Mientras los demócratas celebran su mayor fiesta partidaria al interior del Union Park, en las calles que rodean el imponente estadio de Chicago se desarrollan manifestaciones en contra del papel que está jugando Estados Unidos durante la guerra que libran Israel y Hamás en la franja de Gaza. Un reclamo que se ha hecho presente a lo largo de la campaña, que mostraría ciertas gritas al interior de la tienda azul pero que, según analistas consultadas por El Comercio, no sería determinante en las aspiraciones de Kamala Harris por llegar a la Casa Blanca.
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El lunes 19, mientras desfilaban por el escenario demócrata personajes como el presidente Joe Biden o su esposa Jill, miles de personas atendían a la convocatoria realizada por más de 200 organizaciones de todo Estados Unidos para expresar su desilusión con la Administración actual por su actuación en el conflicto en el Medio Oriente que ya lleva más de 10 meses.
Durante la noche de ese día docenas de activistas superaron las vallas de seguridad instaladas en la zona, lo cual acabó con el arresto de 13 manifestantes, según la policía local. Esto llevó, además, a que las autoridades instalaran una línea adicional de vallas y reforzaran las altas barreras metálicas para los días venideros.
Se espera que las manifestaciones continúen hasta este jueves 22, cuando se tiene previsto el cierre de la Convención Nacional Demócrata (CND) con la oficialización de la candidatura de Harris.
“Las protestas son visibles y están recibiendo atención mediática. Sin embargo, no han sido más disruptivas que en cualquier otro de los mítines de Harris y Walz de las últimas dos semanas. Más que nada, las protestas están afectando la vida cotidiana de las personas que viven en Chicago”, comenta a El Comercio la presidenta del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Jacksonville, Nevena Trajkov.
- Cambio de rumbo -
Desde el atentado terrorista del 7 de octubre, Estados Unidos ha reafirmado una y otra vez el “apoyo inquebrantable” a Israel, su principal aliado en la región, y al que ha enviado millones de dólares en ayuda militar pese a las críticas internacionales por la contraofensiva lanzada contra Hamás que ha desatado una severa crisis humanitaria en la franja de Gaza.
Desde entonces, el gobierno estadounidense se mueve en un complicado escenario donde busca calibrar sus críticas a la guerra sin perjudicar la relación con uno de sus aliados más importantes.
Esto ha provocado que, desde comienzos de este año, se hayan sucedido manifestaciones masivas, como las protagonizadas en diferentes universidades de Estados Unidos, además del surgimiento de movimientos como el de los votantes disconformes -como se conoce a los demócratas que no están dispuestos a votar por el candidato del partido hasta que se prometa un cambio en la política exterior- durante las primarias y de protestas callejeras que acompañan los principales actos de campaña.
Esta fue una de las mochilas más pesadas que tuvo que cargar Biden durante su campaña trunca para la reelección y que desde hace un mes, con su inédita renuncia, legó a Harris.
La actual vicepresidenta ha sido más enérgica que Biden en sus llamados a conseguir un alto al fuego y condenar las muertes de civiles en Gaza, pero se ha asegurado de no dejar en duda su leal apoyo a Israel en caso gane la elección.
El lunes 19, durante la presentación del programa electoral en la CND, los demócratas reafirmaron su tradicional posición de apoyo a Israel. Sin embargo, este tema también encuentra opositores -aunque pocos- en el propio seno del partido. Unos 30 de los 4.000 delegados presentes en la convención anunciaron abiertamente oponerse al apoyo a Israel.
“Harris ha dicho que seguirá apoyando a Israel pero que tiene que haber responsabilidad por las muertes de los civiles, creo que esto es importante porque ha ido más lejos en su posición específica”, señala la politóloga María Puerta Riera, profesora de Ciencias Políticas en el Valencia College de Orlando.
“La vicepresidenta ha dicho constantemente que desea que la crisis termine. También ha sido bastante crítica con Israel, afirmando que aunque su existencia se debe proteger y que el ataque del 7 de octubre le da una causa justa para defenderse, no puede hacerlo por cualquier medio. Condena enérgicamente a Hamas y con razón etiqueta sus acciones como terrorismo, pero con la misma firmeza dice que Israel debe respetar la vida humana en Gaza”, agrega por su parte Trajkov.
- Impacto en las urnas -
Durante las primarias demócratas, más de 750.000 votantes prefirieron la opción de “uncommitted” (no comprometido) antes que apoyar a Biden a manera de protesta por su papel en la guerra en Medio Oriente.
Además, una reciente encuesta del Siena College y The New York Times reveló que el 45% de los votantes menores de 30 años rechaza la postura que ha adoptado la Administración Biden frente al conflicto bélico.
Entonces, ¿qué efecto podría tener este descontento en las aspiraciones presidenciales de Harris? Ambas analistas coinciden en que este será mínimo o, en todo caso, cabe dentro de las proyecciones del partido.
“Los temas principales que motivan a los votantes estadounidenses son la economía, las políticas de inmigración y la frontera, la protección de la democracia y el aborto, en ese orden, dependiendo del estado. La gran mayoría de votantes no está emitiendo su voto basándose en lo que está sucediendo en Medio Oriente. Esto no significa que no sean conscientes de la crisis, todos los estadounidenses quieren ver una resolución pacífica a largo plazo, pero no define su preferencia”, señala Trajkov.
“Si bien es cierto que esta generación de votantes jóvenes ha superado a generaciones anteriores en términos de participación electoral (por ejemplo, la Generación X cuando tenía entre 18 y 30 años), aún son menos propensos a votar que las generaciones mayores, lo que significa que son votantes menos confiables. El estado de Michigan, por ejemplo, es un estado clave de voto oscilante que tiene la mayor población árabe-estadounidense del país. Pero la mayoría de los árabes-estadounidenses allí están registrados como republicanos. Así que yo no veo nada en los datos, hasta ahora, que sugiera que la crisis en Gaza afectará la elección”, agrega la experta.
“El elector árabe-estadounidense de Michigan, en su mayoría, ha apoyado a Trump anteriormente. Por otra parte, los desafíos para esos votantes son mayores que el conflicto en Gaza, porque se trata de su permanencia en este país, debido a que Trump ha prometido que los deportará por su activismo político, de manera que sería contradictorio votar por quien está prometiendo hacerles daño”, comenta por su parte Puerta.