Gustavo Petro dio este martes en la Asamblea General de Naciones Unidas quizá el discurso más vehemente que un presidente colombiano haya ofrecido en ese prominente espacio de deliberación internacional.
El economista, exguerrillero y exalcalde de Bogotá, quien asumió el cargo hace menos de dos meses, acusó a los países desarrollados de la destrucción de la Amazonía, cuestionó la explotación de recursos naturales y propuso el fin de la guerra contra las drogas.
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Algunos críticos y miembros de la oposición, sin embargo, cuestionaron el discurso por su carácter "divisorio" y por la ausencia de planes concretos sobre cómo espera el mandatario cambiar estas problemáticas con una acción conjunta de países. Muchos temen que la vehemencia del gesto pueda aislar al país en la comunidad internacional.
Minutos después de la intervención, no obstante, Petro se reunión con John Kerry, alto comisionado para el clima de Estados Unidos, para tratar temas de paz y cambio climático.
Con un lenguaje poético lleno de mordacidad, Petro apeló a su historial de contundentes discursos en el Congreso de Colombia, a través de los cuales construyó una carrera política con base en la denuncia de la violación de derechos humanos y de la corrupción.
Para la vieja tradición de apego a la diplomacia de los mandatarios colombianos, el discurso de Petro representa un quiebre equiparable a su llegada misma al poder, que es considerada la primera de un izquierdista en la historia del país.
En el pasado, mandatarios como Juan Manuel Santos y Ernesto Samper cuestionaron la guerra contra las drogas con el argumento de que ningún país como Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo por décadas, ha sido tan afectado por la misma.
Sin embargo, la vehemencia de Petro, llena de señalamientos al modelo de desarrollo capitalista, suena inédita para un país que siempre ha preferido una diplomacia políticamente correcta a la denuncia impetuosa.
Estas son tres frases que resumen los ejes del discurso de Petro.
“Vengo de un país de belleza ensangrentada”
"Vengo de uno de los tres países más bellos de la Tierra", señaló Petro al comenzar su discurso.
Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo y el primero si se mide en relación con el tamaño de su territorio. El país tiene acceso a dos océanos, tres codilleras montañosas, cientos de páramos y una importante porción de la Amazonía.
"Allí hay una explosión de vida. Miles de especies multicolores en los mares, en los cielos, en las tierras. Vengo de la tierra de las mariposas amarillas y de la magia. Allí en las montañas y valles de todos los verdes, no solo bajan las aguas abundantes, bajan también los torrentes de la sangre".
"Vengo de un país de belleza ensangrentada", dijo Petro.
En efecto, Colombia ha sido el escenario de uno de los conflictos armados más largos y complejos del mundo, que generó uno de los desplazamientos internos más grandes que haya visto la humanidad, con ocho millones de personas afectadas.
La condición de país privilegiado al tiempo que condenado fue el eje del discurso de Petro en la ONU.
La defensa de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático son puntos centrales de la agenda de gobierno de Petro.
“Mi país no les interesa sino para arrojarle venenos a sus selvas, llevarse a sus hombres a la cárcel y arrojar a sus mujeres a la exclusión”
Dicho lo anterior, Petro culpó a las políticas económicas de países desarrollados por la devastación de la selva amazónica, considerada el pulmón del mundo ante la amenaza del calentamiento global.
"La selva se quema, señores, mientras ustedes hacen la guerra y juegan con ella. La selva, el pilar climático del mundo, desaparece con toda su vida. La gran esponja que absorbe el CO2 planetario se evapora", dijo Petro.
Un promedio de 1,5% del territorio protegido de Colombia se ha deforestado cada año durante la última década debido a la falta de controles de empresas de ganadería extensiva y palma africana.
Petro asegura que el Estado colombiano poco puede hacer al respecto sin un consenso internacional para detener estas economías extractivas. Además, acusa a la élite política tradicional colombiana de obrar en consonancia de los países desarrollados que supuestamente ven la biodiversidad como un obstáculo para el desarrollo.
"La selva salvadora es vista en mi país como el enemigo a derrotar, como la maleza a extinguir. El espacio de la coca y de los campesinos que la cultivan, porque no tienen nada más que cultivar, es demonizado".
La hoja de coca, originaria de los Andes amazónicos, es considerada una planta ancestral para cientos de comunidades y su explotación medicinal está en crecimiento.
"¿Qué es más venenoso para la humanidad: la cocaína, el carbón o el petróleo? El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis. En cambio, el carbón y el petróleo deben ser protegidos, así su uso pueda extinguir a toda la humanidad", aseguró Petro.
“Les demando acabar con la irracional guerra contra las drogas”
Todo esto concluyó en una férrea demanda de Petro por acabar con la llamada guerra contra las drogas, impulsada por el gobierno de Estados Unidos desde 1971.
"Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas", solicitó Petro, quien desde su discurso de inauguración como presidente en agosto hizo un llamado a abordar el problema de drogas como uno de salud pública en lugar de seguridad y defensa.
"Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes".
"¿Quieren menos drogas?", se preguntó el mandatario. "Piensen en menos ganancias y en más amores. Piensen en un ejercicio racional del poder".
Y a partir de eso, el presidente colombiano pronunció quizá la acusación más dura de su discurso: "Nosotros les servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad que la llevan a vivir en medio de las burbujas de las drogas. Les ocultamos sus problemas que se niegan a reformar".
“Mejor es declararle la guerra a la selva, a sus plantas, a sus gentes”, sentenció con ironía.