una película de terror.
“Este parque fue creado por petición de los padres de Pripyat, pero no se pudo utilizar”, recuerda.
Al igual que Olga, Volodymyr se encontraba en casa cuando ocurrió la catástrofe y no se enteró hasta la mañana siguiente. “Esta tragedia pasó bastante escondida en un principio. La gente cuyos departamentos daban para la planta solo veían humo y creían que se trataba de un incendio. Lo que muestran las series de lo sucedido esa noche solo es una exageración para atraer la atención. No había aves quemadas ni cosas así”, añade.
Casi 40 años después, Verbitsky camina con normalidad por las calles abandonadas de Pripyat, pero reconoce que no puede regresar a lo que alguna vez fue su hogar. Sus amigos de aquella época pasan por algo similar, y no han vuelto a pisar la zona que aún mantiene índices radioactivos. Verbitsky no visita Pripyat si no es con su medidor portátil, un aparato amarillo que cabe en la palma de su mano y arroja una sirena cuando los índices de radioactividad son mayores a los permitidos.
¿Los habitantes regresaron a sus casas después de la catástrofe nuclear?
1.500 personas volvieron a Chernobyl en 1987, pese a la prohibición vigente por la contaminación radioactiva. La mayoría eran ancianos.
¿Cuántas personas quedan en la zona nuclear?
150 personas quedaban en los pueblos contaminados aledaños a la planta nuclear para el 2022. La planta tiene personal pero bajo medidas de seguridad.
La zona de juegos mecánicos abandonados de Pripyat cuenta con un gran carrusel (ver foto) y con lo que en Latinoamérica conocemos como “carros chocones”. Este último espacio es una de las zonas con mayores índices de radioactividad pues, según explican, por muchos años tuvo una manta que acumulaba el agua de la lluvia contaminada.
La gran rueda mecánica es la que figura en la portada del libro Voces de Chernobyl, de la autora bielorrusa Svetlana Aleksiévich quien fue Premio Nobel de Literatura en el 2015. Los ucranianos entrevistados no responden muy bien cuando se les menciona el libro, pues consideran que se “apropiaron de su historia”. La reacción responde a que Bielorrusia es aliado de Rusia en la actual guerra. Sin embargo, Aleksiévich se ha mostrado a favor de Ucrania y ha criticado al presidente Vladimir Putin.
También se pueden encontrar imágenes de Pripyat en el videojuego S.T.A.L.K.E.R.: Shadow of Chernobyl, que fue lanzado en el 2007, y en la secuela S.T.A.L.K.E.R.: Call of Pripyat, del 2010. Para muchos ucranianos, los escenarios apocalípticos del juego no distan demasiado de la realidad.
Pese a que se trata de una zona donde aún se registran índices de radioactividad, los animales han podido establecerse tanto en Pripyat como en los alrededores de la planta nuclear de Chernobyl.
En el trayecto hacia Prypiat pudimos observar caballos y varias aves. Sin embargo, existen indicios de que en la zona habitan osos, bisontes, lobos, linces, caballos de Przewalski y hasta 200 especies de aves, entre otros animales, según informó el doctor en Biología e investigador de la zona, Germán Orizaola, en un artículo.
Olga Tarmovska cuenta que en dicha zona se han registrado casos de sapos que han cambiado de color. “Los animales están sujetos a radiación, pero los estudian porque han desarrollado variados mecanismos para adaptarse”, dice.
En medio de la guerra con Ucrania, las fuerzas rusas lograron tomar a principios del 2022 la planta y las oficinas administrativas aledañas de Chernobyl. Según los cálculos ucranianos, las fuerzas militares rusas ocasionaron daños que ascienden a 40 millones de dólares.
La toma de las oficinas de Chernobyl duró unos 15 días y, según funcionarios entrevistados por El Comercio, las fuerzas militares rusas “estaban interesados en el equipamiento, pero también dejaron computadoras y servidores destruidos en varias áreas”.
Pese al robo denunciado, los funcionarios ucranianos señalan que a la fecha “no existe peligro” respecto a la seguridad de la planta nuclear.