La facilidad con la que los seguidores de Donald Trump lograron entrar al Capitolio para interrumpir la certificación de la elección de Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos fue una de las cosas que mayor sorpresa causó dentro y fuera de EE.UU.
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¿Cómo fue posible que un número relativamente pequeño de personas asaltara la sede del Congreso del país más poderoso del mundo?
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La respuesta, sin embargo, es relativamente sencilla.
Simplemente, las autoridades no utilizaron la inmensa fuerza a su disposición para tratar de evitarlo.
El porqué, sin embargo, ya es un asunto más complicado.
Por lo pronto, lo que es indudable es que si bien una marcha de protesta hacia el Capitolio había sido ampliamente anunciada, y la toma del Congreso había sido discutida abiertamente por algunos grupos afines a Trump en redes sociales, el operativo de seguridad dispuesto para la ocasión no fue especialmente grande.
Por ejemplo, a diferencia de lo ocurrido durante las marchas en protesta por la muerte del afroestadounidense George Floyd a mediados de 2020, cuando el Capitolio se militarizó, este miércoles la seguridad de la sede parlamentaria fue dejada casi exclusivamente en manos de la Policía del Capitolio, un cuerpo de 2.000 agentes que se vio rápidamente desbordado.
A solicitud de la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, 340 guardias nacionales también habían sido activados para la ocasión, pero la Guardia Nacional no fue desplegada frente al Capitolio, como sí ocurrió -y en números mucho más grandes- durante las protestas de Black Lives Matter de junio pasado.
De hecho, según el diario británico The Guardian, solamente 115 guardias estaban de servicio de forma simultánea, y en su gran mayoría dedicados a labores de control de tráfico.
Y los refuerzos -en la forma de más efectivos de la Guardia Nacional y el departamento de policía de Washington DC- solo fueron enviados cuando ya era demasiado tarde.
Poco preparados
Por lo demás, la Policía del Capitolio parece no haber estado preparada para la ocasión, con sus preparativos, tácticas e incluso actitud siendo objeto de duras críticas por parte de numerosos comentaristas.
Según un experto policial citado por The New York Times, dada la potencial participación en la marcha de grupos extremistas con un historial de enfrentamientos violentos, se tendría que haber erigido un perímetro alrededor del área cercana Capitolio y un segundo alrededor del edificio en sí.
“No parecía que tuvieran un plan operativo claro para lidiar con la situación”, le dijo por su parte al canal MSNBC Val Demings, congresista demócrata por Florida.
Y muchos también han contrastado la escasa resistencia ofrecida frente los seguidores de Trump -en su inmensa mayoría blancos- con el a menudo desproporcionado uso de la fuerza en contra de los manifestantes negros de Black Lives Matter.
El factor Trump
Esa diferencia de tratamiento también se hizo evidente en la retórica del presidente Trump, que le dijo a los asaltantes del Capitolio que eran “especiales” y “los queremos”, cuando en junio descalificó a los participantes en las protestas contra el racismo y la violencia policial como “perros salvajes”.
Y, para muchos, la gran diferencia entre los agresivos operativos de seguridad de junio, y la escasa protección ofrecida al Capitolio el miércoles, tiene mucho que ver con el mismo Trump.
Efectivamente, fue el presidente el que ordenó el gigantesco despliegue de la Guardia Nacional durante las manifestaciones de Black Lives Matter en Washington DC.
Pero Trump no hizo lo mismo ni siquiera después de consumado el asalto al Capitolio, lo que hizo que fuera el secretario de Defensa en funciones, Christopher Miller, quien ordenó la movilización de más guardias.
Y según la cadena CBS, los acontecimientos -que habrían podido evitarse con una mayor presencia policial- han llevado a que miembros del gabinete de Trump discutan la posible aplicación de la enmienda 25 de la Constitución de EE.UU., que contempla cómo el vicepresidente y la mayoría del gabinete pueden destituir temporalmente a un presidente de su cargo.
Otros hablan de un posible nuevo juicio político en el Congreso.
Y numerosos congresistas también están pidiendo una investigación específica sobre los sucesos del miércoles, que debería determinar las causas de las evidentes fallas del operativo de seguridad.
“Debemos investigar la brecha de seguridad en el Capitolio hoy “, escribió el mismo miércoles por la noche en Twitter la congresista demócrata de California Maxine Waters.
“Hace cuatro días yo le advertí a nuestro caucus y tuve una conversación de una hora con el jefe de la policía, quien me aseguró que no se permitiría que los terroristas entrarán en la plaza y que el Capitolio estaría seguro”, agregó.
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