La defensa de Brittney Griner pedía que la sentencia se redujera o la absolución. Este martes 25, sin embargo, el tribunal de la región Moscú determinó que la destacada deportista debe pagar 9 años de cárcel por posesión y contrabando de drogas. La sentencia ha sido cuestionada por parecer una represalia de Rusia a las sanciones impuestas por Estados Unidos a partir de la invasión a Ucrania.
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Griner, basquetbolista dos veces ganadora del oro olímpico con EE.UU., viajó en febrero para jugar con el equipo de Ekaterinburgo. En el aeropuerto, fue detenida por “llevar encima cartuchos para vapear con una pequeña cantidad de aceite de cannabis”, recuerda la agencia AFP. De allí que, en agosto, fuera condenada a nueva años de cárcel.
Ella se declaró culpable, pero pidió una pena proporcional, debido a que la posesión respondía a un tratamiento médico. Según sus abogados, Griner no esperaba “milagros”, pero sí que escucharan y dieran importancia a sus argumentos. Sin embargo, su apelación fue discutida y descartada.
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Idas y vueltas
El Gobierno de Estados Unidos no se quedó con los brazos cruzados en los últimos meses. La agencia EFE recuerda que el secretario de Estado, Antony Blinken, discutió con su par ruso, Serguei Lavrov, la posibilidad de un canje de prisioneros. Además de Griner, también se trata de repatriar a Paul Whelan, exmarine acusado de espionaje y condenado a 16 años de prisión. A cambio, liberarían a Viktor But, más conocido como el ‘mercader de la muerte’, figura que llegó al cine encarnada por Nicolas Cage.
En respuesta, Rusia pidió que también se liberara a Vadim Krasikov, “excoronel de la agencia de espionaje interno”. CNN anota que “Krasikov fue declarado culpable en diciembre de asesinar a un excombatiente checheno, Zelimkhan ‘Tornike’ Khangoshvili, en el Kleiner Tiergarten de Berlín en 2019 y fue condenado a cadena perpetua”.
Washington se negó.
Este asunto, sostiene el analista argentino radicado en Estados Unidos Hernán Molina, pone en jaque al Gobierno del presidente Joe Biden. “Eso es lo que quiere Vladimir Putin”.
No es el único que celebra: algunos republicanos también aprovechan para aumentar las críticas contra los demócratas con miras a las elecciones de medio término. “Hay muchos que consideran que Biden no está manejando bien la guerra. Y mientras los hijos de Donald Trump, Eric y Donald Jr., dicen que su padre hubiera prevenido el conflicto, otros miembros del partido cuestionan que se siga invirtiendo millones de dólares en una guerra que no tiene final”.
Si no se concreta el intercambio, agrega el especialista, puede ser porque a Rusia no le conviene. Los resultados en la guerra no les son favorables, hay problemas económicos y políticos, así que más les vale no soltar esa carta.
En todo caso, lo que ha quedado claro es que EE.UU. prefiere el pragmatismo al momento de intercambiar prisioneros. Por ejemplo, hasta antes de la crisis energética, no se barajaba la posibilidad de negociar con Venezuela. “Pero, en este momento, negociar con Nicolás Maduro es el menor de los males si es que con eso se logra sostener la economía y se corta la dependencia de Putin”.
El caso de Griner, sin embargo, es más complejo. Molina agrega: “Es difícil negociar con alguien que cambia los términos a cada rato. No creo que los de Putin negocien de buena fe, de otra forma esto ya se hubiera resuelto”.
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Historia de canjes
Varios intercambios de prisioneros se vienen sucediendo en medio de la guerra. En abril, por ejemplo, el exmarine estadounidense encarcelado desde el 2019, Trevor Reed, fue entregado por Moscú a cambio de que Washington liberara a Konstantin Yaroshenko, piloto que vivía en prisión desde el 2010.
En setiembre, Ucrania y Rusia hicieron “el mayor intercambio de prisioneros” desde que comenzó la invasión. “El País” recuerda que 215 ucranianos -”entre ellos 10 extranjeros y miembros del batallón de Azov”- fueron liberado a cambio de “varios detenidos”, entre los que destacó Viktor Medvedchuk, “conocido oligarca prorruso ucranio y aliado de Putin”.
¿Cómo funcionó el intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y la Unión Soviética? AFP recuerda que lo hacían “a menudo en medio de la niebla de la noche, en el puente Glienicke de la Berlín dividida, un lugar apodado como ‘El puente de los espías’”.
Uno de los más famosos en cruzar el puente fue “el líder disidente soviético Natan Sharansky”, quien fue devuelto “a cambio de un ‘topo’ de la CIA originario de la antigua Checoslovaquia”.
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Pero la primera vez que ocurrió un intercambio entre esas potencias durante la Guerra Fría fue el 10 de febrero de 1962. Con el puente Glienicke como marco, “Gary Powers y Rudolf Abel no se conocían y se cruzaron sin mediar palabra”. Powers era piloto de la aviación estadounidenses que, luego de ser derribado en mayo de 1960, fue apresado y condenado a diez años de cárcel. Abel se desempeñaba como un espía soviético, por lo que fue detenido en Brooklyn el 21 de junio de 1957.
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