“No estaba en mi pensamiento matar a mi socio”, declaró este miércoles ante la justicia de Estados Unidos un jefe narco hondureño al explicar que no participó en un plan para asesinar al entonces presidente Juan Orlando Hernández, juzgado por narcotráfico en Nueva York.
Devis Leonel Rivera, fundador junto con su hermano Javier del cartel hondureño Los Cachiros, desgranó los vínculos con la clase política hondureña, entre ellos el exmandatario, a la que ayudó con sus contribuciones financieras a auparse a cargos públicos a cambio de protección para el tráfico de cocaína procedente de Colombia.
MIRA AQUÍ: Las pruebas de EE.UU. contra Juan Orlando Hernández, el ex presidente de Honduras enjuiciado por narcotráfico
Autor confeso de 78 asesinatos, el narco empezó a colaborar con la agencia antidrogas estadounidense (DEA) en 2013 antes de entregarse en enero de 2015 a las autoridades de Estados Unidos.
Rivera recordó que los hermanos Arnulfo y Luis Valle, del cártel de los Valle-Valle, querían matar a Juan Orlando Hernández y a su hermano Tony Hernández porque las autoridades les habían “incautado varias propiedades” y habían dejado de responder a sus llamadas telefónicas.
El entonces diputado del departamento de Cortés, Reynaldo Ekónomo, habló con Rivera, al que conocía desde 2004, y este le dijo que pese a que los hermanos Valle le habían pedido participar en el magnicidio previsto al inicio de su primer mandato (2014-2018), no “aceptó”.
“No estaba en mi pensamiento matar a mi socio, a quien había sobornado (a cambio de protección) y, en segundo lugar, ya estaba trabajando con la DEA”, dijo a la fiscalía Rivera, que cumple cadena perpetua más 30 años por importar más de 5 kg de droga a Estados Unidos, por tráfico de armas, por ser líder de banda de narcotraficantes, por 78 asesinatos y lavado de dinero.
En otra conversación telefónica con Ekónomo en la que supuestamente estaba el entonces presidente, Rivera habría tranquilizado a Hernández diciéndole: “En ningún momento he querido hacerle daño”.
Después de esa conversación, Ekónomo le dijo que “Juan Orlando” estaba “satisfecho con la explicación”.
A cambio de la intermediación, Ekónomo le habría pedido al narco “60.000 dólares, una camioneta y una casa en Tegucigalpa” y éste le dio entre “40.000 y 60.000 y una camioneta blanca”.
MÁS INFORMACIÓN: Fiscal de Nueva York: Hernández usó la policía, el ejército y la justicia de Honduras para proteger a los narcos
“Arrepentido”
A lo largo de su interrogatorio, que se inició en la tarde del martes, Rivera ha puesto en evidencia los vínculos del narco con la política hondureña.
En el contrainterrogatorio de la defensa de Hernández, el abogado Raymond Colon le preguntó si se arrepentía de los asesinatos que perpetró o que pidió perpetrar.
“En su tiempo no, pero ahora me arrepiento de haber matado pero también me arrepiento de haber sobornado a los políticos corruptos del gobierno de mi país, como a (el también expresidente) Pepe (Porfirio) Lobo, Juan Orlando Hernández, a militares (...), policía que en vez de tomar los sobornos tenían que habernos detenido a nosotros”, los narcos, dijo.
“Se convirtieron en narcotraficantes como nosotros”, dijo el capo que busca reducir su condena con su colaboración con la fiscalía.
En sus 13 años de narcotraficante, contó que había amasado unos “55 millones de dólares” pese a tener que pagar “250.000 dólares para sobornar” a JOH, el acrónimo con el que es conocido el expresidente en Honduras, que se los habría dado a su hermana Hilda Hernández.
Otros “50.000″ a su hermano Tony Hernández, “800.000 a los aliados de Juan Orlando”, “unos 600.000 a Pepe Lobo”, entre otros políticos que lo protegieron, detalló.
Ante el jurado que dará su veredicto, la defensa pretende socavar la credibilidad de los testigos que buscan beneficios a cambio de sus declaraciones sobre todo insistiendo en su historial criminal, haciéndoles caer en contradicciones, y la falta de pruebas por el pago de los sobornos que alegan.
“La única prueba que los narcotraficantes tenían era la palabra”, le dijo Rivera al letrado no sin sarcasmo.
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Según la DEA, entre el 90% y 95% de la cocaína que se consume en Estados Unidos procede de Colombia y desde 2004 en torno al 92% a 94% pasa por Centroamérica (Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala) antes de atravesar México.
San Pedro Sula, la capital económica de Honduras, es el principal “hub” o centro de operaciones de la ruta, contó Jennifer Taul, especialista en narcotráfico de la DEA, durante el juicio al expresidente de Honduras.
Hernández enfrenta acusaciones de conspirar con el narcotráfico y de tráfico y posesión de armas, que podrían llevarle a pasar el resto de sus días en la cárcel, como su hermano Tony Hernández, otro personaje central en la multinacional del crimen organizado y la droga.
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