Melania Trump ha sido objeto de críticas por sus palabras, formas de vestir y gestos ante cámaras. La exmodelo eslovena es la tercera esposa del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien busca la reelección este martes 3 de noviembre. La estadía de los Trump podría prolongarse por otros cuatro años más en la Casa Blanca tras las elecciones de Estados Unidos 2020.
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Melania, una exmodelo de 50 años de edad y mirada deslumbrante, durante este último periodo presidencial ha sido una discreta fuente de apoyo para el líder republicano, generalmente fuera de cámara.
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La actual primera dama de Estados Unidos es la segunda mujer extranjera en la historia de este país en ocupar este gabinete. Hace casi 200 años, entre 1825 y 1829, la inglesa Louisa Catherine Johnson, —también conocida como Louisa Adams—, ocupó el mismo lugar junto a su esposo, el entonces presidente John Quincy Adams.
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En un libro publicado el año pasado, la reportera de CNN Kate Bennett dijo que la primera dama es “mucho más poderosa e influyente con su esposo” de lo que el público sabe.
En 2018, ella pidió abiertamente que se despidiera a un asesor principal del presidente. Así se hizo.
Pero Melania sigue siendo en gran medida un enigma, al menos en términos políticos. Y cuando ella se ha colocado intencionalmente en el centro de atención, ha recibido críticas.
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Su campaña contra el acoso escolar “Be Best” (“Sé mejor”), un rol característico de primera dama, no ha sido bien recibida. Tampoco sus elecciones de moda han sido bien vistas, provocando largas series de comentarios y especulaciones.
“Las primeras damas enfrentan el tremendo desafío de hacer un trabajo sin una descripción del trabajo y enfrentar críticas públicas casi constantes”, dijo a la AFP Kate Andersen Brower, autora de “Primeras mujeres: la gracia y el poder de las primeras damas modernas de Estados Unidos”.
“Nunca pueden complacer a todos al mismo tiempo y algunas primeras damas, como Melania, luchan más que otras”.
Vida de lujos
Nació como Melanija Knavs en abril de 1970 en Eslovenia, entonces parte de Yugoslavia. Su madre trabajaba en la industria de la moda y su padre era vendedor de automóviles.
Estudió diseño y arquitectura antes de partir hacia Milán y París para iniciar su carrera como modelo. Eso la llevó a Estados Unidos en 1996, donde dos años después conoció a Trump.
La primera dama ha dicho que convertirse en ciudadana estadounidense, en 2006, fue “el mayor privilegio en el planeta Tierra”.
De hecho, su experiencia estadounidense es realmente un privilegio: una vida de jet-set, que transcurre entre un lujoso apartamento de Nueva York en la Trump Tower y residencias en Florida.
Al principio, Melania no parecía estar de acuerdo con las aspiraciones presidenciales de su esposo. “Ella dijo: ‘Tenemos una vida tan grandiosa. ¿Por qué quieres hacer esto?’”, dijo en una ocasión el exmagnate inmobiliario a The Washington Post.
Melania finalmente se convirtió en la primera primera dama nacida en el extranjero de Estados Unidos desde Louisa Adams, la esposa inglesa de John Quincy Adams, quien fue presidente entre 1825 y 1829.
Estilo cuestionado
Donald Trump ingresó a la Casa Blanca en enero de 2017, pero Melania y su hijo Barron solo se unieron a él en junio, después de que el escolar de entonces 11 años completara su año.
“¡Esperamos con ansias los recuerdos que crearemos en nuestro nuevo hogar! #Movingday”, escribió Melania en Twitter entonces.
Pero en Washington, rápidamente sintió la dureza de la escena política.
Fue criticada por usar tacones de aguja en agosto de 2017 para visitar Texas devastada por una tormenta, y ponerse zapatillas deportivas antes de bajar del avión.
Luego volvió al foco en un viaje en junio de 2018 a la frontera entre Estados Unidos y México para visitar a niños migrantes, por usar una chaqueta estampada con la frase: “Realmente no me importa, ¿a ti?”.
¿Estaba criticando a su marido? ¿Los medios de comunicación? ¿Su hijastra Ivanka? ¿O simplemente usando una chaqueta que le gustaba? Nada de eso importaba, y los titulares negativos persistieron.
Tampoco ayudó lucir un casco de médula blanco de estilo colonial durante un safari en Kenia unos meses después.
Para la profesora de historia de la Universidad de Ohio, Katherine Jellison, Melania Trump podría mejorar su imagen si “hiciera más apariciones públicas y concediera más entrevistas, pero, por supuesto, elegiría sus palabras y su vestuario con cuidado”.
“Popular”
La principal fortaleza como primera dama ha sido su capacidad para proyectar calma y compasión, a diferencia de su esposo, en temas candentes como el coronavirus y tensiones raciales.
Aunque ha estado en gran parte ausente de la campaña electoral este año, en parte debido al coronavirus que la afectó personalmente, su discurso en la convención de nominación republicana en agosto fue elogiado.
“Cada vez que él la necesita para una gran muestra de apoyo, ella aparece”, dijo Jellison.
Brower señaló que Melania es “extraordinariamente popular” entre la base política de su marido.
“Donald es un luchador. Ama este país y lucha por ti todos los días”, dijo el martes en un mitin de campaña en el estado clave de Pensilvania, su primer evento en solitario de 2020.
¿Qué haría Melania cuatro años más en la Casa Blanca? Brower predijo que adoptaría un perfil aún más bajo. “Es una persona muy reservada”, señaló.
“Y aunque creo que continuaremos viendo su trabajo para ayudar a las personas con adicción a los opioides y las tareas más tradicionales de la primera dama, la veremos menos en el escenario público”, vaticinó.
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