Más de 150 manifestantes fueron detenidos el miércoles por la policía durante protestas de la oposición contra la investidura del presidente bielorruso Alexander Lukashenko para un sexto mandato, en una ceremonia mantenida en secreto durante la que el mandatario dijo que la “revolución” que querían sus detractores fracasó.
Países europeos denunciaron la obstinación de Lukashenko. Alemania declaró “no reconocerlo” por falta de “legitimidad democrática”.
- Bielorrusia: Lukashenko fue investido para su sexto mandato en una ceremonia no anunciada
- Decenas de miles marchan en Bielorrusia contra Lukashenko a pesar de la represión policial | FOTOS
- Más de 300 detenidos en Bielorrusia en una marcha de mujeres contra Lukashenko | FOTOS
Estados Unidos “no puede considerar a Alexander Lukashenko como el presidente legítimo” de Bielorrusia, afirmó en un comunicado el Departamento de Estado.
“Las elecciones del 9 de agosto no fueron libres ni justas. Los resultados anunciados fueron fraudulentos y carentes de legitimidad”, indicó un portavoz de la diplomacia de Washington.
Según corresponsales de la AFP, varios miles de personas marcharon contra Lukashenko por la avenida de los Vencedores, en el centro de Minsk.
Al caer la noche, la policía antidisturbios empleó cañones de agua contra la multitud. Los agentes, equipados con pasamontañas, detuvieron a decenas de manifestantes y se los llevaron a furgones.
La oenegé de defensa de derechos humanos Viasna documentó al menos 153 arrestos, en su mayor parte en la capital pero también en Mogilev, Gomel y otras ciudades.
Durante la mañana, medios de comunicación independientes y plataformas de la oposición aludieron a una posible ceremonia secreta, ya que vieron el cortejo del presidente recorrer la ciudad a gran velocidad, además de un importante despliegue policial alrededor de la sede presidencial.
En un hecho excepcional, la ceremonia de investidura sólo fue anunciada por la agencia oficial Belta, y por la presidencia una vez finalizada.
“Esta pretendida investidura es evidentemente una farsa”, denunció Svetlana Tijanóvskaya, principal rival de Lukashenko, en un comunicado en la mensajería Telegram.
Esta novata en la política, exiliada en Lituania, volvió a reivindicar su victoria en las urnas en las presidenciales de agosto.
El portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert, declaró en rueda de prensa que “no se cumplieron las exigencias mínimas para unas elecciones democráticas”.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores lituano se burló de la ceremonia. “¡Qué farsa! Elecciones fraudulentas, investidura fraudulenta”, tuiteó Linas Linkevicius.
“REVOLUCIÓN DE COLOR”
Para los opositores y los medios de prensa independientes, esta ceremonia, que debía tener lugar legalmente antes del 9 de octubre, se organizó en secreto para que no se convirtiese en catalizador de una nueva gran manifestación.
En su discurso, Lukashenko afirmó que su país había resistido una “revolución de color”, apodo dado a los movimientos populares que expulsaron del poder a regímenes autoritarios desde comienzos de 2000 en repúblicas exsoviéticas como Ucrania, Georgia y Kirguistán. Para Rusia y Lukashenko, fueron revueltas apoyadas por Occidente.
“Nuestro Estado enfrentaba un desafío sin precedentes (...) pero estamos entre los únicos, si no somos los únicos, donde la ‘revolución de color’ no funcionó. Es la decisión de los bielorrusos, que no querían la perdición de su país”, añadió.
Después, en imágenes publicadas por medios oficiales, apareció con uniforme militar dando un discurso ante soldados cuadrados en formación.
“Ustedes salvaron la paz en este trozo de tierra, defendieron la soberanía y la independencia de nuestro país”, dijo Lukashenko, para quien los occidentales querían derrocarlo para usar a Bielorrusia como trampolín para una guerra contra Rusia.
“USURPADOR”
“Que preste juramento diez veces, para mí él ya no es nadie”, señaló a la AFP Valentina Sviatskaya, jubilada de 64 años residente en Minsk, segura de que el “pueblo encolerizado” seguirá manifestándose.
“Ya es oficial ahora, nos gobierna un usurpador y vivimos bajo una dictadura”, comentó Igor Kujarski, un empresario de 38 años.
Lukashenko enfrenta desde las presidenciales del 9 de agosto un desafío sin precedentes, con decenas de miles de personas cada domingo en las calles de Minsk para denunciar su reelección, considerada fraudulenta, y esto a pesar de la represión de la protesta.
En los primeros días las manifestaciones fueron reprimidas con mucha violencia y miles de personas detenidas.
Las figuras opositoras fueron encarceladas o forzadas al exilio.
Muchos periodistas también han sido detenidos, intimidados o se les retiró su acreditación. Este miércoles, fue detenido el director del sitio independiente Nacha Niva.
Lukashenko, en el poder desde 1994, acusa a los occidentales de orquestar la protesta. Cuenta con el apoyo de Rusia, aunque antes de las elecciones acusó a Moscú de querer desestabilizarlo. La UE amenaza con sancionar a Minsk, pero aún no hay acuerdo al respecto.
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