“Con el cambio de gobierno, escucharon que había muchas oportunidades aquí y decidieron venir”, cuenta Edrei Rodríguez, un pastor bautista de Brownsville, al otro lado de la ciudad mexicana de Matamoros. “Se arriesgaron. Y no tienen un plan B”, relata a la AP luego de conversar con cientos de migrantes que otra vez intentan cruzar la frontera entre México y Estados Unidos en busca del “sueño americano”.
Ese sueño volvió a alimentar sus esperanzas el mismo día que Donald Trump dejó la Casa Blanca. Los años de tolerancia cero, de expulsiones inmediatas, de separación de familias, de menores detenidos en jaulas, quedaba atrás. El 20 de enero empezaba la era Biden, quien llegó con su discurso de un trato más humano a la situación migratoria y de revertir las políticas más duras del republicano.
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La consecuencia ha sido la masiva llegada de inmigrantes a la frontera en los dos últimos meses, en su mayoría centroamericanos, en una situación que la administración demócrata de Joe Biden no quiere reconocer como una crisis, pero que ya se configura como tal por donde se le mire.
En febrero, la patrulla fronteriza detuvo a más de 100 mil personas que intentaban cruzar desde México hacia Estados Unidos de manera irregular, mientras que en enero la cifra fue de 78 mil. Si bien en el 2020 el número de indocumentados bajó ostensiblemente debido a la pandemia, la expulsión inmediata hacia México y las condiciones de vulnerabilidad en las ciudades fronterizas -violencia, robo, extorsión, secuestro, trata de personas- detuvo a muchas personas en los últimos dos años.
“Me parece que el mundo y algunos medios visualizaron a Biden como un súper héroe. Y Biden no es el súper héroe que va a salvar al mundo y a Estados Unidos”, señala a este Diario la doctora Aribel Contreras, coordinadora de la Licenciatura de Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana de México.
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“Desde su campaña y luego cuando toma posesión del cargo habló de darle una cara humanitaria al tema migratorio, pero en materia de comunicación política fue un error pues el mensaje implícito que se mandó fue que ahora los inmigrantes tenían permiso para entrar. Al intentar dar un toque humanitario, el mensaje se malinterpreta”, agrega.
Mientras las cifras siguen subiendo en marzo -a un ritmo de 5 mil detenciones diarias- Biden ha intentado atajar la situación nombrando a su vicepresidenta, Kamala Harris, para que se encargue de gestionar esta crisis, que después de la pandemia se ha convertido en el principal dolor de cabeza del demócrata.
Aunque públicamente el presidente ha preferido bajar el tono -el jueves en conferencia de prensa dijo que el aumento de inmigrantes es algo que ocurre todos los años en estos meses debido al invierno- su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, se ha paseado por todas las cadenas de televisión en la última semana pidiendo abiertamente a los potenciales inmigrantes: “No vengan a Estados Unidos. Las fronteras están cerradas”.
Y es que los sueños de los migrantes se topan contra un muro -no precisamente el que Trump no terminó de construir- pues la gran mayoría son impedidos de ingresar al país.
De los 100 mil inmigrantes que llegaron a la frontera en febrero, solo fueron autorizados a quedarse en territorio estadounidense poco más del 3%, mientras que más de 96 mil terminaron siendo expulsados. Esto debido a la aplicación del Título 42, una normativa establecida por la Casa Blanca en marzo del 2020 que le permite a la patrulla fronteriza expulsar extranjeros que buscan asilo debido a la pandemia, la cual no ha sido desactivada por Biden.
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Uno de los afectados ha sido el salvadoreño Salvador Alvarado, quien llegó con mucho esfuerzo a la frontera junto a su esposa y sus dos hijos de 12 y 7 años, pero que fue devuelto a Reynosa, en México:
“Nosotros prácticamente venimos huyendo de la delincuencia. Yo tenía mi casita, pero las pandillas querían que colaborara con ellos y que mi hijo trabajara como vigilante para que estuvieran protegidos. Como no lo hicimos un día nos quemaron la casa y mi esposa sufrió quemaduras en el brazo al querer salvar a los niños”, contó a EFE.
La mayoría de los migrantes centroamericanos viene de El Salvador, Honduras y Guatemala, países afectados por la pobreza –agudizada por la pandemia- las pandillas y los daños que dejaron recientes huracanes.
Música para Trump
“Cada error y tropiezo de la administración Biden es tela para cortar para los republicanos, pues así alimentan la propuesta de Trump regrese el 2024”, señala Contreras.
Así, el exmandatario no desperdició la oportunidad para criticar a su sucesor. “Nunca ha habido un momento en nuestra frontera sur como el que está sucediendo ahora, pero lo que es más importante es lo que está a punto de suceder: los inmigrantes ilegales de todos los rincones de la Tierra descenderán a nuestra frontera y nunca serán devueltos”, subrayó Trump en un comunicado, debido a que aún sigue silenciado en redes sociales.
“Cuando dejé el cargo (en enero), habíamos logrado la frontera más segura en la historia de nuestro país. Bajo Biden, pronto será peor, más peligrosa y más fuera de control que nunca”, agregó.
Aunque muchos de los migrantes son devueltos, Biden sí anunció la reactivación desde el 19 de febrero de los casos de solicitantes de asilo que habían sido devueltos a ciudades fronterizas mediante el programa “Remain in Mexico” (Permanecer en México) establecido por la administración Trump y aceptado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Este programa obligaba a los indocumentados a quedarse en México a la espera de sus citas en cortes de inmigración estadounidenses.
Así, unos 25 mil inmigrantes están siendo admitidos. Sin embargo, esta reapertura ha alentado a otros solicitantes de asilo para esperar una oportunidad de ingresar, mientras acampan en los puntos fronterizos y a la intemperie.
“Es preocupante, porque muchos grupos están llegando de todas partes a apostarse en las inmediaciones con el propósito de cruzar a Estados Unidos. No es posible”, expresó a EFE el representante de la Casa del Migrante, Juan Antonio Sierra Vargas.
Mientras que los republicanos no cesan de culpar a Biden por ablandar el discurso y permitir implícitamente el ingreso de indocumentados al país, los demócratas responsabilizan a la anterior administración de haber recibido un sistema migratorio quebrado.
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“Lo que estamos viendo hoy es la consecuencia de cuatro años en los que se desmanteló cualquier sistema para abordar esto con humanidad y con compasión”, afirmó en CNN la legisladora demócrata Verónica Escobar, representante de El Paso (Texas).
Los menores solos
Por si no fuera suficiente con la presión que hay en la frontera, la situación se ha vuelto más complicada y sensible por la llegada de menores de edad sin acompañantes.
Hasta el pasado miércoles, las propias autoridades estadounidenses informaron que había 5.156 niños y adolescentes bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza, mientras que más de 11 mil estaban en albergues manejados por el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
En el 2019, antes que la pandemia frenara el movimiento migratorio, cruzaron la frontera 75 mil menores solos.
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Bajo la administración Biden, se decidió que los niños solos sí serían aceptados mientras se les intenta conectar en el país con algún familiar, intentando dar un enfoque más humano. Los menores solo pueden estar bajo custodia de la Patrulla Fronteriza hasta por 72 horas, sin embargo, debido al espacio limitado en los refugios -que se limitó más por la pandemia- muchos se están quedando más tiempo en centros de detención que han sido habilitados para adultos.
Según trabajadores sociales en Matamoros, muchos padres o familiares llegan con sus niños hasta la frontera, pero los envían para que crucen solos para asegurarles la estadía con algún familiar ya establecido en el país, una situación que está sobrepasando a las autoridades.
“Me gustaría creer que ellos vienen porque soy un buen tipo, pero no es así. Esto pasa cada año”, se ha defendido el presidente.
Aunque, efectivamente, la migración no ha emergido de pronto en dos meses, se trata de una crisis continua con un horizonte lejano de solución. “¿Por qué no se ha logrado hasta ahora? Creo que la respuesta está en la corrupción”, apunta Contreras. Sin embargo, también reflexiona si efectivamente todos los programas de ayuda hacia Centroamérica que ha habido los últimos años han ayudado a la población. “Una cosa es la parte mediática, el discurso político, y otra cosa es la realidad. Cuando el abismo es tan grande, me parece que no habrá cambios radicales para combatir la migración desde el origen”.
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