El gobernador de la prefectura japonesa de Yamanashi (oeste de Tokio), Kotaro Nagasaki, justificó este lunes las recientemente anunciadas restricciones para ascender al monte Fuji como medidas para que el volcán no pierda el estatus de patrimonio de la humanidad que la UNESCO le otorgó en 2013.
Así lo expresó durante una rueda de prensa en el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón (FCCJ) en la que expuso su postura de cara a proteger el Fuji del turismo masivo al que se enfrenta el país asiático, que viene superando los tres millones de turistas mensuales, cifra que se espera que incremente.
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“Cuando la UNESCO aprobó el registro (del Fuji como Patrimonio de la Humanidad), nos dio tres avisos: que había mucha gente, que en el paisaje destacaban estructuras artificiales y que el impacto medioambiental era alto”, explicó Nagasaki, preocupado por que el volcán pudiera perder dicha condición.
El gobernador de Yamanshi reconoció que hasta ahora “no se había hecho nada” para remediar la situación, pero a partir del 1 de julio, día en que empieza la temporada de ascenso, únicamente podrán subir al Fuji 4.000 alpinistas diarios que deberán abonar una tasa de 2.000 yenes (unos 12 euros) si toman el sendero Yoshida, el más concurrido.
Además, se prohibirá el ascenso entre las cuatro de la tarde y las tres de la madrugada a quienes no reserven en alguno de los refugios del volcán para evitar la “escalada bala”, que consiste en ascender sin descansar y de noche para llegar a la cima al amanecer.
Nagasaki alegó que no se habían tomado medidas hasta ahora, más allá de imponer tasas de conservación o contar con vigilantes, debido a que la ley nacional de carreteras impide cortar la libre circulación en según qué caminos.
Pero las autoridades locales encontraron una solución: “Tras consultarlo con el gobierno nacional, decidimos mover el punto de inicio de la carretera (que llega hasta la quinta estación, donde empieza el sendero Yoshida) hasta una localización donde converge con otro camino que lleva a otra estación y declarar el tramo como camino abandonado bajo gestión de la prefectura” para poder fijar un peaje, detalló el gobernador.
“Si un sendero no puede regularse porque es una carretera, ¿por qué no desregular la carretera para que no quede sujeta a la ley de carreteras?”, preguntó.
Entre los motivos para limitar el ascenso al Fuji figuran los comportamientos inapropiados de los senderistas, “sobre todo de los extranjeros”, según Yamanshi, que aseguró que incluso “toman siestas durante el camino”. El gobernador también advirtió del riesgo que asumen los “escaladores bala”: mal de altura o hipotermias.
Los crecientes desafíos que plantea el sobreturismo en ciudades niponas que no tienen capacidad para gestionar tal volumen de visitantes hacen aflorar propuestas para abordar el reto, como establecer precios distintos para turistas y locales, medida ante la que Nagasaki no se muestra favorable.
El gobernador aboga por “descentralizar el turismo” y que los visitantes acudan también a “zonas menos conocidas que también merecen la pena”. Para el Fuji en concreto, propone revitalizar caminos centenarios por los que se subía al volcán en la antigüedad.
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