Antes de que Beverly Hills fuese una de las zonas residenciales más caras de Estados Unidos, una mujer hispano-mexicana y descendiente de esclavos fue la dueña de esas tierras.
Se llamó María Rita Quintero Valdez Villa y, en los 63 años que vivió, fue testigo de eventos profundamente transformadores, no solo en la historia de California sino de México y Estados Unidos.
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Tanto así que nació en 1791 en Nueva España, vivió en México y murió en 1854 en Estados Unidos, sin moverse del lugar.
Fue la dueña de un vasto territorio de 1.800 hectáreas donde crio ganado y caballos con éxito.
Aunque nada queda de lo que fue su rancho, el “Rodeo de las Aguas”, las autoridades de Beverly Hills señalan que la vivienda de Valdez fue la primera casa construida en lo que hoy es esa ciudad.
Bisnieta de un esclavo africano, nieta de uno de los fundadores de la ciudad de Los Ángeles e hija de padres originarios de lo que ahora es el norte de México, la vida de Valdez refleja las intensas dinámicas que caracterizaron a Los Ángeles desde su establecimiento.
Quién era María Rita Valdez
Valdez nació el 21 de mayo de 1791 y fue bautizada tres días después en la misión Santa Bárbara, en lo que hoy es California, cuando apenas había transcurrido una década de la fundación del Pueblo de Los Ángeles.
“Es nieta de Luis Quintero Valdez, quien formó parte de las 11 familias reclutadas por el gobierno de España para fundar la ciudad de Los Ángeles”, explica David Torres-Rouff, profesor de historia de la Universidad de California, Merced.
España convocó familias de regiones que actualmente son parte del norte de México “bajo la promesa de darles tierras, animales, semillas y herramientas”, indica el académico.
“Buscaban a personas pobres, trabajadores sin tierras y esto suponía una oportunidad de salir del sistema de castas y de hacienda”, dice.
Eso sí, las tierras prometidas estaban al otro lado del peligroso desierto de Sonora, y los llamados pobladores fundarían una ciudad “en el medio de una sociedad indígena enorme”, añade Torres-Rouff.
Según el historiador, el padre de Valdez aparecía en los registros de la época como de raza negra, mientras que su abuela materna aparecía como mulata, una mezcla entre una persona blanca y una de origen africano.
“María Rita Valdez tiene en sus ancestros varias conexiones afro y en la academia diríamos que es hispano-mexicana. Es una afrolatina”, explica.
En 1808, a los 17 años, Valdez se casó con un soldado español llamado Vicente Ferrer Villa, con quien tuvo tres hijas, de acuerdo al relato de Robert Lee Johnson en el libro Notable Southern Californians in Black History (“Personajes destacados del sur de California en la historia negra”).
Ferrer Villa murió en 1828, siete años después de que México reclamara su independencia y estableciera una nación nueva. Con ello, Los Ángeles pasó a convertirse en una colonia mexicana.
El gobernador mexicano de entonces permitió que Valdez, ya viuda, permaneciera en los predios junto a su familia.
“Construyó su casa en lo que ahora es Alpine Drive y Sunset Boulevard y, una vez al año, contrataba a vaqueros adicionales para juntar a su rebaño de ganado en un rodeo”, escribe Lee Johnson.
En la época, se otorgaba el derecho a ocupar las tierras pero se obtenía el título de propiedad con base en la productividad que estas generaran, explica el profesor Torres-Rouff.
Valdez fue “una gran emprendedora” y muy probablemente empleó a trabajadores y personal del hogar, que por lo general eran nativos, agrega.
Por esa época, las principales actividades económicas se concentraban en la crianza y venta de ganado.
En 1838, obtuvo el título de su casa por parte del gobierno mexicano.
Una década después, lucharía por la propiedad de sus tierras luego de que Los Ángeles fuese ocupada por las fuerzas estadounidenses en la guerra con México.
“Capas de colonialismo”
“Ella debe haber sido testigo de una gran conmoción en las vidas de los pueblos indígenas de la zona, que sufrieron un declive demográfico por las enfermedades traídas por los europeos y un periodo estadounidense que ejerció mucha más violencia”, señala el historiador William Deverell, de la Universidad del Sur de California.
Los terrenos que Valdez ocupó con su esposo no estaban precisamente desolados.
De hecho, era un lugar considerado como sagrado por las comunidades nativas tongva, a las que los colonizadores españoles se referirían luego como “gabrielinos”.
En la zona había arroyos que bajaban de las colinas y desembocaban en llanuras, lo que facilitaba la vida próspera y eventualmente beneficiaron a Valdez.
“La historia de María Rita muestra las capas de colonialismo en Los Ángeles. Ella fue nieta de personas que son producto del colonialismo. Sus abuelos son parte de ese proyecto de colonizar Los Ángeles y ella toma un terreno que está en un espacio sagrado indígena”, dice Torres-Rouff.
“Pasa de ser una mujer mestiza con raíces africanas de una familia humilde mexicana a una californiana colonizadora hija del país”, añade.
La llegada de los estadounidenses trajo hostilidad hacia los mexicanos, aunque muchos hombres blancos también se casaron con mujeres pertenecientes a las élites hispano-mexicanas o californias.
Con el gobierno anglosajón se impuso también una nueva actitud hacia la raza.
“Antes de la llegada de los estadounidenses, no existía una sociedad basada en el color de piel”, explica el historiador Torres-Rouff.
“Existía la ‘gente sin razón’ o ‘gente con razón’”, una división atada al estatus socioeconómico, la vestimenta, pero que podía incluir a personas mestizas, como Valdez.
Con el tiempo, agrega Torres-Rouff, los estadounidenses construyeron una imagen de Los Ángeles que “margina su historia mexicana, hasta consolidar el poder y mercadear la ciudad como un paraíso de bienes raíces y árboles de naranjos”.
Valdez vende sus terrenos
Según reportes, en 1852 tres hombres emboscaron el rancho de Valdez y hubo un enfrentamiento.
“Esa batalla pudo haberla influenciado en su decisión de vender su rancho dos años después a Benjamín D. Wilson y Henry Hancock por US$4.000”, indica el sitio web de Beverly Hills.
Wilson y Hancock, ambos hombres blancos provenientes de otros estados de EE.UU., ganaron mucha influencia en Los Ángeles por sus adquisiciones de terrenos y sostuvieron posiciones políticas.
El nuevo gobierno estadounidense requería a todos aquellos que hubiesen recibido tierras durante los dominios españoles y mexicanos que demostraran ser los propietarios.
Valdez testificó que, durante los conflictos desatados por la llegada de las tropas de EE.UU. en 1846, había perdido sus documentos.
“Mi familia y yo huimos de nuestro hogar (...) con los disturbios políticos y la llegada de los estadounidenses a la ciudad. Y al volver, nos dimos cuenta de que nuestra casa había sido saqueada”, dijo ante la Comisión de Tierras en 1854.
Valdez falleció ese mismo año y más de una década después, cuando ya los terrenos estaban en otras manos, el gobierno reconoció oficialmente que ella había sido su propietaria.
Una serie de emprendimientos se llevaron a cabo sin éxito en el Rancho Rodeo de las Aguas en los años posteriores.
Hasta que un originario de Wisconsin, Burton E. Green, frustrado al no conseguir petróleo en el subsuelo, visualizó un paraíso residencial y lo llamó Beverly Hills.
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