Tokio (EFE)
Japón cuanta con casi 59.000 personas centenarias, de las que el 87 % son mujeres, lo que supone un nuevo récord de longevidad en su población, según los datos divulgados hoy por el Ministerio nipón de Salud, Trabajo y Bienestar.
Las personas de 100 años o más registradas el 1 de setiembre en el país asiático ascienden a 58.820, 4.423 más que en la misma fecha de 2013, y supone una proporción de 46,21 por cada 100.000 habitantes.
Las mujeres siguen siendo las más longevas con más de 51.000 contabilizadas, el 87,1% del total, y cuentan con una esperanza de de 86,61 años, la más alta del mundo, frente a los 80,61 de media de los hombres, que ocupan el cuarto puesto, según datos de 2013.
El cálculo de centenarios se basa en una estimación realizada a partir de los datos del registro de residentes, con motivo de la celebración el próximo día 15 del Día del Respeto a los Ancianos, fiesta nacional en un país cuya población es la más envejecida del mundo.
La prefectura de Shimane, al suroeste del país, tiene la densidad más alta con una proporción de 90,17 por cada 100.000 habitantes, mientras que la de Saitama (este) tiene la proporción más baja con 26,88.
Entre los centenarios se encuentran Misao Okawa (Osaka, marzo de 1898), una mujer de 116 años, y Sakari Momoi (Minamisoma, Fukushima, 5 de febrero de 1903), un hombre de 111 años residente en Saitama, ambos reconocidos como los más longevos del mundo por el Guinness World Record.
Sakari Momoi, 111 años (Foto: Reuters)
El primer recuento de estas características se llevó a cabo en Japón en 1963, año en el que el número de centenarios ascendía a 153.
En 1998 la cifra, que lleva incrementándose desde 1971, superó los 10.000; 30.000 se registraron en 2007, superó el umbral de los 50.000 cinco años más tarde y en 2013 se elevó a más de 54.000.
El envejecimiento de la población es uno de los grandes problemas para el futuro del país, pues se calcula que cerca del 40 por ciento de sus ciudadanos serán mayores de 65 años para el año 2060.
El incremento del número de mayores presenta un difícil escenario para el sistema de seguridad social de la tercera economía mundial, que deberá poder garantizar la fortaleza de su sistema sanitario y de pensiones ante la caída de la edad productiva.