Desde la campaña que en el 2016 llevó a la presidencia de Estados Unidos a Donald Trump hasta el asalto al Capitolio de enero de este año, la figura de Stephanie Grisham fue una de las más cercanas a la familia Trump. Por ello, el anuncio de un libro que será publicado el 5 de octubre y en el que revelará nuevos y comprometedores secretos sobre el expresidente y la entonces primera dama ha causado revuelo en el país norteamericano.
Entre las revelaciones, que han sido adelantadas por medios como “The New York Times”, “The Washington Post” y Político, figuran episodios que revelan el explosivo carácter del exmandatario con los empleados de la Casa Blanca, conversaciones extrañas en torno a temas sexuales que sostuvo con Trump y críticas al papel que desempeñó Melania Trump durante el gobierno de su esposo, entre otros.
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Hasta antes del anuncio de la publicación, Stephanie Grisham era famosa por no haber brindado ninguna rueda de prensa diaria mientras trabajaba como secretaria de prensa de la Casa Blanca. En vez de ello, solo brindó entrevistas a medios conservadores y abiertamente favorables a Trump, generando la crítica de la prensa estadounidense, una carta conjunta firmada por varios exsecretarios de prensa militares y del Ejecutivo donde pedían que se restauraran las tradicionales conferencias y hasta el compromiso de los escritores Don Winslow y Stephen King de donar 100 mil dólares cada uno a la caridad si esto sucedía.
Pese a ello, Grisham no cambió su decisión. Ahora, con la publicación de “I’ll Take Your Questions Now” (“Tomaré sus preguntas ahora”), la exsecretaria de prensa parece finalmente revelar la verdadera razón detrás de su peculiar conducta.
“Sabía que tarde o temprano el presidente querría que le dijera al público algo que no era cierto o que me haría sonar como una loca”, escribe.
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Carrera con polémicas
Stephanie Ann Sommerville nació en Arizona en 1976, pero de niña se mudó junto a su madre al estado de Washington, donde se graduó del Eastmont High School para luego trasladarse a Colorado y asistir a la Universidad Estatal de Mesa. Ahí conoció a Danny Don Marries, con quien se casó en 1997. Ese mismo año, Stephanie se inscribió en Arizona como votante del Partido Demócrata.
Un año más tarde tuvo a su primer hijo. El matrimonio concluyó en el 2004, cuando Stephanie se casó con el comentarista deportivo Todd Grisham, de quien se divorció dos años más tarde, aunque decidió mantener su apellido.
En el 2007 trabajó como portavoz de la Asociación Americana del Automóvil, pero fue despedida un año más tarde tras ser acusada de falsificar informes de gastos. La historia se repitió en la agencia publicitaria Mindspace, donde la acusaron de plagiar material de su antiguo trabajo. Entre el 2008 y el 2010 fue portavoz de la Asociación de Escuelas Autónomas de Arizona, donde conoció al superintendente Tom Horne, quien terminó siendo elegido fiscal general del estado.
Eso significó la entrada de Grisham a la política al convertirse en la portavoz de Horne. Dos años más tarde trabajó en la campaña presidencial del republicano Mitt Romney y en el 2014, luego de que el republicano Mark Brnovich se impusiera en las primarias republicanas de Arizona, Grisham pasó a trabajar como vocera del caucus republicano de la Cámara de Representantes de dicho estado.
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Llegada al clan Trump
Un año después, finalmente, se acercaría a los Trump. Grisham comenzó trabajando como ayudante de prensa en la campaña del entonces candidato. Primero organizaba sus mítines en Phoenix, luego en todo el estado de Arizona y terminó haciéndolo a nivel nacional. En mayo del 2016 renunciaría a su trabajo en la Cámara de Representantes de Arizona para dedicarse totalmente a la campaña del magnate neoyorquino.
Con la victoria de Donald Trump, Grisham formó parte del equipo de transición y fue nombrada asesora especial de operaciones. Con el republicano ya en la Casa Blanca, Stephanie Grisham pasó a trabajar como subsecretaria de prensa del presidente por tres meses, luego fue enviada al equipo de la primera dama Melania Trump.
En julio del 2019 reemplazó a Sarah Sanders como secretaria de prensa y directora de comunicaciones de la Casa Blanca, cargo en el que se mantuvo hasta abril del 2020 cuando fue designada secretaria de prensa y jefa del gabinete de la Primera Dama.
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El momento de ruptura
El 6 de enero de este año, a la 1:25 de la tarde, Grisham le envió un mensaje a Melania Trump. El asalto al Capitolio había sucedido pocos minutos antes y la asesora quería saber cuál sería el mensaje de la primera dama. “¿Tuiteamos que las protestas pacíficas son un derecho de todo estadounidense, pero que no hay lugar para la anarquía y la violencia?”, preguntó según Político, que tuvo acceso a un adelanto del libro.
“No”, respondió Melania, quien se encontraba en la sesión fotográfica de una alfombra nueva que había comprado para la Casa Blanca, según narra en el libro. La indiferencia a la mayor crisis política de los últimos años en el país “la rompió”, asegura Grisham.
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Esa misma tarde, la asesora presentó su renuncia.
En la publicación, Grisham no ha dudado en comparar a Melania Trump con Maria Antonieta, la reina francesa que ignoró las miserias de su pueblo, lo que junto a otros factores terminó provocando la evolución francesa.
“Despectiva. Derrotada. Desapegada”, así describe Grisham a Melania. La exasesora también asegura que la entonces primera dama, al igual que su marido, creían firmemente que se había perpetrado un fraude en las elecciones donde se impuso el demócrata Joe Biden.
Pero Melania es apenas un personaje secundario al repasar las revelaciones que Grisham tiene sobre Donald Trump y su “aterrador” temperamento.
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Según los adelantos brindados por The New York Times, Grisham narra cómo uno de los objetivos frecuentes de la ira de Donald Trump era Pat Cipollone, el consejero legal de la Casa Blanca. “No le gustaba que le dijeran que las cosas que quería hacer eran antiéticas o ilegales. Entonces le gritaba. Pero usualmente luego lo escuchaba, para luego gritarle nuevamente”, recoge el Times.
La exasesora asegura que una de las formas que tenían en la Casa Blanca para aplacar la ira del mandatario era un asistente conocido como “el hombre de la música”, quien le tocaba canciones de Broadway para apaciguarlo. Entre sus favoritas estaba “Memory”, del musical de Broadway “Cats”.
Episodios perturbadores
Otro pasaje narrado por Grisham da cuenta un caso de posible acoso sexual de Donald Trump hacia una practicante de prensa a quien invitaba constantemente a su cabina en el avión presidencial Air Force One. La exasesora asegura que, pese a las indicaciones del entonces mandatario de “mantenerla feliz” ascendiéndola, ella prefirió mantenerla alejada de él.
En otra ocasión, durante una reunión en la Oficina Oval donde trataban el caso de E. Jean Carroll, quien acusó a Trump de violarla en la década de 1990, el presidente insultó la apariencia de la denunciante para luego mirar a Grisham a los ojos y decirle: “Solo niégalo. Eso es lo que haces en cada situación, ¿cierto Stephanie? Solo niégalo”, narra Grisham.
De nuevo en el Air Force One, uno de los pasajes más perturbadores tuvo lugar, según la publicación. En el marco de las revelaciones de la actriz porno Stormy Daniels sobre su relación con Trump, el mandatario llamó a Grisham para defender el tamaño de su pene. “Todo allí abajo está bien”, le dijo, en respuesta a las críticas de Daniels, quien lo había calificado como un “hongo”.
“Uhhh, okey”, respondió Grisham, quien describe el episodio como uno de los más extraños que le ha tocado afrontar.
El enorme ego de Donald Trump, describe Grisham, era en torno a lo que giraba el trabajo y la vida en la Casa Blanca. Un ego que lo llevó a mantener en secreto una presunta colonoscopía y a someterse a anestesia porque eso supondría que el vicepresidente Mike Pence asumiría el cargo hasta su recuperación, lo que era visto por Trump como “mostrar debilidad”.
La narración de Grisham también recoge una conversación del 2019 entre Trump y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, donde el líder estadounidense le aseguraba que hablaría de sanciones por la interferencia rusa en las elecciones del 2016 pero que todo sería “solo para las cámaras” y que “luego conversaríamos bien”.
Ese mismo año, tras el viaje que Trump realizó a Corea del Norte, Grisham asegura que el exmandatario no dejó de pedirle que averiguara formas en las que podrían hacer que la prensa dejara de ir a la Sala de Prensa James S. Brady, en la Casa Blanca.
“Cuando comencé a ver que su temperamento no era solo por el impacto o las cámaras, comencé a lamentar mi decisión de ir al Ala Oeste”, escribe Grisham.
Responden los Trump
Los adelantos sobre el libro no han tenido que esperar para obtener una respuesta de parte de los antiguos huéspedes de la Casa Blanca.
“Stephanie no tenía lo que se necesita y eso era obvio desde el principio. Ella estaba muy enojada y amargada después de su ruptura y, a medida que pasaba el tiempo, rara vez se podía confiar en ella, o incluso pensar en ella. Tenía grandes problemas y sentimos que debía resolver esos problemas por sí misma. Ahora, como todos los demás, ha recibido el pago de una editorial de izquierda radical para decir cosas malas y falsas”, dijo Donald Trump a través de su actual vocera Liz Harrington.
Desde la oficina de la exprimera dama, Melania Trump, también emitieron un comunicado. “La intención detrás de este libro es obvia. Es un intento de redimirse después de un mal desempeño como secretaria de prensa, relaciones personales fallidas y comportamiento poco profesional en la Casa Blanca. A través de la falsedad y la traición, busca ganar relevancia y dinero a expensas de la Sra. Trump”, señala la nota.
Una fuente cercana a Grisham le dijo a Político que la exasesora “sabe que ha sacudido un nido de avispas con este libro” que también salpicaría a otros personajes como Jared Kushner y Mark Meadows, responsables de su salida como secretaria de prensa.
“Stephanie tiene secretos sobre Trump que ni siquiera la primera dama conoce”, aseguró la misma fuente al medio estadounidense.
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