José W. Fernández describe la relación entre Estados Unidos y América Latina como un matrimonio. No todo es perfecto, admite, es difícil, pero viven en la misma casa, comparten intereses, problemas, y tienen un diálogo único que no tienen con nadie más en el mundo. “Nos estamos dando cuenta de que la vida es mucho mejor si podemos vivir juntos que separados”, sostiene.
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Nacido en Cienfuegos, Cuba, en plena revolución castrista, Fernández es subsecretario del Departamento de Estado para Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente, áreas que el gobierno de Joe Biden ha puesto en el centro de su agenda para América Latina. Fernández viajó a la IX Cumbre de las Américas con la delegación del secretario de Estado, Antony Blinken, y habló en exclusiva para el Grupo de Diarios América (GDA), del cual LA NACION es miembro fundador.
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Ante las críticas por la falta de una política de Estados Unidos para América Latina, Fernández dice que tienen que comunicar mejor lo que hace Washington, y que quieren ser “un vecino que ayuda, y que a la misma vez critica”. Y ante el avance de China, dice que hay que trabajar para llevar más inversiones norteamericanas, pero los países deben mejorar el clima de negocios, y no pueden obligar a las empresas a invertir.
–¿Qué objetivos tiene Estados Unidos para esta Cumbre?
–Hay varios objetivos. El primero es crear una relación bilateral de cooperación con la región, y recordarle a la región que somos vecinos, y compartimos los problemas y también compartiremos el éxito. Mucho de lo que estamos tratando de hacer es escuchar, y también poner sobre la mesa algunas ideas que queremos hablar [...] La idea es buscar la manera de trabajar con países en cosas que nos dicen que quieren hacer, y eso requiere un diálogo. Ellos vienen, y nos piden cooperación y ayuda.
–Hay una crítica de que falta una política para América Latina, ¿qué responde a eso?
–Hay un deseo de la región de tener un vecino que los entiende, y que quiere ayudarlos a hacer lo que quiere hacer cualquier gobierno, que es mejorar la vida de su pueblo en economía, salud, seguridad. Y ahí estamos. Yo he escuchado lo mismo, y les decimos que el comercio con el hemisferio es cuatro veces el de China, que siempre nos comparan. Seguimos siendo el principal inversor, hemos invertido un 50 por ciento más que el segundo, China. Hemos donado 70 millones de dosis de vacunas, y gratis, no las vendemos, y sin condiciones. Tal vez tenemos que comunicarle al pueblo de América Latina lo que hacemos. Pero creo que tenemos mucho de que estar orgullosos. América Latina ha cambiado. Ya no es una región con la mano pidiéndote limosna. Quiere cooperación, quiere más inversión. Muchos buscan ser parte del acercamiento de las supply chains, las cadenas de suministro.
–¿Cree que la crítica es exagerada?
–No, en absoluto. Nos gusta. En varias ocasiones, a Estados Unidos se lo ha acusado de imponer sus programas en la región. No se trata de eso. Estamos tratando, y creo que lo estamos consiguiendo, de mostrar que queremos ser un vecino, un vecino que ayuda, y que a la misma vez critica, porque es parte del diálogo que se tiene. Pero lo hace con respeto y con cariño.
–Biden anunciará una agenda económica, ¿qué ofrecerá Estados Unidos?
–Hay mucho que se puede hacer en las cadenas de suministro. Lo que nos ha demostrado la pandemia y la crisis es que dependemos mucho de Asia, no solamente de China. Nos cuesta mucho más traer algunos productos de Asia que fabricarlos en Honduras o Brasil. Va a incluir también el comercio digital, que tiene muchas ramas, privacidad de los datos, seguridad, la expansión del 5G. Vamos a hablar de temas de transparencia. Si tenemos éxito, vamos a poder crear crecimiento en América Latina y lazos mucho más estrechos, y lo vamos hacer siempre insistiendo en los estándares más altos. Hemos llegado a un punto en Estados Unidos en que nuestras empresas saben que no podemos tener corrupción.
–¿Por qué Estados Unidos no compite con China en infraestructura, como el 5G?
–Bueno, vamos a los datos. Tenemos el 50 por ciento más de inversión…
–Pero hablo de infraestructura…
–Primero, no se trata de competir. Nos ponemos en el lugar de nuestros vecinos y si es una inversión que crea empleo, que no daña el medio ambiente, que respeta los derechos humanos, no queremos competir con China. Al revés. No se trata de nosotros de oponernos a nada, sino lo que tenemos que hacer es crear razones para que quieran más inversiones norteamericanas. El 5G... es algo indiscutible, y los países lo saben, hay empresas chinas que son parte del gobierno. La ciberseguridad de una empresa que por ley tiene que obedecer las órdenes del gobierno chino te crea un problema de seguridad. Cuando hay licitaciones para las redes de telecomunicaciones les decimos “tengan cuidado”, y tratamos de explicarles. Y en muchas ocasiones hemos apoyado la inversión de otras empresas, como Nokia o Ericsson, que no son norteamericanas. Pero no se trata de competir, tenemos que darle otra oferta, y es una oferta que tiene mejores estándares y es una mejor inversión.
–¿Por qué cree que eso puede ocurrir?
–Tenemos que buscar las maneras. En México hay mucha inversión norteamericana, en la Argentina tenemos varias empresas mineras que les va muy bien. Creo que va a ocurrir. Pero también creo que es importante, y esto lo hablamos muchas veces con los países de la región, que mejoren su clima de inversión. Reglas claras, que no varíen, que sean más transparentes. Lo que nosotros tratamos de hacer es hablar con los países receptores de inversión sobre lo que pueden hacer para atraer inversiones. Pero en parte dependemos de estos ejes que no controlamos. Nuestras empresas son privadas, no son estatales. Yo no puedo obligar a una AT&T a que vaya a un lugar.
–Pero pueden darle financiamiento.
–Les podemos dar financiamiento si es que quiere ir. Pero muchas veces no quieren ir. En parte no tiene nada que ver con América Latina, sino porque les va bien en Estados Unidos. Parte es culpa de ellas mismas que no tienen los horizontes para salir. Eso es uno. No las podemos obligar. Y segundo, los países tienen que atraer. Y hay países que tienen éxito y atraen mucha inversión extranjera, y otros que no.
–¿Cuáles?
–Hemos visto por muchos años que México recibía mucha inversión, la Argentina recibía mucha inversión, después paró. Brasil por ser Brasil siempre generó mucho interés. Nosotros no podemos obligar a una empresa a que vaya. Eso tiene una ventaja y una desventaja. La ventaja es que tienes una empresa independiente. La desventaja es que si recibes inversión de una empresa estatal, esa empresa va a obedecer las órdenes de su Estado.
–¿Qué oportunidades ve en energía y medio ambiente?
–Muchísimas. Empecemos por lo que América Latina ha hecho bien. Hay muchos países que reciben el 80 por ciento de su energía de fuentes renovables, varios países en Centroamérica, Colombia, Brasil, incluyendo la energía hidroeléctrica. Las industrias de energía renovables crean buenos empleos. Hemos llegado a un momento en que la energía renovable puede ser más barata que la sucia. Hay muchas oportunidades para empresas norteamericanas, europeas y de muchos países. Si hay algo que nos ha demostrado la guerra en Ucrania es que nadie te puede robar el sol y el viento. Estamos trabajando para crear más deseo de invertir, de que empresas inviertan en renovables en Centroamérica y el Caribe. Lo importante es que el sector privado ha llegado a un momento en el que puede competir muy bien con el petróleo y el gas.
–¿Cómo cambia la guerra en Ucrania las oportunidades en la región?
–No tengo la respuesta completa. La invasión rusa está desatando un problema de inseguridad alimentaria muy fuerte en la región que va a beneficiar a la agricultura, y a la misma vez va a encarecer a los fertilizantes, el abono. Vemos oportunidades en la desgracia que están sufriendo los ucranianos. Pero no te lo puedo responder claramente porque no está claro. Las commodities van a aumentar, pero vas a tener inflación. Eso lo añades a las cadenas de suministro que fueron destrozadas por el Covid. En el corto plazo hay países que se van a beneficiar. Esto pasa en todas las crisis. Hay oportunidades, y por eso queremos trabajar en temas de energía renovables y en temas alimenticios y buscar la manera de reducir la brecha digital.
–Hay ausencias de líderes, ¿cómo define el éxito de la Cumbre?
–El primer éxito sería que nuestros pueblos reconozcan la necesidad de una cooperación con Estados Unidos. El éxito debería ser, en parte, dejar de lado los titulares de quiénes no vienen. ¿Quienes vinieron? ¿Qué hicimos? ¿Buscamos una manera de estrechar los lazos? Y no todo tiene que ser temas económicos. La democracia... ¿estamos más dispuestos a unirnos contra los dictadores de turno? ¿Qué vamos hacer con la guerra en Ucrania? Lo primero que espero que pueda salir de aquí es el reconocimiento de que tenemos muchos intereses en común y los estamos persiguiendo. Y, con suerte, maneras de cooperar aún más.
–Se habla sobre intereses comunes, pero también sobre oportunidades perdidas, recurrentes, y una falta de interés de Estados Unidos hacia América Latina, ¿cómo concilia eso?
–Creo que las dos son realidades. Es como un matrimonio. No todo es perfecto. Y es un matrimonio que estamos en la misma casa. Es lo bonito. Si tú miras las relaciones que tenemos con algunos países, es todo critica muchas veces. Esto aquí son dos regiones que se conocen muy bien. El hecho de que hay 50 millones de hispanos en este país quiere decir que nos conocemos. Y que vemos que, por ejemplo, las empresas norteamericanas de infraestructura deberían ir mucho más a América Latina. Es el matrimonio. Tú me dices eso, y yo tengo mi contraataque, mi contraataque es ‘pónme las condiciones para que vayan’. Es un diálogo que la región latinoamericana no tiene con ningún otro país del mundo. El diálogo que tenemos entre América Latina y Estados Unidos no lo tiene América Latina con Europa, no lo tiene América Latina con China. Por eso es tan difícil.
–¿Y cómo ve el futuro de ese matrimonio?
–Lo veo con mucha esperanza porque tenemos intereses comunes. Compartimos poblaciones, compartimos intereses. Nos estamos dando cuenta de que la vida es mucho mejor si podemos vivir juntos que separados. Yo tengo mucha esperanza, te digo porque en la historia hemos tenido vaivenes, y eso nos ha demostrado que si lo hacemos bien, con respeto, podemos beneficiarnos los dos. Esa es mi esperanza.
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